En esta oportunidad el poema de Lihn a intervenir se titula T.V y corresponde al libro “A partir de Manhattan”, publicado en Chile en 1979 y por tanto fuertemente influenciado por el viaje que el autor realizara un año antes a Nueva York gracias a la beca Guggenheim que se adjudicó durante el 78 y aunque posteriormente el poeta volvería a Norteamérica, este poemario en la tradición dialogante de su obra en torno al viaje, refleja con nitidez, desde el título, una serie de sentimientos e impresiones disímiles que se conjugan producto de su significativa estancia en la gran manzana: nostalgia, extrañamiento, apabullante duda, proyección ante una desconocida realidad, aislamiento ante lo moderno y soledad producto de la decepción que genera el nuevo sitio, el cual afecta al poeta hasta en sus mínimas diferencias y no menos extrañas similitudes. Esto recuerda un poco a lo vivido por Lorca a principios de siglo. La experiencia del español ante la gran ciudad se ve retratada en su maravillosa obra Poeta en Nueva York.
Al igual que el del 27, Lihn consigue que sus sensaciones, atribuibles al yo empírico se materialicen eternizándose a través del lenguaje poético lo cual crea un discurso definitivo y supremo que da origen por momentos a un hablante testimonial, luego clínico, capaz de diseccionar el mundo con sus juicios aunque sin perder aquellos rasgos míticos y elementos universales que son atribuibles a la autonomía literaria que le granjeara el apelativo de poeta Metafísico.
La mirada que Lihn da con respecto a la gran ciudad es hermosa y a la vez inquietante, calles, metro, catedrales, así como la actitud de los norteamericanos de la gran manzana, todos elementos que se presentan en este libro poniendo al desnudo el paso de los 70 a los 80, el self made man con todas sus contradicciones así como el sueño americano y sus ideales de libertad, que transita en los límites del cosmopolitismo sin fronteras y el absurdo de su implosiva violencia y represión.
Dios escupió y el hombre se hizo
El hombre eyaculó y el esqueleto cartilaginoso
de una mujer llamada Isabel Rawsthorne apareció en una
calle del Soho
charcos de carne membranosa transparentándose en lechos
clínicos.
Isabel Rawsthorne, esqueleto cartilaginoso de las calles del
Soho
Una cara como un vómito
como una plasta que el ordeñador sanguinolento de lo real
pisotea con sus patas de vaca.
Esa sensación ante el mundo es la que quizá lleva al poeta a comulgar con la sensibilidad del pintor Edward Hopper, lo cual se expresa en el poema que toma el nombre del artista.
rígidos encuentros entre maniquíes vivientes
La luz extraterrestre con que empieza un domingo
sin fin o el resplandor de unos rieles crepusculares
eso pintó: un camino sin principio ni fin
una calle de Manhattan entre este mundo y el otro.
Curiosamente Lihn demuestra aquí lo que ocurre a muchos artistas de la palabra frente a la pintura. Se explicita en un sentido Wittgensteiniano la desconfianza ante su pensamiento y lógica atravesada por el poder del lenguaje, no pasa así con el arte pictórico que en su inmensa capacidad de retratar desfigurar o transformar la realidad expresivamente y con recursos de estilo, logra una polisemia igual de incierta que la poesía – los léxicos e ideolectos se disparan ante la confrontación de un mundo sinestésico de formas imágenes y colores, metáforas del universo que sin embargo en un lienzo, se presentan con menor polución a diferencia de la prosa y lírica, que por mucho que procure subvertir el código, el virus lexical y la sintaxis no desaparecen.
Esto último vinculado a otro poema del libro “A partir de Manhattan” llamado Nunca salí del horroroso Chile (fragmento transcrito a continuación) nos permite extender la problemática del encierro que sufre el artista de la palabra.
Nunca salí del habla que el Liceo Alemán
me inflingió en sus dos patios como en un regimiento
mordiendo en ella el polvo de un exilio imposible
Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor:
el miedo de perder con la lengua materna
toda la realidad. Nunca salí de nada.
La crisis que expone ante los límites de su lengua materna, su dialecto y la forma en que esto coarta su pensamiento, nos refuerza la idea y asombro del artista literario por la figura del pintor, pues la imagen pura trasparenta y pone en perspectiva su capacidad y recurso comunicativo como poeta – esta afirmación no implica que un arte sea mejor que el otro a mi juicio o el de Lihn, pero el poeta chileno como Beckett y muchos más, sabe que su gran arma y cruz es la lengua por ello continua, continua frente y por ella como el innombrable, personaje del Irlandés y protagonista de la novela que recibe aquel título (L'Innomable) Este sufre con la palabra pues es todo lo que conoce y le permite conocer.
Lihn por su parte también sufre esa palabra, es su pasión en el sentido más extenso de lo que entendemos por pasión, ya que su educación, pensamiento y visión forjada en Chile, en el liceo, en el hogar, lo aísla; aún cuando él, como persona salga de las fronteras físicas e intelectuales del promedio nacional. El chauvinismo, las letras del himno, el discurso tallado en la memoria lo hacen un meteco o extranjero en todo sitio, foráneo siempre atado la cordillera, a su colegio, a las calles de su capital o provincia. Aquel coloquio y cabildo patrio.
Sin embargo hay que aclarar que por mucho que el libro “A partir de Manhattan” de a conocer todas estas vicisitudes, no estamos ante un amargo canto al encierro y la autoconmisceración, es sólo la voz de una mente que se reconoce con plenitud en todas sus facetas, hombre, ciudadano de un país, persona de un continente y finalmente como habitante y ser en el mundo con una visión oponible capaz de afectar al otro, esa alteridad que no está menos encerrada que uno en su sistema o lengua, en este caso el inglés de Shakespeare, Milton, Faulkner, Melville, Whitman, Thoreau o Ezra.
Por ello el poema “Nunca salí del horroroso Chile”, bien entendido, deja en claro un sentimiento de desazón generalizado y muy humano, el cual orbita en torno a un aislamiento interno pero no por ello menos ligado a la realidad material de cada nación y su forma de vida y es en esta disyuntiva, en esta delicada frontera entre las dos realidades que colisionan, intima y externa, que Lihn construye desde el yo empírico una voz poética que se universaliza; pues su mirada de Chileno afecta a la del norteamericano, a la del gringo en Manhattan; y cada uno de estos bajo su noche de cincuenta estrellas comparten con nosotros la condición común de las franjas rojiazuladas, lo cual no nos hace tan irreconciliables pese a que en nuestro caso, dormimos sólo bajo una gran estrella distante.
Considerado ello, vale la pena preguntarse. ¿Dónde empieza uno y termina el otro o dónde lo personalísimo entra a definir lo global? Ello sólo está en la visión más amplia o estrecha de cada hablante y Lihn como gran hablado nos comunica desde su chilenidad y ante todo, gracias a su humanidad, un poema que ejerce la función de grabación o capsula del tiempo. T.V es una certera y crítica mirada, casi podríamos decir profético recorrido por los años 80 (estamos hablando ya casi de 30 años de vigencia) con respecto a ese otro, U.S.A que mira y afecta a muchas naciones y sus habitantes con su política, costumbres e ideología.
Después de este preámbulo, vuelvo a las primeras líneas del artículo pero ya justificado el porque elegí entre tanto gran poema de “A partir de Manhattan” la pieza titulada transcrita a continuación, la cual se titula T.V
Como los primitivos junto al fuego el rebaño se arremansa
atomizado
en la noche de las cincuenta estrellas, junto a la televisión
en colores.
De esa llama sólo se salvan los cuerpos
En cada hogar una familia a medio elaborar clava sus ojos
de vidrio
en el pequeño horno crematorio donde se abrasan los sueños.
La antiséptica caja de Pandora
de la que brotan ofrecidos a la extinción del deseo
meros objetos de consumo
en lugar de signos, marcas de fábrica
Hombres y mujeres reducidos por el showman a su primera
infancia
ancianas investidas de indignidad infantil
juegan en la pantalla que destaca sus expresiones inestables
como la de las cosas en el momento de arder.
Para analizar este poema no procederé como en el caso de Las Sirenas a la descomposición del texto pues la pieza por completo está orientada a una sola idea que se bifurca polisémicamente, esto quiere decir que el autor conjuga una serie de visiones disímiles o posibilidades para el lector, estrictamente tres (puede que hayan más, la poesía siempre deja campo abierto en función de la enciclopedia del lector y siempre el autor dice más o menos de lo que anhela pero estaríamos forzando la obra) por eso sólo señalaré las tres que yo, en mi lectura considero: primero hogar, luego fuego como energía y elemento natural y finalmente consumo que a su vez se refiere al término económico de gastar y por ende consumismo y así mismo al efecto del fuego de reducir los cuerpos. Todo ello desde un solo centro, de manera que Lihn no contrapone dimensiones opuestas del sentido que se van complementando en el cruce sino que desde un solo tallo extiende un racimo de significados que operan connotativamente y de acuerdo al contexto general a la par que van creciendo lo que el eje central del poema propone en un principio.
Es por ello necesario antes de proceder al método de intervención semántica, aclarar como Lihn realiza dicho juego. Para mantener una unidad que luego se disemina, el poeta vincula como ya señale tres campos semánticos o tres familias de significados, a través de la repetición de un único conjunto de palabras fácilmente asimilables bajo la idea general de fuego: Fuego, llama, horno crematorio, abrasan, extinción, reducidos y arder todas estas tienen una fuerte preeminencia en el poema (están marcadas con negrita) y son manifestaciones del fuego uno de los tres significados, quizá el más directo pues el poema explicito presenta efectos y resultados de la influencia de este elemento al destruir los cuerpos o tornarlos cenizas, allí ya aparece una idea de consumo pero qué hay de las otras dos, consumo como estilo o sistema económico de mercado y el otro significado propuesto, quizá el más rebuscado en apariencia: hogar.
Bueno, curiosamente las palabras aludidas al entrar en comunicación solidaria por medio de los versos se complementan entre sí, a veces reforzando de lleno uno de los tres sentidos propuestos para el conjunto por ejemplo fuego, otras la relación da un giro y se centra en otro significado bastante alejado como hogar o en dos al mismo tiempo, hogar junto a fuego, probando que no están realmente tan separados entre sí, en el análisis se verá esto más claramente, lo interesante es considerar que siempre se mantiene la ligazón en función del contexto total. En fin hay que destacar que la polisemia, o multiplicidad de significados, al partir de un solo elemento; nunca se desvía tajantemente de la propuesta global que Lihn hace con este poema.
Partamos con el primer verso “Como los primitivos junto al fuego el rebaño se arremansa atomizado”. Este nos presenta la idea de fuego como energía natural remontándonos al descubrimiento que hicieron nuestros primitivos antepasados y es, bajo esta misma idea, que el fuego como elemento natural toma la connotación de hogar, misma que posteriormente se reforzará en el resto del poema y que parecía tan alejada en principio.
Y por qué hogar, porque la palabra hogar, deviene de hoguera, lugar donde se prendía el fuego, así también el vocablo lar, que significa hogar, era para los romanos el espacio para atizar el fuego, por extensión se llama casa al hogar, por ser el lugar de reunión de la familia en torno a una chimenea o caldero. Y es que el fuego para los primeros hombres fue el mayor medio de asentamiento. Les dio cobijo y protección contra el frió, los apartó de las inclemencias de la oscuridad, la noche y el peligro de las bestias, el fuego fue como un dios que proveía, abrigo y alimentos cocidos. Lihn retoma esa idea en este verso y el que sigue, pues señala que como los primitivos ante el fuego, las familias de hoy se reúnen pero en una situación contradictoria, no como individuos sino como masa, como rebaño, lo cual conlleva una carga peyorativa, pues están cuasi-hipnotizados, dirigidos y peor aún el señala “atomizados”, eso quiere decir como una masa dispersa, ambiguo pero posible, pues es un masa que fragmenta al individuo que aglutina pero no une, sólo son cuerpos yuxtapuestos. Es un apelotonamiento de seres sin identidad reunidos, pero ¿ante qué?, ¿ante el fuego? y ¿dónde están reunidos?, las respuestas llegan pronto al leer el segundo verso. “en la noche de las cincuenta estrellas, junto a la televisión en colores”.
La noche de las cincuenta estrellas se refiere a la noche de Norteamérica, la bandera de estados unidos tiene cincuenta estrellas una por cada estado, así que Lihn se refiere a la noche de todos los estados federales del país del norte. Es una situación endémica, generalizada, esta de los cuerpos sin identidad aglutinados ante el fuego, pero volvamos a ello, ¿a qué fuego? pues no es el fuego natural que en un comienzo nos anticipa Lihn, es ciertamente un elemento congregador ese que alude, ese que lleva a los hombres a reunirse de manera sedentaria. Tal como los antepasados, pero bajo otras condiciones; la energía es ahora artificial, es eléctrica y en específico lo que los aglutina es un producto de esa energía, mecanismo que significa el advenimiento de la modernidad y los medios de masas, se trata de la televisión o T.V a colores.
Lo cual nos lleva a los tres versos siguientes “De esa llama sólo se salvan los cuerpos
En cada hogar una familia a medio elaborar clava sus ojos
de vidrio en el pequeño horno crematorio donde se abrasan los sueños”.
Estos contienen tres palabras nuevamente relacionadas con el fuego, llama, horno crematorio y abrasar, de quemarse en las brasas, lo cual nos remite hacia atrás, a la condición de aquel rebaño, a su cualidad de pulverizados, de atomizados por este medio, lo que a su vez implica el tercer campo semántico: el consumo, pues ya revisamos, el hogar y el fuego como energía natural y su par opositivo, la metáfora que Lihn hace con la T.V como energía artificial.
El consumo se presenta entonces en estos versos en un sentido alegórico, pues bien sabemos que el fuego es una de las fuerzas más poderosas de la naturaleza capaz de destruir un cuerpo en segundos, de reducirlo pero qué hay de la energía artificial, de la televisión ¿tiene ese poder?, y ¿qué afecta? Según Lihn lo tiene, pues señala que la caja tonta es un horno crematorio el cual produce un osario con las ilusiones por ello afirma tajante que de esa llama que es la televisión ante la cual las familias o el rebaño sucumben, sólo queda intacto el cuerpo, el problema se vuelca entonces a la tradición metafísica del poeta, pues su hablante mira más allá del consumo material, del desgaste del cuerpo, del sedentarismo, se trata de la muerte del pensamiento, de la mente ante el bombardeo de imágenes, el consumo está entonces enfocado al poder convocador y dirigista de la televisión, parte integral de un sistema consumista de mercado, plástico, materialista e incluso imperial.
Lo cual graciosamente podemos llevar de nuevo de la metáfora a lo tangible del fuego pensando en como destruye la materia este elemento y desde allí pensar una nueva metáfora, la de estas mentes y cuerpos que se inmolan, que se sacrifican en el fuego corrosivo de la imagen, del producto, del sistema y de la receta consumista de éxito, no por nada pone esa idea de hipnosis en la descripción que realiza su hablante al decir “con los ojos clavados en el vidrio” y señalar en la frase que antecede “familias, grupos a medio elaborar”, se trata de personas incompletas, seres inconclusos, carentes, adolecen y por ello buscan suplir su necesidad con ayuda de la caja.
Esto involucra en tan sencilla y definitoria idea del poeta toda una gama de problemáticas sociales propias del sistema norteamericano y mundial, familias monoparentales, incapaces de lidiar con la crianza de sus hijos, el divorcio, la violencia y un relativismo moral que supera la conciencia de los usuarios del sistema, los esteriotipos los despedazan, las modas determinan sus conductas y personalidades. Este sistema es alienante, vuelve desconocidos a las personas, interviene la comunicación y fuerza a cada uno a vivir por los productos, por lo aquello que las imágenes venden como felicidad, y al ser educados por ese mismo sistema no disciernen, no deciden más que en función del costo beneficio del mercado. El televisor se vuelve el padre, maestro, amigo, confesor, horca y desahogo de las personas que no meditan más allá de lo que la pantalla les provee; ese gran hermano que te vigila y te lleva de la mano al horno, al holocausto de las almas y las voluntades.
Pero Lihn no queda allí, el siempre debe agregar un elemento mítico, universal, tomado de sus lecturas y su gran conocimiento de las artes y la cultura occidental. “La antiséptica caja de Pandora de la que brotan ofrecidos a la extinción del deseo meros objetos de consumo”
Quizá este verso puede parecer una frase perdida o forzada dentro de un poema que trata algo tan mundanal como la televisión sin embargo no es casualidad que ambas sean cajas, cajas que contienen información que una vez abiertas o encendidas afectan al hombre y no hay vuelta atrás, ambas son cajas con sorpresas y son trampas de fines superiores, en el caso del mito de Epimeteo y Pandora se trata del poder de los olímpicos que querían vengarse de la astucia de los hombres representados por Prometeo, el hermano sabio de Epimeteo casado con Pandora.
En el caso de la T.V se trata de otras fuerzas, los consorcios, las universidades, el estado, los privados que son dueños de los canales, de la programación de eso que paradójicamente se llama parrilla programática, otra alusión al fuego, a las brasas, al consumo.
La idea de Lihn entonces es revisitar intertextualmente a Prometeo que es todo lo contrario a su hermano, el poeta introduce a esta figura mítica como un contraste pues Epimeteo es cobarde, débil, insensato, es el prototipo del usuario televisivo que se deja engatusar por los infomerciales, por la idea de belleza prefabricada, Pandora creada por Hefestos para deslumbrarlo, en cambio Prometeo es aquel que vive en busca del conocimiento, el eterno buscador de interrogantes que se revela a los dioses y los poderes fácticos, es el autodidacta por antonomasia, aquel a los que temen los poderes y los medios y aquel que dejan en la periferia o lo encadenan pues a alguien con ese perfil, no pueden conminarlo con su programación, es inmune a sus mecanismos y por ende peligroso.
En definitiva Lihn pone el mito para ponderar a los tipos de hombres que hay y también por que una vez abierta por curiosidad la caja de Pandora, se escapan todos los males del mundo
En este apartado debo recalcar que Lihn difícilmente es un moralista, por tanto no considera el tema de la T.V, el consumo y la influencia que tiene el medio sobre los hombres en términos de blanco y negro, bueno o malo, sin embargo es un critico duro de una sociedad disgregada como aquella que vio en ese tiempo, los 80 (pensemos que pronto aparecería MTV, el rey del pop, la chica material y el boom del merchandising de Star wars ya era prueba infalible de todo un engranaje de consumo) Muy similar a lo que vivimos hoy como nuestra rutina y con lo mayor naturalidad pues está asumido. De forma que vivimos en un mundo relativista y Estados unidos siempre lo ha sido bajo su modelo de hacerse uno a sí mismo de cero, de ser la tierra de los sueños, las posibilidades y la libertad, pero es en este ultimo valor que reside como contraparte una mayor responsabilidad sobre todo ante la información, los medios y no sólo por quienes fijan la programación sino principalmente, por parte de los usuarios. De lo contrario estamos ante victimas indefensas y desvalidas de aquella caja sucia, contaminada en la medida que libera todo lo imaginable, lo mejor y peor sin concesión para el receptor, por eso la frase de “ella brotan ofrecidos a la extinción del deseo meros objetos de consumo”, por que la televisión siempre venderá, más allá de comunicar, pues para ser viable y solvente necesita patrocinadores, publicidad, apoyo financiero para transmitir.
De ahí nace el siguiente verso, “en lugar de signos, marcas de fábrica” alusivo a la gran cantidad de productos o soluciones milagrosas que vende la T.V los infomerciales, los recetarios de felicidad, la autoayuda, las sectas milenarias, el horóscopo, la farándula el modelo de belleza y adecuación social, el discurso políticamente correcto, los matinales, el amarillismo, las noticias alarmistas que siembran miedo, y paranoia, todos son signos pero no abiertos a interpretación, son marcas que buscan un pensamiento automatizado como el del reduccionismo lingüístico que Orwell plantea en 1984. No quieren espacio para el discernimiento marca y logotipo= éxito/placer, no marca = fracaso/dolor y en esa misma instancia, Lihn pone en la palestra a uno de los personajes mas arquetípicos de la televisión norteamericana y su estándar programático, el showman, que podemos visualizar desde Ed Sullivan a Jhonny Carson y luego Jay Leno o David Letterman con sus versiones criollas como Don Francisco o Morande, que juegan con la estupidez, la ignorancia y necesidad del publico o el concursante.
Sin distinguir edades ridiculizan en un grotesco carnaval a las personas, lo que realza la idea de rebaño ante este pastor que tiene para dirigir las conductas un cuadro luminoso que dice aplauso de manera que el público surumbático se para y grita como monos al ritmo del sonsonete de sus estrategias de director del circo
E ahí el poder de los últimos versos “Hombres y mujeres reducidos por el showman a su primera infancia ancianas investidas de indignidad infantil juegan en la pantalla que destaca sus expresiones inestables como la de las cosas en el momento de arder”.Ya no estamos ante sujetos sino objetos, producidos moldeados en serie, son mentes deformadas que gracias a intereses netamente bursátiles y plásticos son enviadas al horno e inmoladas por un fin superior, el dirigismo mercantil, el poder de los inversionistas y sus acciones.
Lo cual da un sentido mayor a la frase atomizados, pues basta con recordar los 90, algo que Lihn no alcanzaría a ver pero que a grandes rasgos anticipa con su texto. Pensemos en la guerra del golfo, aquel simulacro televisado y que llevó a CNN a consagrarse como una de las cadenas más exitosas en la tarea por exponer la verdad, una verdad que sólo tiene asidero y valor en la medida que está en la pantalla y desde allí es transmitido a las retinas que pueden ahora, ver desde la comodidad de sus asientos como un átomo pulveriza al mundo en segundos.
De manera que lo que Lihn señala sobre la noche de las 50 estrellas es vigente y más aún, podemos replantearlo pensando en nosotros mismos y ya no solo en la T.V sino Internet, al visualizar como toda una generación ve resumida su infancia en un video de you tube que en menos de cinco minutos condensa las imágenes y sonidos de las series y dibujos animados con que creció, la nostalgia y memorabilia circulante es abismal, el espíritu retro y vintage inmenso, y todo se conjuga a través del merchandising y las modas recicladas pues ahora la T.V no vende sólo existencias externas a sí misma sino que ejerce una función podríamos decir metaléptica pues rompe los niveles de realidad y se vende a si misma, vende productos que ya transmitió y se explica y presenta una problemática que se genera en el mismo medio para luego ser noticia, por tanto a nivel mundial vivimos una revolución e invasión mediática, somos parte de ese rebaño aunque nos duela admitirlo, estamos pulverizados, y el problema del lenguaje que Lihn plantea en “Nunca salí del horroroso chile” ya no es una limitante pues esta cultura del consumo tiene los medios para traducir sus productos y medios de venta a los códigos de cada nación, por eso hoy la empanada se produce bajo los mismos mecanismos que una hamburguesa de MacDonalds y Condorito es parte de Microsoft, Lihn mismo esta en you tube como curiosidad, al igual que Lira en cuanto vale el show y la mente y alma humana en ese proceso de mediocrización y manejo que pretende limitar la responsabilidad , juicio y voz, es un bombardeo de napalm diario en una noche de 50 estrellas que ya no son estrellas sino satélites que globalizan a aquellas masas divididas de antaño para llevarlas cantando y de la mano directo a un Auschwitz de las conciencias y voluntades.
Autor: Daniel Rojas Pachas
Publicado originalmente en La Santísima Trinidad de las cuatro esquinas.
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