Borges en mis poemas.
Sobre el dejar de escribir.
Es nada más que la urgencia de todos los toros de la plaza nunca vista
Después comulgo un epitafio en la tumba del dios inmortal
Ahí veo un espejo
Un ruido
Los cascabeles que anuncian la marcha ciega del veneno
Un relámpago se apura y vuelvo temeroso el rostro
Una diadema se oculta en todas las sombras
En ellas se mueve un hombre inalcanzable
En él
El reflejo
El eco
La ceguera y el buen dormir
Morir en ratos hipnóticos para ya no distinguir
¿estoy despierto?
¿estoy vivo?
Fluir entre las sombras en corridas que son letras
Más aún
Bombear la polvadera y quedarse con el poema adentro
Como quien junta restos para hacer abono.-
Sobre escribir con fecha.
Apaciento ovejas desde una esfera traslucida que me eleva
Miro por el cristal que es mi nuevo mundo
El otro ya lo quebré
Y saltó hecho suicida como una granada madura al suelo
Las sombras colgaron sus teléfonos
Los loros de siempre se posan sobre sus cables
Las almohadas secas ya, respiran ningún sudor
El estuche del tiempo yace con sus mandíbulas enmohecidas
Apaciento ovejas como quien siembra papa
O quien cotiza en la calle
O enciende verdades frente a las palomas presidenciables
Miro fuera del cristal también al volverme hombre
Lobo del hombre soy
También la trampa en el bosque
El arquero
Los disfraces
Y los suicidas sabios que no lo lograron
Las sombras se desploman y me abrazan
Los loros de siempre ya se han ido a ser atalaya de quizás qué poemas
Qué poetas, qué escritores
Las almohadas secas ya, respiran nuestro sudor
El estuche del tiempo guarda lo que en él hemos ahorrado
Todo en una esfera y desde ella y fuera de ella
Como quien se apiada de su propio ángel de la guarda
Como quien se apiada de sí mismo
Un sábado en la mañana
Un marzo cualquiera
Con la literatura llamando desde el bosque
Estoy.-
Sobre un cuento de Borges.
Para olvidar hay que dar vueltas sobre una escalera puesta en la nada
Alcanzar la floración de propios dichos en las quimeras del alcohol
Llorar
Solo
Sin saber por qué
Escribir la memoria en la orilla de una playa nunca visitada
Saber que el mar no borra nada, sólo se lo come, sólo se lo come
Después en cada ola un acierto
Una bofetada en la mirada del destiempo
Arena en la toalla y sin parar, beber los restos del alcohol en la sangre
Así mismito como recuperar el aliento al tragar la mucosidad de las narices arañadas
Escribir la memoria en la orilla de una playa nunca visitada
Divagar como al decir que las playas no tienen orillas
Que las sobredosis nos corrieron el espanto
Que sin bocinas las auroras eran despedidas, porque todo se va
Para olvidar hay que escuchar harta música
Temerle al silencio y no tener vergüenza de decirlo
Buscar perros en la calle como quien busca colillas de cigarro para un tabacazo
Como quien busca amigos que sean libros dispuestos a ser leídos en otras ediciones
No preocuparse ni de las princesas ni de las fianzas
Escribir la memoria en una desdicha similar a la punta de la reja
Escribir sobre los ladridos que jamás soportan rejas
Cincelar los propios callos desdibujando la escritura del dios puesta en aquellos,
Comer calendarios y calendarios y calendarios
Cagar reyes y reyes y reyes
Personas dispuestas a ser ídolos
El ego por sobre todo
Sin razón por aquí por allá andar asombrado
Cansarse de mirar, caminar con los ojos cerrados
Después con los oídos cerrados
Después con el ano cerrado y todos los orificios restantes
Caminar
No dejar de hacerlo
Hasta que se gaste eso que algunos llaman ego
Después sentarse
Olvidar de una
A ratos
Porque somos mares que comemos lo escrito en la orilla de la playa
También el que escribe esa memoria
También olas
También ritmo
También vaivén
También el mareo y todo eso que nos provoca la literatura
También la inexistencia de esa orilla
Que por tal es el dios
Para olvidar hay que entenderse abierto de polo en polo
No irse ni para allá ni para acá
Juntar todas las colas y armar un pito de antología
Rodearse de humo y cachaza
Cachaza y macoña
Cachaza y macoña
Cachaza y macoña
Cachaza y macoña
Cachaza y macoña
Calor en toda esa unión que somos
Los chacras hechos ruinas refrescadas por la brisa del mar que somos
Ruinas refrescadas en la inconciencia
Escribir la memoria en la orilla de una playa inexistente
Volviendo en olas que se distancian de polo a polo
Entre las ruinas y las que se quedan
En esas intenciones, entre extenderse y no morir, olvidar
Al menos en esa ilusión de la orilla
Porque sabemos que la orilla no existe
Que la cachaza después se mea
Que vuelve al mar
Que las escrituras que borramos se calcan en las cicatrices de los que se caen entre las rocas
Que la escritura del dios permanece.-
Sobre lo que contamos y no contamos.
A la larga sabrás de una bruma que somete a mis ojos
De una flor de lis que crece y se alista a saltar cuando logran enceguecerme
De cientos de ritmos anidados en cada latir
De una falta de aire que provocó todo esto
De una lucha incansable entre dos mortales, una lucha a muerte
Una verdadera
La lucha
La muerte
A la larga sabrás de las esquirlas, de los zumbidos, de los surcos
De un año nuevo que pasé en Pirque
De las canciones de protesta que escuchaba en ese entonces
De una marcha
De una peregrinación
De una sorpresa de un azar y de una responsabilidad
De una lucha a muerte entre dos mortales
De la parte del fruto que no se debe comer
De las formas inusuales en que poema se vuelve vida.-
Florecer al fin del verano.
Las notas de un dios con el refrigerador a cuestas
las cajitas azules de las pastillas azules en el piso junto a los escombros
un televisor gigante cayendo para aplastarnos
mis propios huesos trizándose y yo
impávido
desorientado en mi propio silencio
no soy
...sólo los huesos trizados que ahora se abren
y florezco
sin saber como
las imágenes que seré
un mono con chaqueta roja y capucha
las tiritas de un cumpleaños que no se celebró
un montón de aloe veras con sus raíces al aire
el cemento comiéndose el tiempo acumulado sobre él
sus dientes son como los míos
puedo caminar aún en la marea
manchar como si fuese mantel
incendiar como si fuese caída
escupir como si fuese una pregunta
huir como si fuese valiente
en un momento puedo floreciendo caminar manchar incendiar escupir huir como si fuese dios cargando un refrigerador.-
David Santos Arrieta
Monte Patria, IV región
Nacido en Santiago en 1979, actualmente vive en Monte Patria, IV región, con su mujer. Él tiene treinta y usa frenillos. Es Psicopedagogo y escribe. Ha publicado el libro de poemas Mirándome a los Ojos (2005), Mirando el tiempo con ojos de cristal (2006), proyecto FONDART de fotografía patrimonial, y el texto poético Ay, Sí (2006) autoeditado en Lagartija Ediciones, editorial emergente de su creación.-