SOBRE POEMAS IN-PÚBICOS
Y OTRAS DESMITIFICACIONES.
Por Antonio Arroyo Silva.
A propósito de Poemas In-Púbicos (1), su autor Mario García Álvarez manifiesta, en una conversación reciente mantenida con el que escribe estas líneas, que le parece relevante el hecho de que, siendo un libro personal, se haya transformado en un hecho colectivo, al participar un número importante de (hoy) reconocidos artistas, en esta Re-Unión: “ya estábamos unidos, nos unimos en la lucha contra la Dictadura, sufrimos la represión de Pinochet, y en ese contexto nos hicimos amigos entrañables, la materialización del libro (su edición) también lo fue, Antonio Briones (amigo también desde esa época y contexto) decidió que debía existir (posteriormente creó una editorial: Ventana Abierta). Entonces este libro es un libro paradójico, se puede entender como el desamor que sufrimos, sentimos, hoy, ayer...pero que existe en su materialidad como una acción de amor, entendido como amistad, tal vez, porque igualmente nos represente como generación, en esa dificultad que es amar y sentirse amado, amando, porque amamos demasiado, o porque vivimos el desamor...por eso las máscaras, la inercia de los boleros, la transversalidad de la palabra, la imagen, y la música de fondo, y la teatralidad dialogante de la tragicomedia”.
Dato curioso que hay que destacar: unos poemas escritos que se unen a la música y al color de la amistad. Los amigos entrañables que dialogan con esos poemas del desamor, vital o metafórico, ya hacen su interpretación y le dan ese matiz colectivo; muchos dibujos, ilustraciones, artes visuales (está a la vista) son lecturas de cada poema y del conjunto, algunos producidos expresamente para la edición. Eduardo Berrios, Luis Contreras, Hernán Godoy, Samuel Guerra, Leo Lobos, Daniel Palomino e Iván Zambrano, todos artistas visuales, buscando la unificación de las artes como vía de conocimiento y desarrollo del espíritu humano.
De ahí y de otras contiendas ese afán de difusión y de estrechamiento de lazos humanos que vemos en Leo Lobos que, individual y colectivamente, apuesta por un arte total, donde los límites entre pintura, música y poesía no existen, de manera que la llamada abstracción de su arte visual encuentra su concreción justa en la vida y en la poesía con total equilibrio, siempre manteniendo la frescura de su emoción primigenia, siempre puente que cruza las fronteras y las lenguas.
En lo que se refiere al texto de Poemas In-Púbicos, a primera vista apreciamos que está dividido en cinco partes: AMO-RÍOS, A MOR-DISCOS, ALTA FILOSOFÍA, IMITACIÓN A NARCISO y AL FINAL. Como dice el poeta y crítico chileno Christian González Díaz, el cinco es el número de la inteligencia y la sensibilidad (2). Número a su vez que constituye la simetría perfecta del dos: la pareja en conflicto que aparentemente bulle entre las líneas y también la infinidad de pares posibles que se desarrollan en la mente tanto del yo lírico del texto como en el tú lector. En la primera y segunda parte, el poeta utiliza, aparte de otras recurrencias, la técnica de escribir como si escuchara boleros en todas las emisoras posibles de la radio o la televisión, una técnica de zapping que contribuye a parodiar el tema del amor-desamor y, por supuesto, a romper con el código impuesto ante un caso y otro.
Si cada amor
es una flecha
disparada al corazón,
éste ya no resiste
otra estocada.
Op. cit, p. 18.
Ironía, que junto al juego de palabras y de conceptos, llega al sarcasmo agudo:
A veces
cuando llegas
yo ya no estoy
y otras
para que yo llegue
es necesario
que te vayas varias veces.
Op. cit, p. 24.
Fraseología del amor cotidiano, coloquialismo del más íntimo erotismo, jugando con el odi et amo del poeta latino Catulo, no gratuitamente citado en los epígrafes que abren el poemario. Jugando también con las palabras, cortándolas, sacándole el jugo a todas sus posibilidades comunicativas: “Amor-Discos”, “A Mordiscos”. George Bataille dice que las etimologías falsas impulsan la poesía. Si precisamente esas etimologías brotan de lo más íntimo del ser comunicante, ¿dónde está la falsedad? Son precisamente el motor, el quid que impulsa la expresión a su balbuceo primigenio y sin el cual no tendríamos lengua alguna. Aquí, en este poemario, hay muchos ejemplos, aparte del expresado, de lo que decía el filósofo francés (3).
El escritor canario Sabas Martín en su prólogo de Las máscaras de Afrodita (4) de Rosario Valcárcel dice que en su poesía es ella misma, la poeta que escribe, quien se desvela y se muestra despojada de máscaras y coartadas sociales. Aquí prevalece el estremecimiento del cuerpo sumido en sus propias vibraciones que son desnudez de las emociones y revelación que no sabe de las limitaciones del pudor. Valga este parangón a propósito de las manifestaciones que el propio Mario García hace al principio de estas notas. Sí Rosario Valcárcel se ha despojado de todas las máscaras para verter su sensibilidad femenina en la expresión, nuestro poeta chileno lo hace quizás desde una óptica masculina para desmantelar en el poema mismo todo aquello que ha viciado la expresión poética respecto al erotismo y sus lugares comunes masculinos. Si Rosario Valcárcel ya sabe dónde está el punto G del cuerpo poemático, Mario García sabe dónde no debería estar: Si este amor/ ha de ser eterno/ te repito/ éter-no. Sabe muy bien, como afirma Rosario Valcárcel en su poema “Soy discípula de Afrodita”, que muy pocos hombres sobrevivirán, como también intenta explicar el poeta-escorpión al principio de Poemas In-Púbicos.
Por otra parte, Mario García Álvarez no sólo pretende acabar con el mito del amor-desamor sino incluso con el logos de esta dicotomía, de ahí esa tercera parte titulada “ALTA FILOSOFÍA”, donde, a través de pinceladas teñidas de ironía y sarcasmo, pone en tela de juicio todos los conceptos referentes al pneuma y la fysis del amor. Sócrates, los presocráticos, Descartes, incluso la teoría de la relatividad se transforman en discursos de dicho desamor. No resulta sorprendente que no aparezcan Nietzsche ni Derrida, pues el discurso de Mario García precisamente responde al ansia de un quebramiento y una deconstrucción del paradigma amatorio.
Según Denis de Rougemont (5), los mitos manifiestan entre nosotros un poder demasiado indudable. "El mito es una historia, una fábula simbólica, simple y patente que resume un número infinito de situaciones más o menos análogas. El mito permite captar de un vistazo cierto tipo de relaciones constantes y destacarlas del revoltijo de apariencias cotidianas."
En lo que a Poemas in-Púbicos se refiere y siguiendo la elocución Rougemont, nos plateamos una cuestión: ¿por qué el distanciamiento ha de ser el motor del deseo? A lo que Freud respondería: “Hace falta un obstáculo para pulsionar a la libido hacia lo alto, y donde las resistencias naturales a la satisfacción no bastaron, los hombres de todos los tiempos interpusieron unas resistencias convencionales al goce del amor”(6). Esto supone que al mito le correspondería traducir las reglas de esas resistencias convencionales. De ahí que se destaque el elemento sagrado alrededor del cual se formó dicha convención. Se ha señalado que tanto el origen del mito como su sentido deben ser oscuros. Se presenta, pues, como una expresión totalmente anónima de realidades colectivas. La oscuridad del mito no reside en su forma de expresión, pues ésta puede ser de lo más simple. La oscuridad está, en primer lugar, en el misterio de su origen que se remonta a la noche de los tiempos. En segundo lugar, esta oscuridad se correspondería con la importancia vital que el mito simboliza, que en el caso del erotismo se transforma en un tabú.
En este sentido, la obra de arte se distingue del mito casi radicalmente, puesto que el valor de aquélla no surge más que del talento del creador. Esto no quiere decir que el mismo creador no pueda aprovechar ciertos elementos para ir a las raíces, al origen, e incluso recrearlo dándole un nuevo sentido al relacionarlo con la intimidad de su intelecto ávido de simbologías que justifiquen su propia vida o su propio pensamiento.
El mito expresa unas realidades en la medida que el instinto múltiple lo exige. Pero la luz de la razón acecha, amenaza con ir a contárselo todo al profano iconoclasta. De ahí ese velo de misterio, esa llama oculta en las cavernas del ser de la tribu.
Tu amor es un mito
-me dijo-
Mentira le dije
el mito eres tú.
Op.cit, p. 29
De esta manera, Mario García se sabe iconoclasta desvelador de los tabúes; pero no profano, acaso un trovador occitano que entendió que los tiempos que le tocaron vivir no estaban para amores corteses y que el desenfreno feudal pillaba del lado de un poder represivo demoledor. Su forma artística y vital de afrontar el mito fue, pues, llevar a cabo un proceso de desmitificación, retrotrayendo toda su estela a una posible realidad cotidiana y monótona. El ser humano como ente colectivo realmente no ha alcanzado la preconizada-prefijada etapa del logos. El propio sociólogo suizo Dennis de Rougemont, partiendo de los textos de la literatura occidental, desde que se constituyera en la Baja Edad Media hasta la actualidad, establece que el motor de nuestra sociedad actual es el mito del triángulo amoroso, que desde su manifestación primera y con las distintas máscaras que le han impuesto las religiones y pensamientos hasta ahora, ha navegado por la mente múltiple y atemporal del ser humano occidental. Así Tristán e Isolda, la filosofía sufí que penetra en el pensamiento cristiano y se manifiesta en lo heterodoxo en los albigenses; y en lo ortodoxo, en la mística de Juan de Yepes y Teresa de Cepeda. Y todo como resultado de las interpretaciones que los árabes hicieron de la filosofía de Platón. Mestizaje de mestizaje e instrumento de dominio. Observen con qué iconoclástico desenfado nuestro poeta de Chiloé desmarca todos los conceptos religiosos y socioculturales en general, ya lo hace desde el título de este poema “VOX DEI”:
El señor nos da,
El señor nos quita,
El señor
os proveerá,
me dijo,
mientras se iba
con un señor
desconocido.
Op. cit., p.36.
El poeta no es que se muestre angustiado ante el fracaso amoroso o ante el mismo desamor, sino que, desde la poesía misma, por medio de su humor y su desenfado vitalista, desmiembra todos los elementos que rodean dicho tema, tanto en sus manifestaciones místicas como en aquéllas más carnales y momentáneas. En este sentido, el poema no cae en la misoginia habitual de aquellos poetas que tratan el mismo tema, sino que como el propio Mario García Álvarez manifiesta en su auto-cita que abre este libro: “Por mis ojos la musa/ llora”. Es esto, pero a su vez otra cosa.
Estas tres primeras partes de Poemas In-Púbicos conducen al sujeto lírico (tanto al uno como al otro, pues hay varios yos) a plantearse o replantearse el concepto del amor como una lucha entre Eros y Thanathos:
El amor siempre ha sido cueva árbol
follaje
penetrando hasta las raíces mismas
del gusano
allí donde el amor se derrumba
en sus propios huesos,
como una explosión de carne
dentro de la carne.
Op cit. IV, p 51.
Una lucha siempre ganada por el segundo, el contendiente inevitable. Una sensación inefable. El amor como escritura en la página en blanco o en el sexo de la mujer. El hombre-poeta cree tocar a la mujer-página-escritura y la mujer cree tocar al hombre-poeta; pero cada cual se besa a sí mismo en los labios del otro. Como Narciso en el espejo. Así
cada uno ama el amor
que para si mismo ha creado
en su propio espejo
Op. cit. IV, p. 52.
De ahí la insatisfacción: no encontrar en el otro lo que se espera en uno mismo. De todas formas, como el propio autor manifiesta arriba, quizás triunfe el ágape.
La poesía, la verdadera poesía como la que nos ocupa, no es un juego con la certeza, sino un desvelamiento de la incertidumbre que hay detrás de la verdad aparente. La verdadera poesía no miente ni en cuanto a su forma ni en cuanto a su contenido. De hecho, en poesía, la sintaxis es la semántica del texto, la respiración del tejido del poema (y del poeta). Ahí (y aquí) la singularidad de este poeta y de su obra. Y la evidencia de lo que digo es patente, pues el poema se parece a la vida real y el contexto de la persona que escribe estos poemas in-púbicos o impúbicos (no por falta de pudor sino por rebeldes), y de los lectores que comulgamos con su percepción y cosmovisión.
Me parece revelador que nuestro poeta haya descubierto en su verso que los amantes (los de la poesía y los de la vida) al final no serán ese polvo enamorado de Quevedo y que tanto ilustró a los sujetos líricos de nuestro denostado romanticismo literario. Sólo un aire eternamente conjugándose a sí mismo en el desierto blanco de la página:
eso somos,
palabras nada más
palabras
sólo aire empujado por el viento
(y el olvido del placer y del amor)
Op. cit. V, p 55
Qué mejor asunción puede adoptar el poeta. Si el propio William Carlos Williams dice que hasta en el infierno crece la flor del asfódelo, esa flor verde, igual que un botón de oro con tallo bifurcado, de la misma manera crecerá la poesía en ese desierto blanco de la página. Porque el poeta, cuando baja al infierno de Dante, florece su verdad, aunque sea en forma de ranúculo.
Poemas In-Púbicos, de Mario García Álvarez, vuelve a ser de nuevo una Re-Unión, porque, además de englobar a su autor y a aquellas personas que lucharon por unos ideales comunes, tanto internos como externos, ahora mismo en las ciudades, en los campos y selvas todavía queda gente con sus luchas humanas y divinas contra las dificultades de amar y sentirse amadas que, a fin de cuentas, también son amor.
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NOTAS
(1) Mario García Álvarez, Poemas In-Púbicos, Generación Bouls, 2ª edición, Santiago de Chile. Nacido en Chillán, 1964. Poeta, escritor y profesor. Ha publicado (Des) Pliegues de Papel y Follaje y Poemas In-Púbicos (Ediciones Aumen, Valdivia, 1995), Los Palafitos…del Paisaje (ediciones Aumen, Valdivia, 2000). Textos suyos han sido traducidos al italiano y al portugués y recogido en antologías como Poesía chilena desclasificada 1973-1990 (Edit. Étnica, Santiago 2006), Anaconda, antología de autores latinoamericanos (Edit. Poetas.Com, Roma, 2003), Carne fresca, poesía chilena reciente ( edit. Desierto, México, 2002), Abrazo Austral: Poesía del Sur de Argentina y Chile (Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, 2000).
(2) Christian González Díaz, en “Del velamen que sueña con la isla” (sobre Caballo de la luz, de Antonio Arroyo Silva, Cinosargo, Arica, Chile, julio de 2010.
(3) Pierre Joris, “Nembrot en el Infierno”, traducido por Joseph Mulligan y Mario Domínguez Parra, en el suplemento literario El Perseguidor del Diario de Avisos, codirigido por Eduardo García Rojas y Coriolano González Montañez, Santa Cruz de Tenerife, sábado 23 de julio de 2011.
(4) Rosario Valcárcel, Las máscaras de Afrodita, Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2009.
(5) Dennis de Rougemont, El amor y occidente, ed. Kairós, Barcelona, 2006. Algunas ideas se basan en esta obra.
(6) Freud, S., Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa. (Contribuciones a la psicología del amor, II). En: OC, Vol. 12, Amorrortu.
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