domingo, 13 de diciembre de 2009

Poema para el presidente de Chile, por Héctor Hernández Montecinos

12/13/2009 11:29:00 a. m.

+

[N – 1]

[o Lista de deseos para una nueva democracia]


Héctor Hernández Montecinos


Al Presidente de Chile.


La “Dictadura” no se terminó con la salida del Tirano Visible. Continuó

un proceso de Post (paraíso de los juguetes) y actualmente de Hiper (infierno de la seguridad).


La Hiperdictadura reduce las libertades personales y sociales con su

enfermiza obsesión por la protección y la vigilancia;

Hiperdictadura (sujeción política), hipercontrol (cámaras de seguridad), hiperrepresión (abuso legal de poder) matan la relación libre y creativa de la comunidad en los espacios públicos e íntimos. No nos encierren en nuestras propias ciudades.


La economía de mercado tiene agarrado del cuello a los enfermos, a los

profesores y alumnos, a los agricultores, a los artistas, a los

indígenas, a los homosexuales, a los pequeños comerciantes, a los refugiados, a los gestores culturales comunales, a los soñadores, a los que no quieren usar tarjetas. El libre mercado es un sueño americano convertido en una pesadilla chilena.


La buena voluntad de los parlamentarios y la tecnología verde podrían

rehabilitar la Tierra. La buena voluntad de los parlamentarios y

una decidida campaña pública podrían crear hábitos ecológicos en los niños y jóvenes. La buena voluntad de los parlamentarios se demostraría si renunciaran a sus beneficios económicos y abrieran cupos ‘no políticos’ para que la sociedad civil esté verdaderamente representada en el Congreso. Esto es ecología social.


Los combustibles derivados del petróleo intoxican a nuestra gente.

Desenvenenar el país: el humo nos asfixia, la basura y los

químicos de las industrias contaminan el agua y el aire. No

olvidemos a los cisnes muertos, los ríos muertos, los cielos

muertos, los niños y ancianos muertos. Limpiar la nación es

tarea del gobierno, pero limpiarnos a nosotros mismos es tarea

de cada día.


Insistir en las medicinas no tradicionales en los servicios de salud

pública y tener una previsión proporcional a las necesidades y no obligatoria. Como dice una machi: “las plantas son la farmacia de Dios”. Koliu Rayen para esos días de la mujer, Leliantu a los que se les muere el pajarito, Frokin para los que van camino a Pelequén, Trapi para las pasivas, Liglolkin para los que no pueden dormirse, Kalchakura para los sordos, Pelu para los huesos, Pengo para los curados.


Aprobar las leyes que modernicen y democraticen el Estado,

disminuir la ingerencia de las minorías morales ortodoxas en cuanto a temas valóricos. Financiar canastas de alimentos para las familias más pobres. Dar a conocer de manera fraternal y humana la triste realidad de las enfermedades terminales. Construir servicios descentralizados de salud, arte y cultura, credos, etnias, organización social. El bienestar de una sociedad no sólo se logra con inyectarle recursos sino también con aprender a escuccharla.


Coordinar un Programa de emergencia para abaratar los costos de los

tratamientos de las enfermedades terminales. Legalizar el

derecho de las mujeres con respecto a su cuerpo. Permitir el

cambio de nombre de los y las transgéneros para que dejen de

ser humillados por su identificación civil. Ponerse en el lugar

de ese otro, ponerse en sus pantalones, ponerse sus vestidos, ponerse su peluca y sus tacos, ponerse su bigote. Vivir en paz consigo mismo es vivir en paz con los otros.


Apartar la influencia religiosa, no la espiritual que sí es necesaria, del

arte, la educación y el derecho civil. Crear de una vez el

Ministerio de la Cultura y las Artes y enseguida una Imprenta Nacional subvencionada, de calidad, libre y sin mafias. Aumentar los cabildos culturales para el desarrollo de la autogestión local. La cultura y el arte serán los que permitan seguir soñando. Le da oxígeno libre y creativo a la sociedad de mercado. Nos recuerda que somos humanos cuando ser humanos es creer en que mañana será un día mejor si lo queremos.


La sexualidad no tiene nombres, es móvil, no es identidad fija sino

circulación plena. Liberarla.


Despenalizar la imagen pública de los drogadictos, los homosexuales,

los inmigrantes, los pobres. Los políticos deben tener más contacto real con la gente. Reducir los millones que se gastan en la puerta giratoria de la justicia. La venta de anestesias orgánicas es un tema médico. Las enfermedades sociales son igual de urgentes que las otras, pues son silenciadas por los medios de comunicación y los malos gobiernos.


Despenalizar la opción de fumar marihuana: sus ventajas terapéuticas

son reales y es menos dañina que el tabaco; no monopolizar la

venta de antestésicos orgánicos y propinar su cultivo en zonas

agrícolas pobres.


Confiar en la ternura y el delirio como vías de expresión libres y

creativas. Terminar con el monopolio del amor que es puro

mercado y rating edulcorante para las telenovelas de clase. Querer lo mejor para mi grupo, para tu grupo, para el grupo de los peruanos, bolivianos, ecuatorianos, palestinos, tibetanos, hermanos de mis hermanos, hermanos de mí.


Reducir radicalmente los ingresos del cobre para las Fuerzas Armadas;

reinvertir ese dinero. Los ex militares que son dueños de

universidades privadas podrían tomar cursos de ética, de arte y de literatura.


Incentivar con publicidad de calidad una dieta saludable y rica en

alimentos sanos y naturales. Alertar sobre los reales efectos del

consumo de carne y de grasas saturadas, pues aparte de ser un

desastre ecológico es un desastre alimenticio. Prohibir los

colorantes y preservantes como la Tartrazina y el Amarillo

Crepúsculo pues está confirmado que producen cáncer y están

en el 90% de lo que compramos en el supermercado.


Reforestar con especies nativas las zonas rurales y devolverles más

terrenos a las comunidades indígenas para que puedan sembrar

y cosechar libremente. No exterminarlos, no criminalizarlos

más. Un indígena siempre será el hermano mayor de un poeta.


Establecer la noción de granjas urbanas para que cada familia pueda

plantar sus propios vegetales en su jardín y así se reduce la

manipulación de los precios de los alimentos de la tierra, pues

son sagrados.


Alentar el comercio internacional de tecnologías verdes en vez de los

TLC que sólo hacen ricos a los más ricos y pobres a los más

pobres.


Iniciar programas regionales que incentiven la creatividad en todas las

edades, se enseñen los derechos sociales que tenemos cada uno

y que se asegure la libertad como voluntad suprema. Devolverle

las ganas de vivir a los ancianos, a las mujeres solas, a los niños

pobres. Una nación alegre es el Paraíso Terrenal.


Incentivar a nivel de país el uso del reciclaje de la basura, de los

desechos químicos, del papel y el cartón para potenciar

instancias como editoriales cartoneras que usen material

reciclado, artesanías en vidrio o plástico, etc. La metáfora del

arte es convertir la basura de este mundo en belleza. Seamos

todos artistas desde nuestro propio don.


Mejorar las condiciones laborales de profesores de todos los niveles

educativos, que se valorice su trabajo; premiar los buenos

desempeños y los buenos resultados a escala de bienestar

humano. Prohibir los uniformes y la separación de niños y

niñas: afuera la vida no es así.


Disminuir la importancia del dinero en la sociedad y fomentar formas

de trueque. Devolverle el valor al cariño, la confianza, la

amistad, la lealtad, la honestidad, la justicia cotidiana de las

pequeñas cosas. Lo que más vale en cada ser humano es su don

individual.


Aceptar y reconocer no sólo los crímenes cometidos por los militares

sino también las complicidades de los civiles y juzgarlos. Abrir

los procesos contra todos tipo de criminales impunes y darle

paz a los familiares de los asesinados políticos. También juzgar

los delitos económicos en la Transición. Una justicia ciega y sin memoria es una forma de perpetuar el daño.


Abrir los archivos históricos de dos siglos y repensar críticamente todo

lo sucedido para aprender de los errores y renovar los aciertos y

los logros en todo ámbito. El Bicentenario que queremos es una nueva herramienta para aprender a vivir en paz, libres y con justicia los próximos cien años.


Enseñar a la policía a respetar a las personas según su edad, su género,

su raza, su religión, su clase social, su salud; sólo así tendremos

una nueva paz ciudadana y habrá menos delincuencia.


Por último, comprometerse la derecha a respetar a la mayoría menos

poderosa, a no querer imponer su moral y a recordar que el

dinero sube y baja como el frío y el calor. Comprometerse la

izquierda a escuchar nuevamente a la sociedad civil y no a los

presidentes de sus partidos, a renovar su pacto con la justicia social, con la calidad de vida, a ser más progresista y sobre todo, pero sobre todo a forjar nuevos sueños para este nuevo siglo.



Texto de Debajo de la Lengua

de próxima publicación por Cuarto Propio.



sábado, 12 de diciembre de 2009

Whitechapel: La parte de los crímenes

12/12/2009 06:22:00 p. m.



Whitechapel: La parte de los crímenes

Por Daniel Hidalgo
(aparecido en www.pániko.cl)

Camilo Brodsky Bertoni es un tipo que tiene literatura en los genes y las venas. Miembro de la familia que une a Roberto Brodsky y Claudio Bertoni, nos sorprende con su segunda publicación: Whitechapel. Un poemario lleno de crímenes, sangre y horror.

La Unión Soviética debe haber creado más monstruos que Hollywood. Más y peores, porque hablamos de seres de carne y hueso que hacen parecer a Freddy, Hannibal o Jason apenas coleccionistas aficionados de huesitos de pollo. Uno de los peores fue Andrei Chikatilo, “El carnicero de Rostov”, un profesor y militante activo del partido comunista cuyo odio a sus alumnos lo llevó a filetear 53 niños, la mayoría entre los 8 y 12 años y de las formas más gore posible: centenares de cuchilladas, extirpación de ojos, y violaciones, por lo bajo. Las metáforas no fallan, Chikatilo sólo pudo ser capturado, enjuiciado y condenado a un disparo en la nuca, un año después de la caída del muro de Berlín, tras doce años de impunidad, amparado bajo la moral militante que no era capaz de concebir un serial killer entre sus filas.

Chikatilo es una de las figuras centrales de Whitechapel (Das Kapital Ediciones, 2009), nuevo poemario de Camilo Brodsky (1974), publicación que, sin duda, debe encontrarse entre las mejores obras de poesía de este año. En Whitechapel la idea de la violencia y los asesinatos se transforman en la metáfora perfecta de cómo se forman nuestras sociedades tan posmo y contemporáneas: crímenes y silencio. Sangre y dolor: “matar / es tener la llave de una puerta”, nos dice en uno de sus poemas. A lo largo de sus versos, Brodsky, nos inserta en la figura del serial killer rojo, a través de su biografía, de citas, pero también reconstruyendo sus crímenes y deconstruyendo los trozos de sus víctimas.

Hay más. El poeta aprovecha los crímenes para evidenciarnos ciertas obsesiones: el cine de Sam Peckinpah, los guiños a Jack el destripador, a Melville, a Bolaño, a la música jazz y, además, profundiza, como ya lo había hecho en su poemario anterior (Las puntas de las cosas) en el fracaso y la imposibilidad revolucionaria, esta vez mediante la historia: la UP y el Holocausto nazi.

Brodsky escribe de forma directa, clara, su poesía es más de imágenes que de piruetas fx. Se agradece el tono, el tedio, la anti-épica y la cita pop y culta que evidencia el poeta, logrando una tensión importante, una poesía que dialoga con la narrativa y el suspenso cinematográfico: “Mi casa no es, como pudieran / imaginar, una sucesión de / charcos de sangre ni pellejos / colgando en las paredes”.

De eso va Whitechapel. La historia del fracaso occidental. Del terror y el crimen como herramienta política y de subyugación. Cada imperio necesita de sus triunfadores y de sus derrotados, de sus dictadores y sus mártires, pero no se debe olvidar, sus mercenarios y sus monstruos, quizá el mejor reflejo de las culturas y los estados en que se producen. El horror como espejo.



jueves, 10 de diciembre de 2009

La Figura del Antihéroe en el cuento Ojo Silva de Roberto Bolaño

12/10/2009 08:40:00 a. m.

La Figura del Antihéroe en el cuento “Ojo Silva” de Roberto Bolaño

Roberto Bolaño, nació en Santiago de Chile en el año 1953 vivió en México junto a su familia durante su juventud, donde se convirtió en escritor, luego viaja a España donde reside hasta su muerte. Autor de extraordinario talento, forzó los límites de la literatura en una serie de novelas con las que se consagró como una de las voces más importantes y personales de la narrativa latinoamericana. En sólo una década, en una suerte de carrera contra la adversidad, Bolaño dejó atrás la marginalidad y “se convirtió en un cuentista y novelista central, quizás el más destacado de su generación, sin duda el más original y el más infrecuente”, en palabras del también escritor chileno Jorge Edwards.

Sus novelas se destacan por el subgénero policial, la novela negra hispanoamericana, donde se parodia al héroe-detectivesco e intenta fotografiar las vidas marginales, melancólicas, el lado oscuro y grotesco de la sociedad. Entre sus obras más destacadas se encuentra: “Los perros románticos”, un recopilatorio de la obra poética creada entre 1977 y 1990, la novela “La pista de hielo”. En 1996 presentó “La literatura nazi en América” y “Estrella distante”, y en 1997 la compilación de cuentos “Llamadas telefónicas”, que le valió el premio Municipal de Santiago de Chile, el más importante en su país. El año 1998 publica la novela Los detectives salvajes, más tarde publica uno de sus más acabados libros de cuentos “Putas Asesinas” (2001) donde se encuentra entre otros el cuento “El Ojo Silva” el cual trataremos a continuación.

Un fotógrafo vive una experiencia lejos de su país natal que lo lleva a la melancolía más profunda. El personaje del Ojo Silva es un personaje marginal que odia la violencia y que por eso muchos tildan de cobarde, además su homosexualidad es escondida a causa de de sus ideologías políticas:

“… Me dijo que durante algunos años había llevado con ¿pesar?, ¿discreción? Su inclinación sexual, sobre todo por que él se consideraba de izquierda y los compañeros veían con cierto prejuicio a los homosexuales…” (Bolaño, 2001:13).

Por lo tanto, el personaje principal que más tarde se convierte en semihéroe es en realidad un homosexual, artista (fotógrafo), socialista (en tiempos de dictadura en Chile) y considerado un cobarde, es decir Ojo Silva es un marginal y un hombre desarraigado, un viajero producto de su profesión, y con ello se exilia apenas empezada la dictadura en Chile.

Muy lejos de Chile, el personaje que narra y recuerda al “Ojo”, se vuelve a encontrar con él, y éste le cuenta una historia que no había contado nunca antes a nadie. En un viaje de trabajo a la India debe fotografiar a las prostitutas del lugar. Una noche el “chulo” le ofrece a una de sus muchachas :

“Una tarde lo invitaron a tener relación carnal con una de las putas. Se negó educadamente. El chulo comprendió en el acto que el Ojo era homosexual y a la noche siguiente lo llevó a un burdel de jóvenes maricas” (Bolaño, 2001: 12).

En esta escena la novela negra toma color pues se involucra el ambiente marginal y grotesco junto con los personajes tipos que se destacan en la novela policial “la prostituta”, el “homosexual”, pero el personaje se encuentra con algo aterrador y es ahí donde se transforma en un antihéroe, pues a pesar de su perfil de fracasado social logra, en parte, ser un héroe.

Como dice Simunvic Díaz, sobre la novela negra: “El realismo del mundo narrado aumenta en medida proporcional al abandono del juego lógico de las causas y los efectos. En todo caso se trata, como podrá suponerse, de un efecto realista, como ha sido siempre todo realismo estético. Las acciones tienen, ahora, resortes más ambiguos y éstos no se develan al final de la novela sino a través de todo el relato”. Es así como a través de cuento se va develando el caso que cobra un sentido real y verosímil.

El burdel de “maricas” corresponde a un tipo de “basurero” de niños que son castrados producto de un ritual religioso que dura un año, al término de la festividad, el niño pasa a ser de la representación de un dios, a un castrado que no sirve.

El cuento cuando Ojo se da cuenta de esto salva a un niño que estaban a punto de operar y a otro más que ya lo estaba. Sale de ahí escondiéndose, sin embargo, nadie lo persigue. Aquí surge nuevamente la figura del antihéroe:

“Lo único cierto es que hubo violencia y poco después dejo atrás las calles de aquel barrio como si estuviera soñando y transpirando a mares, Recuerda con viveza la sensación de exaltación que creció en su espíritu (…) la sombra que proyectaba su cuerpo y las sombras de los dos niños que llevaba de la mano sobre los muros descascarados. En cualquier otra parte hubiera concitado la atención. Allí, a aquella hora, nadie se fijó en él” (Bolaño, 2001: 22).

El hecho de que nadie se fije en él refleja la poca importancia que tienen los tres personajes, la falta de interés del resto del mundo por estas personas ocasiona que su preocupación posterior sea hasta ridícula:

“En sus pesadillas, no obstante, el Ojo soñaba que en la mitad de la noche aparecía la policía india y lo detenían con acusaciones indignas…” (Bolaño, 2001: 23).

Si bien la imagen del Ojo como un semihéroe de estos niños que nadie quiere es conmovedora también ocasiona la analogía de lo que sucede en Chile y en Latinoamérica, pues se transforma en un personaje simbólico de las utopías de Latinoamérica, ya que intenta luchar contra la adversidad, la injusticia y la violencia que envuelve cada entorno, como escribe el propio Bolaño al comienzo de este cuento:

“De la verdadera violencia, no se puede escapar, al menos no nosotros, los nacidos en Latinoamérica en la década de los cincuenta, los que rondábamos los veinte, cuando murió Salvador Allende” (Bolaño: 2001, 11).

Esa verdad homogénea, trasforma al antihéroe en un símbolo que endurece aún más el género de la novela negra, pues los personajes y el ambiente provocan una insatisfacción cruda hacia el mundo real, el viajero hace de este episodio en su vida, un episodio de injusticia que enarbola cualquier valor humano universal y requiere de un espíritu que refleje dicha verdad.

Además a través del personaje del Ojo se vuelve importante una serie de detalles que en una diversidad de factores que fluctúan en un puñado de guiños que llevan al personaje más allá de una marginalidad a una incomprensión propia del espíritu latinoamericano y oscuro que representa el genero negro policial en esta región.

Uno de estos detalles es el contraste de mundos y el espíritu viajero, lo mandan desde Francia, cuna de artistas y refinamiento, a la india país de discriminación, pobreza, enfermedades y hambre, lo que el va ha hacer es fotografiar, este recurso conlleva plasmar el dolor de las personas fotografiadas, es por esto que lo primero que él hace al ver al “marica” de diez años tiritando de miedo es fotografiarlo y así perpetuar su angustia y dolor.

El otro detalle importante es que el deja a su pareja en Francia por quedarse con sus “hijos” a los cuales ve morir producto de una enfermedad que asota la aldea en la cual viven, es decir, que su vida personal se transforma en algo distante y melancólico, lo cual se acrecienta aun más con el final del cuento donde se profundiza la ideología que expresa la obra, la relación de soledad y de angustia por el mundo:

“… sin dejar de llorar por sus hijos muertos, por los niños castrados que él no había conocido, por su juventud perdida, por los jóvenes que ya no eran jóvenes y por los jóvenes que murieron jóvenes, por los que lucharon por Salvador Allende y por los que tuvieron miedo de luchar por Salvador Allende (…) su amigo francés le dijo que se calmara. Y el Ojo se rió sin dejar de llorar y dijo que eso haría y colgó el teléfono. Y luego siguió llorando sin parar”. (Bolaño; 2001, 25).

En conclusión, aquí se demuestra un dolor a todo, el antihéroe latinoamericano llora de angustia no por su cobardía, sino por la falta de coraje del mundo entero. De esta forma su amigo francés pasa a ser una persona que no siente del mismo modo porque no ha vivido lo que él, tal cual como las civilizaciones “acomodadas” no ven, ni viven, ni sienten las crueldades y la violencia de los menos afortunados, sobre todo de aquellos que nacieron en Latinoamérica en los años cincuenta.

Bibliografía:

Semunovic Díaz, Horacio Gabriel; artículo: “Notas sobre la novela negra chilena” .

Bolaño, Roberto: “Putas Asesinas”, cuento “El Ojo Silva” (2001).

Opazo Carolina

Valencia Violeta.


miércoles, 9 de diciembre de 2009

LA SORPRENDENTE NOVELA DE CÉSAR VALDEBENITO

12/09/2009 11:17:00 a. m.


LA SORPRENDENTE NOVELA DE CÉSAR VALDEBENITO

Por Francisco Javier Parra

Correcciones Elementales

César Valdebenito

Narrativa, ficción

249 páginas

Ediciones de bolsillo C&M

Santiago, 2009

Acaba de aparecer en librerías la novela Correcciones Elementales, del escritor César Valdebenito. El héroe de la novela es Claudio Villanueva Zawaski, un escritor maldito envuelto en una vida que lo supera. Vive rodeado de tipos complejos que cada cierto rato nos parecen unos evocadores de penas del pasado, unos superdotados, o unos seres paradójicos. Junto a ellos, una serie de personajes secundarios toman a veces las riendas de la narración y sus destinos lentamente se van uniendo al del protagonista con sus muertes y desapariciones. Claudio Villanueva puede ser el diablo, o un ángel, o un pobre hijo abandonado por su padre, o un ser infeliz que carga con la culpa de la muerte de éste. Es un ser sin identidad porque las tiene todas, puede amar, odiar, utilizar a sus amigos, joderles la vida, golpear mujeres y ser golpeado. En ese maremagnun el protagonista camina en la cuerda floja, porque es un personaje que ya hizo lo que quería hacer y que ya no podrá ser otra cosa que lo que es: un poeta solitario impenitente, pero que se seca y pierde no sólo la virtud que la vida le dio para escribir, sino al revés, pierde la vida buscando aquella virtud. Sin embargo, no se crea que en la trama de Correcciones Elementales surge el vicio de muchas novelas actuales, en que el escritor escribe para escritores y en que la trama no conoce más aristas que la vida misma de ese escritor. Aquí el asunto es muy distinto; Claudio Villanueva es un personaje extremadamente complejo que desarrolla una carrerilla como escritor o celebridad literaria de una pequeña ciudad, pero que no agota ni sus particularidades ni mucho menos su historia en aquello, sino que junto a él nos arrastra hacía un Sur profundo, desolador y turbulento.

Así Correcciones Elementales nos presenta una buena cantidad de historias sólidas, sórdidas, conmovedoras y apocalípticas que son narradas con una síntesis demoledora, careciendo de todos los tópicos desgastados que afloran recurrentemente en la narrativa nacional. Como telón de fondo la novela nos muestra un nítido cuadro social y político y a partir de ahí todo trata del caos personal. El autor aborda cada capítulo desde ese mismo ángulo, y dejando que cada línea de su prosa deje una huella indeleble en nuestra memoria. Leer a Valdebenito es como ver un reportaje de guerra o como recibir el diagnóstico de una enfermedad terminal y ahí nos encontramos con la intimidad del amor, la paranoia de las amistades que se quiebran y reconstruyen y vuelven a quebrar y el narcisismo descarado y frívolo de las familias.

Y, como Villanueva en sus buenos tiempos (si alguna vez los tuvo), Valdebenito es un poeta de condiciones notables, y no duda en desperdigar la belleza de su poesía en cada palabra que escribe. Así como tampoco le teme a la sexualidad arrolladora y enfermiza de sus personajes, ni a la violencia extrema, ni al amor más tierno. Y es a través de esa poesía que se nos permite ver, tocar, sentir la ciudad donde transcurren los hechos; el Concepción agitado y convulso de finales de los años noventa y principios del dos mil.

La técnica de la novela es variada y plagada de los más diversos recursos. El monólogo interior y la reflexividad del protagonista en algunos capítulos, contrasta y a la vez armoniza con una narración seca y dura de otros, lo que, sin embargo, aparece unido a la perfección, sin perder la línea humorística, grotesca, exuberante, de la prosa de Correcciones Elementales.

En cuanto a estructura, Valdebenito divide su obra en cinco partes, cada una de las cuales se compone de capítulos cortos que en sí mismos encierran una y muchas historias, pero dejándole al lector el espacio suficiente para interpretar y reflexionar acerca de aquellas, al más puro estilo de autores como Carver o Hemingway, siguiendo la tradición realista y sucia de la mejor narrativa norteamericana.

Sin duda, Correcciones Elementales constituye una pieza clave y sólida que permite afirmar que estamos en presencia de uno de los más dotados autores de la literatura chilena contemporánea.

martes, 8 de diciembre de 2009

Sobre "VUELO" de Rodrigo Arroyo

12/08/2009 08:53:00 a. m.


Una de las bases permanentes de la poesía chilena contemporánea es –mal que les pese a nuestros comisarios de siempre- Altazor de Vicente Huidobro. En este libro, uno de los más citados y peor leídos de toda nuestra literatura, la figura del poeta cae en paracaídas desde un cielo de clara y consciente expresión en una progresiva internación en el territorio del lenguaje mismo, el cual se va sustancializando hasta traspasar la inteligibilidad y volver a la musicalidad pura –casi netamente potencial- del fonema.

Sería una operación reveladora la empresa contraria –ir hallando tras la palabra la presencia de sus significados plenos-, y encontrar en VueloChilean Poetry (Valparaíso: Ed. Fuga, 2008) la rigurosidad al seguir un programa ambicioso: el actualizar el conflicto entre el mundo de la creación (asumido como un interior) y el de una posible (imaginada) naturaleza, ubicada en un afuera. Ante aquella rigurosidad programática, el nuevo poemario de Arroyo se planta desde una perspectiva absolutamente otra: la indicación de un decidido salto al vacío en pos de la presencia plena de la palabra poética. (Valparaíso: Ed. Inubicalistas, 2009), segundo poemario de Rodrigo Arroyo (Curicó, 1981), una tentativa en este sentido, es digno de agradecimiento. Destacábamos en

La difícil construcción de un discurso poético sostenido en una duda permanentemente abierta hacia el vacío es realizada con una notable limpieza expresiva. La brillantez de la labor escritural se deja ver repetidamente en base a procedimientos que saben desvanecer efectivamente la sustancialidad de los objetos mostrados:

Los objetos deben ser mostrados, pero no dichos,

los objetos constituyen un modelo parecido al de un río

entrando al mar por la noche.

Es en la entrada que todo ocurre: las violaciones, las marcas, los ruidos

el paso del río al mar es un deseo de luz,

oculto en la sombra del objeto.

El recorrido efectivo por la realidad referida encuentra el obstáculo continuo de una subjetividad que recae en la duda y en una proliferación de reacciones ante ella –la instrucción, la negación, el recurso a una vaga y oscura memoria existencial o a excesivamente precisas referencias literarias- que logran mantener la suspensión de la expresión poética a través del libro. La resultante penumbra del lenguaje poético, necesariamente, tenderá a una disolución del sujeto hablante, que toma realidad efectiva en la entrega a un sujeto plural –nosotros- y la diferencia temporal hacia el pasado: la memoria de la unión amorosa, suma del vértigo y amalgama de deseo y violencia. Como procedimiento, esto hace proliferar la posibilidad de referencias, produciendo la densidad textual que desde ya Arroyo mostró en su primer libro, ahora en una clave y una poética que anhela y sale a buscar ese exterior que constituía el tabú y la fuente de negatividad en Chilean Poetry. Entonces, más que imágenes precisas que se complementan entre sí, nos encontramos con la proliferación: puntos de fuga que densifican y confunden el horizonte del texto, dando a ese salto al vacío (ese vuelo que se define reiteradamente como caída) realidad en los procedimientos mismos del texto.

El uso de la figura de un boxeador en sus últimos días –uno de los mencionados puntos de fuga- muestra con precisión este caso: logra apuntar hacia una dimensión física y violenta de la búsqueda emprendida, pronosticando desde ya su vocación de fracaso, lo parcial y momentáneo de su triunfo. A partir de esta figura, las asociaciones de la lona, los golpes enviados y recibidos, etc., se suceden y entremezclan con las demás líneas de imagen.

Siendo la empresa por la palabra plena una tarea perdida –quedando su comprensión en una escena pasada, recordada-, lo que queda es un apocalipsis de imágenes poéticas –una revelación y una clausura de tiempo y espacio-, que hace pesar sobre el hablante la labor de testigo de algo inefable. El hondo pathos de esta situación poética revela una gran profundidad de tono y una notable belleza expresiva, que es capaz de amalgamar tonos cotidianos de lenguaje con un acento lírico que logra actualizar recursos a la nostalgia y al delirio imaginativo.

Este libro de Arroyo lo confirma como una voz particular y destacada en el concierto de la actual poesía joven, precisamente en la medida en que desplaza decididamente la sencilla referencialidad vivencial que aquélla ha en general tomado los últimos diez años. Si bien la decidida elección por una distribución editorial que podría ser vista como precaria y marginal desde lugares más privilegiados pudiese hacer esto menos visible, Ediciones Inubicalistas promete por su interesante propuesta formal –libros hechos a mano, sencillez extrema de formato y diseño- y las buenas decisiones editoriales que asegura la presencia de Felipe Moncada y el mismo Arroyo, constituir un buen ejemplo de marcar distancias en cuanto editorial de poesíarubro). Las editoriales independientes de poesía cumplen una función de particular significación y tradición que los Inubicalistas confirman. con respecto a las con frecuencia sobrevaloradas empresas que en Santiago han hecho la misma labor (aunque pensando en ellas haya que decir


Carlos Henrickson

http://henricksonbajofuego.blogspot.com/