Elías Canetti se queda abajo de la Feria del
Libro de Guadalajara.
¿Están
enamorados del arte que llevan dentro
o
están enamorados de ustedes mismos en el arte?
STANISLAVSKI
Los últimos días hemos sido testigos de la
encarnizada protesta de buena parte de lo escritores y editores nacionales, por
un seudo canon que una o dos personas estipularon, allá en las alturas, para
conformar la lista de escritores que deberán asistir este año como invitados a
la Feria del Libro de Guadalajara (FIL).
Por supuesto, este hecho trajo ira, peleas,
discusiones e insultos varios. Más que
sumarme al conflicto, quiero mencionar cierta nota al margen, una perspectiva
parecida a lo que hacen los cristianos cuando se preguntan “what would Jesus
do?”, y que para nuestro gremio debería trasladarse a: ¿qué hubiera dicho Elías
Canetti?
Leyendo sus apuntes, encontré la siguiente
cita: “hablar con los otros conduce a las más siniestras amarguras. Violados por las innumerables palabras con
que los asaltamos, van perdiendo paulatinamente su existencia como seres
independientes. Una forma de homicidio
lento, una de las cosas más terrible que puede ocurrir entre los hombres. Es como si le apretásemos el gaznate a
alguien, pero hicieran falta años para que su actividad respiratoria cesara del
todo. Podemos ser más inocentes
escribiendo.”
A lo que voy es que probablemente el
ambiente literario nacional por una buena temporada se verá enrarecido a raíz
de esta polémica de la FIL. Ellos, no
sólo jode la vida de todos los que se sintieron fuera, sino también modifica
nuestra perspectiva general de lo que debe o no debe tener a su disposición un
artista, en este caso, un viaje con todos los gastos pagados al dorado México.
No me parece que una instancia de difusión,
a saber la FIL, deba opacar o superponerse a la preocupación esencial del autor
por su obra. Esto, que a primera vista
parece lógico, tiene un oscuro correlativo en la realidad, donde es la propia
atención (y concentración) de los artistas nacionales la que está secuestrada a
raíz de la feria y su polémica. Ciertamente
hay una tremenda injusticia y una lucha pendiente y bajo tales circunstancias
¿quien puede sentarse a escribir de forma tranquila?
En ese sentido, me parece que un autor,
cualquier autor, debería en algún momento de su vida plantearse la cuestión
seriamente: ¿se vive para el arte, o para disfrutar las dadivas del arte? Por qué si es lo segundo, creo que muchos se
han equivocado de carrera, han hecho una elección equivocada. El arte, por regla general, exige mucho más
de lo que da, y a veces, no da nada a cambio de todo.
Las palabras, los discursos, las proclamas
sobre la FIL durante las próximas semanas inundaran nuestro cotidiano vivir. ¿Cómo no confundirse entonces? ¿Cómo no llegar a creer que este 2012 lo más
importante, menos que escribir, es ir a Guadalajara a comer tacos, beber
tequila, conversar con los pares y tener una que otra aventura?
El problema está instalado. La lucha se hará, sin importar lo que uno
piense. Acaso, no queda otra que
echarle una mirada a las palabras de Jim Dodge: “quédense en casa y trabajen”,
apagar el internet y esperar que las aguas se calmen y vuelva a reinar en la
Literatura Chilena la paz, o algo parecido a la paz, su remedo o imitación.
Andrés Olave
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