martes, 18 de mayo de 2010

Mutaciones por la basura


Nadie tiene muy claro el génesis de los orcos. Pero desde que se multiplicaron, algunos silenciosos como reptiles de sangre fría, el sarro tapó las calles y las playas. Ni la lluvia de cloro que lanzó un viejo y ruidoso D-3 que sirvió a Aeronor recuperó a la ciudad. La suerte estaba echada. Desde el cielo una mancha oscura, un hoyo o un tubérculo podrido. En el mapa sólo un anuncio de ciudad prohibida y la imagen de un calavera. No fue la Bomba H, sino el efecto de la basura y la contaminación.

Los avechuchos mutaron a jotes, luego a murciélagos y terminaron en terodáctilos cuyas sombras taparon las que fueron avenidas verdes. Los perros se transformaron en hienas, los ratones en coipos con dientes de jabalí y los gatos mutaron a chupacabras. A los lobos marinos le salieron patas y a los pelícanos, manos. Algo, tal vez algún metal pesado, provocó una rápida mutación de las especies y la aparición de otras nuevas, monstruos cucarachos y porcinos, asquerosos a la vista y al olfato desde el pelo a las pezuñas.

Fueron los orcos, homo sapiens ulcerosos y de estrechez mental, quienes tras estacionar en la penumbra madrugadora sus vehículos cromados y ruidosos –frutos de la bonanza-vaciaron sin piedad en las playas sus cantimploras rotas con una mezcla de destilado, ron, y bebida energética. Esto como antesala para brincar en la bacanal reggaetonera de las chillonas discotecas.

Las cantimploras de lata y vidrio, se mezclaron en la arena y en el asfalto con preservativos usados, plomo, arsénico, toallas higiénicas y otras cochinadas inclasificables. Gracias al riego de pisco con bebida energética, cerveza, orín y otras hierbas alucinógenas del mundo de Alicia, brotaron, en las playas y en las calles, callampas pegajosas o espinillas de tierra. En su interior cobijaron las larvas de la nueva especie inmune al Tanax, la mutación genética que esclavizó y reemplazó a los orcos.

Por suerte la naturaleza puso orden. Un tsunami se tragó a este panal de bicharracos epidémicos y a su pantanal de basura. Después regresó el color.

Autor: Rodrigo Ramos Bañados.

1 comentario:

  1. Bien pues, a pesar de la fantasía hay una realidad que se podría nombrar hasta con apellidos, bien por el tsunami.

    ResponderEliminar