
Escribe: Carlos Amador Marchant
Hoy o hace unos días viajé a un lugar inimaginable. Caminé entre ese polvo, frente a las casas, las verdaderas casas del campo. Pensé si ahí, en el sitio, en esos sitios, cuando nunca antes carreteras asfaltadas, caballos y burros y jinetes, imaginarían llegar casi intactos a este siglo 21.