viernes, 29 de enero de 2010

TACONES BAJO LA LLUVIA DE ANITA MONTROSIS O LOS DIVERSOS ROSTROS DE LA FEMINEIDAD.

1/29/2010 02:18:00 p. m.

Escrito por Eduardo Jeraldo Farias Alderete

Enfrentarse a la primera obra de un poeta es una tarea delicada, se busca la impresión final de los versos, el peso específico de los versos, así, como en una cata de vino se descubre el cuerpo, el bouquet, etc. Sorprende la fluidez de los versos, sorprende a veces el intencionado vaivén de las palabras, el remate sorpresivo pero eficiente, rimas incompletas que dan una riqueza inusitada a los textos. La composición de los poemas, es breve, enjundiosa, tajante la mayor de las veces, creando unidades compactas que se entrelazan en un solo leitmotiv: la femineidad.

Lo último debe sonar obvio, pero no es tan así, sobre todo para aquellos acostumbrados a una voz femenina contestataria, áspera, refractaria, fuerte y a menudo de palabras gruesas. Mas en Tacones bajo la lluvia encontramos una voz femenina, igual o más intensa que aquellas antes mencionadas, así el lector, que por fortuna es hombre descubre los matices firmes de lo femenino en el universo, volviéndose el universo femenino y agudo.

Si se es mujer, a mi juicio, resultaría desconcertante entrar en ese salón de espejos, con nombres y sin nombres que es este libro de poemas. Razonamiento de hombre , dirán las detractoras. Error común es separarnos tajantemente en géneros. Fuera de esta discusión que ha llevado sus siglos, si no es que milenios, encontramos en Tacones bajo la lluvia una serie de imágenes arraigadas en la espiritualidad de la mujer, abuela, madre, hija, hermana, bailarina, etc.

Lector, no es un atlas, no un muestrario donde encontrarás diversos aspectos de mujer, no. Es como un óleo general , un mural, si así les place donde se impregnan imágenes , siluetas, historias , escenas , el frío del invierno, la moralidad cristiana, algo de paganismo , todo en un sincretismo que evoca nuestra propia historia, esa en que éramos amamantados por nuestras madres, esa proximidad que fue variando en los pasos de nuestras existencias. Es lo natural y obvio.

Así las cosas, habrán lectores en cuya memoria se evocaran paisajes sureños y la abuela, antiguas Iglesias católicas, la imaginería y la Virgen de Lourdes. En otros, los declives del matrimonio, los episodios álgidos del mismo, cartas que no debieron ser escritas, ni leídas ni conservadas, o las sombras de lo abstracto, el umbral del sentimiento descarnado: la confesión.

Es cierto, es delicado tratar de analizar la primera obra de una poeta, buscar ese sesgo técnico, depositar a distancia la lupa de la crítica, demostrar todo lo que uno ha aprendido respecto de la literatura, pero es abismante enfrentarse a un trozo de alma plasmado en los versos, las imágenes asaltan con una crudeza que impactan, se debe leer Tacones bajo la lluvia, para entender la dimensión de lo antes dicho. Es recomendable ir con los ojos bien abiertos, con el corazón más vidente que los mismos ojos.



jueves, 28 de enero de 2010

Avatar: Cameron, la mineria y las multinacionales

1/28/2010 12:03:00 p. m.

En Avatar los humanos llegan al planeta Pandora, bajo el mando de una multinacional minera y un ejército mercenario. Les interesa un mineral altamente cotizado. Esta codicia por el recurso lleva a destruir los lugares más sagrados de Pandora, planeta habitado por una raza de aborígenes que mantiene una singular conexión con la naturaleza.

En Latinoamérica no sucedió lo de Avatar. Aquí los invasores arrasaron con los aborígenes. Se dispersaron como metástasis en todo el continente por codicia. Camuflaron su actuar en nombre de la humanidad, el rey y la Iglesia. De los indios, más preocupados en la naturaleza que la guerra, quedó poco o nada. Aquel mínimo se transculturizó a través de la Iglesia y un régimen jerárquico donde primó el miedo. Aquellos indios fueron la mano de obra que armó las ciudades, explotó minas gratis, fue a la guerra y agasajó por siglos a los europeos. De la mezcla aborigen y europea, en la mayoría de los casos, surgió el grueso de la población que compone los países andinos con la detestable proporción -en algunos países más marcada que otros-: a mayor sangre europea, mayor riqueza y mayor sangre aborigen, mayor pobreza.

Del rey, la iglesia o personajes como el codicioso tuerto Almagro, y después de mucha agua bajo el puente nuestro continente pasó a transformarse en un importador de materias primas como gas, cobre, soya y petróleo. Esto provocó el arribo de las multinacionales. En nuestro caso, Antofagasta, las multinacionales de cobre.


Minería

En Chile y particularmente en el desierto de Atacama, hemos visto y comprobado los efectos de la minería. Como en toda política tercermundista, el mantenimiento del orden social lo entregan las fuentes de trabajo -importan poco de donde venga y que hagan nuestros recursos- más que que el futuro, la naturaleza ni menos las comunidades andinas, en su mayoría aborígenes. Basta revisar el efecto de las mineras en las contaminadas playas de Tocopilla y Chañaral, por ejemplo, donde incluso Ricardo Lagos, en sus días de presidente, se bañó con la intención de certificar la higiene de aquella playa.

En regiones de Tarapacá o Atacama, por ejemplo, la gran minería secó ríos y dejó a poblados cordilleranos con mínimos recursos hídricos y con el consiguiente éxodo de sus habitantes a la ciudad.

El estado del río Loa es lastimoso y hasta sirve de vertedero para sectores de la minería. Potencialmente no le interesaría demasiado a Codelco arrasar con parte de Calama, si es que debajo hallan cobre. Dirán que sin la minería no existiría ni Calama ni Antofagasta.

En la Caleta Coloso, al sur de Antofagasta, en varias ocasiones se han producido derrames de residuos tóxicos al mar por el puerto de Minera Escondida.

Daños

Históricamente un coletazo directo o indirecto de la minería, tómelo como quiera, afectó a la población.

Antofagasta, por ejemplo, mantiene tasas de cáncer de pulmón 400% más altas que las del resto de Chile. Pero en el grupo que nació entre los años 1958 y 1972, la tasa es 800% más alta, según la doctora Catterina Ferreccio, investigadora de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica. Todo esto surgió a raíz del uso intensivo del agua del Siloli por la industria minera que obligó a buscar nuevas fuentes del recurso hídrico y comenzó a abastecerse a la población con agua del río Toconce, que naturalmente tiene alta presencia de arsénico por la conformación rocosa de la Cordillera.

Antofagasta también presenta problemas por el plomo. El año 2007 el Colegio Médico realizó mediciones de suelo en diferentes sectores y demostró que aún había contaminación. Este estudio fue confirmado por la propia seremi de Salud con otro muestreo realizado en la llamada “ruta del plomo”, donde en promedio la contaminación superaba los 500mgs de plomo por kilo de peso seco (la norma Suiza es de 300mgs por kilo). El plomo es un metal pesado, que es trasportado desde Bolivia a través nuestra región para ser embarcado en el puerto de Antofagasta.

En Antofagasta no es políticamente correcto hablar públicamente de contaminación. Pocos lo hacen en los medios. Una mayoría –que incluye al gobierno y la elite- es condescendiente con la gran minería pues son beneficiarios o esperan el chorreo. Por ende se siguen escribiendo líneas generosas respecto a la labor social de las mineras o de su historia.

Sabemos que para lavar la imagen las mineras, especialmente las de capitales extranjeros, hacen esfuerzos. Mantienen fundaciones como también apuestan por el lado social, cultural y de espectáculos (pan y circo). A manera de retribución.


Cameron

¿Qué hay detrás de la película de la millonaria película de James Cameron? Si aplicamos la teoría de la conspiración, podríamos concluir que el mensaje de Avatar es una manera de incentivar desbordes sociales en el campesinado chino y detener así su crecimiento.

No por nada la película fue prohibida por el régimen chino.
Nestor Restivo en un artículo para el diario Clarín de Argentina, dice que Avatar también es una alusión bastante explícita y remite menos a China que a la más típica explotación británica o estadounidense. Digamos, la de Anglo Persian Oil -hoy BP- en Irán hace un siglo o la estadounidense Standard Oil, madre de varias petroleras actuales, o Halliburton en Irak más recientemente. Con sus respectivos ejércitos y su parafernalia militar delante ¿Tal vez es lo que viene en las multinacionales?

Avatar también puede significar una vendeta de Cameron hacia alguna multinacional por no haberle apoyado una película.

miércoles, 27 de enero de 2010

urdimbre, de Julieta Marchant: un paso afortunado hacia la verdad poética

1/27/2010 04:00:00 p. m.


urdimbre, de Julieta Marchant: un paso afortunado hacia la verdad poética

Bajo nuestra inquietud política –tan distinta en Chile de la responsabilidad, la inteligencia o la voluntad políticas-, se ha hecho signo de los tiempos anteponer una y mil exigencias a los proyectos poéticos, que tienen que ver con deberes ante los otros (el pueblo, los lectores, etc.) absolutamente antepuestos al oficio en sí o a la propia conciencia creadora –desde la sencillota exigencia seudopolítica de los comisarios de turno hasta la complacencia con el despojo y la derrota con el fin de provocar un par de risas de la audiencia. El asunto, obviamente, no es tan simple: el umbral de algún posible otro sólo es alcanzable cuando el sujeto poético logra alcanzar una cierta conciencia de sí –en caso contrario, se trata sencillamente de los otros que define el burócrata de turno o su rival de oficinas. En este sentido, se echa de menos proyectos que impliquen ese sentido tan primigenio y tan cargado de futuro de la poesía: su capacidad de emprender fuertes vías de autoconocimiento, condición necesaria para cualquier otro horizonte.

En este sentido, la opera prima de Julieta Marchant (Santiago, 1985), urdimbrecreadora de nuevas escrituras. No representa casualidad que una imagen perteneciente al ámbito del tejido sea figura marcadora de la creación femenina (desde la tela de Penélope hasta la intensa y reflexiva práctica artística de Cecilia Vicuña), ya que la pregunta por la poesía hecha por la mujer es una de las inquietudes nutrientes del libro de Julieta. Desde el nítido malestar de saberse parte de un territorio cultural otro, eternamente amenazado por la inscripción meramente marginal, pero con un destino claramente colectivo (como toda expresión del ser de la poesía, en que el ser termina siendo ser con otros, y haciéndose ser bajo la experiencia del encuentro y la imbricación con el otro), la poética de urdimbre es capaz de plantearse desafíos amplísimos en el plano de la deconstrucción y reconstrucción de una historia colectiva, pero desde la estricta deconstrucción y reconstrucción de sí mismo como proyecto: en esto radica una de las claves del título. (Valparaíso: Ed. Inubicalistas, 2009) representa el ejemplo de una poética efectiva, intensamente desarrollada desde esa intimidad esencial que es

La urdimbre de un tejido puede ser la disposición previa de los hilos que lo componen, mas no necesariamente representa una característica propia del mismo tejido en su estado completo. La urdimbre se verá antes que la urdidora haga un todo de la conformación de los hilos, y se volverá a ver en el momento en que tal tejido empiece a deshacerse. Este momento crítico de un tejido, aplicado a la conformación del propio ser en cuanto físico, es claramente visible desde el epígrafe de la poeta argentina Ana Becciu –“penetrar un cuerpo es penetrarse y al mismo tiempo sustituirse, perderse”- lo que señala a esta poética un programa provocador y violentador de sí mismo: el darse la posibilidad de abrir entradas hacia una realidad anterior o posible más allá de la conformación del sujeto entendido desde la visión moderna ilustrada. La percepción de sí mismo abre necesariamente un espacio perpetuo de presencias otras.

Esto último marca una de las apuestas formales importantes del libro de Marchant: su conformación como procedimiento de tejido, alternando una cita de otra autora con algún nivel de contemporaneidad, claramente indicada en una página aparte (Alejandra Pizarnik, Verónica Viola Fisher, Soledad Fariña, Anne Sexton, Alejandra Ziebrecht, etc.), una unidad poética propia, y una tercera instancia en que se genera un texto poético breve y apelativo –una segunda persona. Así, se plantea claramente una pluralidad tras la pretensión del sujeto individual, que no lo puede dejar estable y quieto en sí mismo, y lo obliga a una íntima deriva existencial. Desde acá, el espacio geográfico de un mundo que no decide su carácter interior/exterior, se hará la imagen precisa para tal deriva. Pienso en el Poema de Chile, de Gabriela Mistral, en que la crisis del sujeto personal se resuelve exactamente de la misma forma, y entrega la posibilidad de una subjetividad colectiva.

Mas Marchant no habita el mundo civilizado de la Mistral, sino la ácida y jabonosa post-cultura del siglo XXI. Su geografía no se abre a la noche natural y a-medias-conocida del espectro mistraliano, sino a lugares de violenta, dolorosa y concisa percepción que lucha por la lucidez:

cuál será el gesto preciso o de dónde vendrán los jardines

quién será capaz alguna vez

la primera piedra fue lanzada por alguien que ya nadie recuerda

la imagen de los árboles quemándose la otra corriendo

el fuego de los márgenes y lo oblicuo haciéndose curvo

correr es devolverse dice una voz que buscarse entre la maleza

dice los gestos vacíos no hay espacio dice acá no

Así, la fuerza que genera el texto es una presión por lucidez, que no puede dejar de moverse en la dolorosa deriva existencial y afectiva. Las imágenes son índices permanentes de esa deriva, pero con la concisión que da esa pretensión imposible de lucidez: por ejemplo, los bosques ardiendo o el jardín desolado, que aparecerán a lo largo del texto permanentemente, y dibujados de forma seca y clara, sin dejar caer este delirio ni a la deriva surrealista ni al argot académico, dos caminos trabajados hasta la saciedad por la poesía contemporánea escrita por mujeres. Marchant, en este sentido, se distingue por esta cuidada lucidez en el oficio poético, dando en esta arena dos pasos más adelante que las poetas de su generación y las inmediatamente anteriores.

Lo que trae de original Marchant es precisamente una pretensión imposible, mas operativamente fértil: el programa de llamar la visión hacia un hecho claro y definido –legible objetivamente desde la literatura-, desde una subjetividad des-hilachada en que se llega a ver la urdimbre de su conformación. En el plano de la eroticidad del libro –uno de los claros índices de este contraste-, la ilusión de la entrega amorosa –plena y despojada-, se contrapone permanentemente a la necesidad de conservación y conformación de sí misma, lo cual genera la escena de una entrega trágica, análoga a la del texto con su lector. Cualquier clase de afectividad implica acá con-fusión, como lo señalan esos límites vagos, líquidos o terrosos, entre los seres presentes en la escritura, lo cual no le da a la voz del hablante el consuelo de la potencia creadora, sino la mera presencia espacial –pienso en esa voz que te da vueltas huellándote los bordes, esa modesta función de la poeta en un mundo de cuya propiedad reniega.

La poesía, entonces, se hace pura imagen del deseo, encontrando en lo presente la negación permanente de un sí mismo concebible:

la que soy es esa que está llamándome allá

las otras me contienen o al menos hacen señas en medio del viento giran

el centro desgobernado los cuerpos oblicuos se traspasan

en mi espalda hay alguien que me camina

en su espalda hay alguien que la camina

quién será la otra si acaso hay luz quién

Sólo desde este cuerpo imposible (lo único que tengo es este cuerpo que padece otros cuerpos) es que se podrá plantear una posibilidad de historia colectiva, cuya verdad poética se dé en la representación de este paisaje interior, que represente la urdimbre real que reposa sobre el discurso formal sobre el ser colectivo: en la poética de Marchant, este ser es el sujeto americano, cuya identidad no deja de mostrar los hilos dispersos, y la materialidad vacía y sin sentido de ellos. Si bien no es el objetivo o el tema de la investigación poética de Marchant, esta determinación es inseparable del texto como un todo, lo que multiplica las dimensiones de lectura del libro.

Un libro con tales búsquedas poéticas ya se echaba de menos, y resulta algo impresionante que sea el primer libro de la autora. La apuesta de Ediciones Inubicalistas resulta saldada por una opera prima cuyo reconocimiento en la justa medida no puede sino plantearlo como expresión de una de las voces femeninas más importantes en la poesía chilena contemporánea.

¿Habrá que lamentar que Inubicalitas tenga tan poco tiraje de edición? Creo que al menos no, en lo que implica nuestro actual entorno crítico nacional. Es difícil que éste se logre alzar más allá de la mediocridad que ya ha asumido y que parece bastarle. urdimbre está llamado a traspasar las fronteras de nuestros simulacros de crítica literaria, y Ediciones Inubicalistas, a dejar ya una huella definida en la producción escritural de principios de este siglo.


Carlos Henrickson

http://henricksonbajofuego.blogspot.com/



lunes, 25 de enero de 2010

Programa Descentralización Poética Puerto Varas

1/25/2010 01:57:00 p. m.




Programa Descentralización Poética Puerto Varas


Jueves 28 Enero 2010:

09:00 hrs Recepción de poetas

10:00 hrs Talle de poesía “Acercamiento Poesía Moderna” Guiado por Oscar Saavedra.

11:00 hrs Conferencia de prensa en Biblioteca Municipal Paul Harris y Lecturas, presentación de libros, música, Lectura entre dos Países Del Salvador – Chile (online) en Biblioteca Municipal Paul Harris

Charla sobre Antropología Poética del Sur de Chile por Clemente Riedemann.

Presentación del libro “Palabras de lluvia y Sol en el Aula” por Mario Garcia Alvarez.

Llecturas de Yeny Díaz Wentén, Alejandra del Río, Milton Leiva, Felipe Becerra.

video Cortometraje “Panoptiko” por Esteban Santana

Presentación del libro de Egor Mardones por Clemente Riedemann

Lecturas de Boris Cárdenas, Elsa Pérez, Leila Campos, Jorge Velásquez

15:00 hrs almuerzo

16:00 hrs Muestra de fotografía, Pinturas, Batucada y lectura en plaza de Puerto Varas

Eduardo Fernández, Milton Leiva, María José Corcine, Felipe Becerra, Priscila Cajales, Cecilia Perez, Manuel Vallejos

19:00 Biblioteca Matias Yurasek

Presentación del Libro de Jorge Velásquez

Presentación del libro de Juan Eduardo Díaz

Performance de Samuel Ibarra

Lectura: Bernardo Colipan, Juan Manuel Silva Barandica, Ana Rosa Bustamante

23:00 Lectura Nocturna en Pub Urbano

Presentación Pinturas

Lecturas de Poli Roa, Roxana Miranda, Mauricio Torres, Alejandra Contreras, Manuel Vallejos, Marcos Leiva, Cristian Saldivia, Alejandra Contreras Fernández, Cecilia Pérez.

Música en vivo

Viernes 29 de Enero 2010:

10:00 hrs Desayuno

11:00 hrs Taller de poesía “Acercamiento Poesía Moderna”

12:00 hrs Conferencias, lecturas, presentación de libros y muestra de documentales, Galería de Arte Bosque Nativo.

Charla de Arte Poético de Provincia por Eduardo Fernández

Charla “Poesía Chilena Actual” por Juan Manuel Silva Barandica

Charla de cine por Claudio Sapiain

14:00 hrs Almuerzo

16:00 hrs Conferencias, lecturas, presentación de libros y muestra de

documentales, Biblioteca Pública, Llanquihue

Charla Proyecto “CIMARRA” por Ana María Baeza Carvallo

Charla con Alejandra del Río

Presentación libro de Manuel Moraga con Performance

Performance de Samuel Ibarra

Videos Poema

Presentación libro de Alejandra Contreras

Lecturas de Melissa Castillo, Felipe Becerra, Egor Mardones, Ana Rosa Bustamente, Poli Roa, Marcos Leiva, Cristian Saldivia, Mauricio Torres Paredes, Roxana Miranda.

21:00 hrs Lectura Nocturna en Pub Garage

Lecturas de Nicolas Said, Milton Leiva, Manuel Vallejos, Lency Rebhein, Leandro Vidal, Yeny Diaz Wentén, Marcos Leiva


Sábado 30 de Enero 2010

10:00 hrs Desayuno

11:00 hrs Taller de poesía “Acercamiento Poesía Moderna”

12:00 hrs Ensenada

13:00 hrs Creación de videos personales y colectivos con los poetas invitados.

19:00 hrs Finaliza Jornada.



domingo, 24 de enero de 2010

Entrevista a Marcelo Lillo

1/24/2010 03:27:00 p. m.
Marcelo Lillo Fuente: revista ñ

La recuperación del año pasado en Chile: el escritor chileno Marcelo Lillo. La fama de conflictivo, de haber quemado todos sus libros, de tener una pistola bajo la almohada por si un día todo sale mal (como aquella frase posera de Ray Loriga que cantó su blonda ex esposa) de haber perdido todos su barcos, le dio un barniz especial. Tengo un libro suyo, lo leeré esta semana. Para lo demás, existe la sertralina. En fin, ¿Marketing? ¿Autodestrucción? ¿Angustia existencial? ¿McCarthy chileno?Vive en un pequeño pueblo, Niebla city lo llama, como un personaje de comic. La repercusión que tuvo en Chile ha llegado a Argentina, donde lo edita Mondadori. Van dos libros de cuentos. Un raro. Dice la nota en Ñ:

-¿Cómo es su vida en un pueblito del sur de Chile?
-Niebla (o Niebla City como le digo yo) es menos que un pueblito: es una caleta de 2.000 personas, en su mayoría pescadores cuyo mayor pasatiempo es emborracharse los domingos. Como leo hasta la madrugada, me levanto al mediodía; almuerzo liviano y luego salimos a caminar con mi mujer. A las seis me siento a escribir y lo hago hasta las ocho, nada más. Dos carillas diarias lo que es poco pero también mucho porque lo hago todos los días. Setecientas carillas al año, no está nada mal.

-¿Cómo decidió dedicarse de lleno a la escritura?
-Trabajaba como director de un colegio y un día me dije: gano un millón de pesos (2.000 dólares más o menos, lo que es mucho en Valdivia, donde vivía entonces, a media hora de Niebla), tengo casa, auto y un buen pasar, pero cuando sea un viejo de mierda me voy a estar preguntando a cada rato qué habría pasado si hubiera tirado todo para dedicarme a la escritura, porque para mí (o para ese virtual viejo) la literatura es algo excluyente y exclusivo. No lo pensé mucho y al día siguiente renuncié. A la semana vendimos casa, auto y muebles y nos fuimos primero a un lugar llamado Mehuín (¡una desolación como pocas, con tormentas de arena!) y seis meses después, a Niebla.

-Escribió dos libros de cuentos, y se dice que ya terminó o está terminando una novela. ¿Qué problemas específicos se le presentaron al pasar de las formas breves al relato de largo aliento?
-Ningún problema. Una es una historia corta y la otra una historia larga. (¿Por qué los escritores se complican tanto para explicar lo que es tan simple?) Lo otro depende de tu talento.

-¿Qué piensa de la recepción que tuvieron sus libros en Chile? Pareciera que las críticas fueron muy elogiosas o muy duras, pero que no hubo puntos medios.

-La opinión más unánime de sus libros dice que trabajan con la tradición del mejor relato norteamericano: Cheever, Carver, Salinger, etc... ¿Qué lectura hizo de los narradores norteamericanos y qué recursos le parece que ellos pueden aportarle a la literatura chilena?
-Los leí en su momento –Cheever, Carver, Salinger, Capote, Salter, Moore, Baxter, etc.– y me gustaron todos y me sentí identificado con ellos. Si eso se llama influencia, bienvenida, claro que entonces yo ni pensaba en publicar, creía que iba a morir inédito con un balazo en la boca. A la literatura chilena le tengo tan poca fe que no me atrevo a decir cómo ellos pueden influir a los chilenitos que están escribiendo. Esperemos una sorpresa, encomendémonos a todos los santos.

-¿Cuál es su relación emocional y profesional con la literatura chilena? Arrojo dos nombres al azar, o no tanto; un clásico y el nuevo fervor: Neruda y Bolaño.
-Neruda está jubilado; Bolaño... ¿quién dijo que era chileno?

-Ahora que su obra se va haciendo más vasta, a medida que sus libros se van publicando. ¿Cuáles diría que son sus obsesiones centrales, aquello que siempre vuelve a aparecer en su literatura?
-Aquí va mi lista de fantasmitas adorados: la miseria, la muerte, la vejez, las enfermedades, los violadores, la vida feliz y hedionda al mismo tiempo. Merezco un aplauso por eso. ¿O no?

-Por último, quisiera preguntarle por esa famosa historia del revólver que compró para usar si su literatura no funcionaba.
-El revólver sigue estando cargado, colgado de la pared de la cocina. No fracasé, o todavía no fracaso, pero si pasa, ahí está, esperándonos (es un pacto que tenemos con mi mujer). Y si triunfo, lo usaré cuando me sienta viejo. No soy un obsceno, ¡jamás lo he sido!, y para mí, la vejez es obscena. Está preparado para cuando me atrape el cáncer, la lepra o la tuberculosis. Tengo 52 y ya me están dando miedo.


sábado, 23 de enero de 2010

OTRA VUELTA DE TUERCA: LA MUSIQUILLA DE LAS POBRES ESFERAS de Enrique Lihn

1/23/2010 11:42:00 a. m.



OTRA VUELTA DE TUERCA: LA MUSIQUILLA DE LAS POBRES ESFERAS de Enrique Lihn, Editorial Universitaria, Santiago, 2008

Por Ismael Gavilán

En la estela de los veinte años del fallecimiento de Enrique Lihn, las reediciones de Poesía de paso –Ediciones Universidad Diego Portales- y La musiquilla de las pobres esferas –Editorial Universitaria-, como asimismo la tan esperada y necesaria publicación de Textos sobre arte –Ediciones Universidad Diego Portales: recopilación, edición y anotaciones de Adriana Valdés y Ana María Risco- que reúne los ensayos, artículos y notas del poeta en torno y sobre artistas y artes visuales, muestran que el interés por la obra de este autor sigue incólume y persistente, a contrapelo de cualquier moda u orden del día en la a veces difusa escena poética nacional.

En esta ocasión estas líneas se aproximan a La musiquilla de las pobres esferas. Publicado originalmente en 1969, este volumen ha recibido desde su aparición, los comentarios lúcidos y celebratorios de lectores tan distintos como José Miguel Ibáñez, Waldo Rojas, Carmen Foxley y Pedro Lastra, por mencionar un puñado de nombres que son claves en la densa y variada bibliografía lihneana. Con los matices propios de grupo tan diverso, las opiniones convergen en considerar los poemas de La musiquilla..., magistrales en todo nivel: formal, temática y estilísticamente. Como nunca, Enrique Lihn da muestra en esta obra de una constante profundización y variación de su propia escritura, convirtiendo en motivo central de la misma las reflexiones que suscita la posibilidad de su realización. Poesía que se plantea acerca de la pertinencia de la poesía, autoconciencia escritural llevada a uno de sus límites más lucidos y productivos.

Las declaraciones que abren el libro –tituladas A modo de prólogo y que en la edición original iban en la contraportada- son aclaratorias y orientan sin duda su recepción, pero en ningún caso se convierten en unilaterales “señas de ruta” que coarten la discrepancia de eventuales comentarios como lo indica en una temprana reseña de 1969 José Miguel Ibáñez. Entre otras cosas ahí se manifiesta lo siguiente: “(…) he terminado por hacer poesía contra la poesía; una poesía, como dijera Huidobro, escéptica de sí misma (…) El valor de las palabras y el cuidado por integrarlas en un conjunto significativo han sido lo suficientemente abandonados aquí como para constituirse –aquella devaluación y esta negligencia- en los signos de un desaliento más profundo (…) A falta de otra salida, creo que me he propuesto, una y otra vez, poner de relieve, por medio de las palabras –sin concederle a ninguna de ellas un privilegio especial- ese silencio que amenaza a todo discurso desde dentro”. Estas palabras marcan una pauta, un seguimiento detenido y virtuoso de la decrepitud, de lo que se denominaría el “desaliento” ante la imposibilidad de la poesía como una instancia asible de lo real; crisis de la necesidad histórica a la que la poesía chilena -e hispanoamericana en general- se veía expuesta dado el contexto socio-político de la época. Por ello no deja de ser sintomático la aparente e intensa contradicción entre momento histórico y discurso poético: como queriendo disculparse por parecer demasiado escéptico de las circunstancias políticas que hacían furor a fines de los 60 y principios de los 70, la escritura de Lihn aparece evidenciando no el supuesto entusiasmo y entrega a “los procesos históricos” que la hora pedía, sino más bien el desencanto y distanciamiento propio de toda escritura crítica. Ese desencanto se trasvasija, ciertamente, en la duda de ver en la poesía una instancia emancipadora concreta de la realidad, duda que se extiende hasta poner en cuestión su validez misma como discurso. Poemas tan notables y, hoy por hoy, clásicos de la bibliografía lihneana como “Mester de juglaría”, “Revolución”, “De un intelectual a una muchacha del pueblo”, “Seis soledades” y “La musiquilla de las pobres esferas” que otorga el título al libro, son constataciones fehacientes de ello, pero al mismo tiempo, se muestran como consumados poemas de una factura impecable, donde paradojalmente, Lihn logra un límite expresivo con el lenguaje como rara vez se ha llevado a cabo en la poesía contemporánea de la lengua y que lo hacen ser el poeta que es.

Por supuesto que toda poética es tributaria de su contexto, pero ¿clausura eso su entendimiento, su sentido? Aventurando una opinión, la reedición de este libro, deviene la necesidad de crear su propia recepción en el contexto que significan los veinte años de la muerte de Lihn como asimismo los casi cuarenta de su primera edición y que lo vuelven, qué duda cabe, una de las apariciones más notables, en lo que a ediciones de libros de poesía se refiere, que acontecieron en 2008. No tanto, quizás, para fijarse en el cúmulo de erratas inexplicables e imperdonables que mancillan el texto, sino para algo que se transforma en perentorio al ser formulado como pregunta: ¿cuál es la pertinencia de una poética como ésta en nuestra actual sociabilidad literaria? Porque la escritura de La musiquilla… no es en absoluto acomodaticia, plana o tranquilizadora. Difícilmente podría ser neutralizada con el rótulo de “clásico”, si es que entendemos esa palabra como algo sin vida ni movilidad, como algo fijo per sécula y sin estimulantes provocaciones: “Un mundo nuevo se levanta sin ninguno de nosotros/ y envejece, como es natural, más confiado en sus fuerzas que en sus/ himnos” Estos versos, tomados casi al azar del poema “Mester de juglaría”, son un recordatorio para entender la precariedad de las pretensiones irracionales de cualquier trasnochado redentorismo que intente fundarse sin asumir la contradicción de su discurso como algo “nuevo”, “original”, “tierno” o “único” y que trasluce su propia violencia fundante que no una asunción crítica de su estado. Versos como los del poema recién citado, son dardos venidos desde lejos –casi cuarenta años- hacia una actualidad poética a veces ebria de sí misma en un ejercicio que mutila su propia memoria. Pero también implica aceptar que la poesía es una trama difícil que acompaña la historia y que por ello ha tenido que renunciar a su orientación y tal vez a su esclarecimiento, volviéndose hacia la más modesta, pero no menos relevante tarea de verse convertida en lúcida conciencia de su contradicción.

* * *

Reseña publicada en Analecta: revista de humanidades, n° 3, Centro de Estudios Humanísticos Integrados, Universidad Viña del Mar, segundo semestre de 2009.


viernes, 22 de enero de 2010

(Ayer de Juan Emar se lanza el 28 de enero a las 19:30 en la Feria del Libro del Parque Forestal)

1/22/2010 11:54:00 a. m.
(Ayer de Juan Emar se lanza el 28 de enero a las 19:30 en la Feria del Libro del Parque Forestal)

Ayer, hoy

Por Cristián Warnken
Enero 2010

La Odisea del Ulises chilensis Rudecindo Malleco —personaje de Ayer de Juan Emar— se abre con una sensación: la de estar frente a un «proceso» kafkiano, pero vivido en lo más pesadillesco del «pueblo chico, infierno grande» que —para un cosmopolita librepensador como Emar— debe haber sido Chile en la década del 30. Emar, según Neruda fue nuestro Kafka. Sí, un Kafka para destornillarse de la risa, como aseguran fuera el misma escritor praguense —según testimonio de sus contemporáneos—.

Emar demuestra aquí como «entre risa y risa la verdad asoma». Con una deliciosa y bien ganada libertad de escritura —de espaldas a su tiempo y a lo que escribían sus contemporáneos en Chile— Emar invita al lector a un singular viaje, a una «odisea» por San Agustín de Tango (Macondo del Chile profundo) que no tiene nada que envidiarle al viaje en un solo día y en las calles de una sola ciudad (Dublín) del Ulises de Joyce. Ayer es en formato más leve y con más gracia, pero no menos hondura filosófica, nuestro propio Adán Buenos Aires (la novela-viaje de Leopoldo Marechal).

La soltura de cuerpo y pluma únicas del estilo emariano debió desconcertar a los lectores y críticos de entonces, aferrados a cánones, incluso cánones vanguardistas (¡vaya contradicción!, pero en la vanguardia también hubo beaterías). Ello explica el desafortunado y poco generoso comentario atribuido a Vicente Huidobro: «Pilo (Pilo Yáñez/Juan Emar) escribe con las patas». Emar escribe y crea desde una libertad y soledad interiores radicales.

Su lector parece estar en el futuro o en otro «mundo». Por eso, la sensación de extrañeza que se apodera de nosotros en muchos pasajes de la obra de Emar. Por lo desopilante de su humor, por su ironía feroz que late en episodios hilarantes, por su crítica social y mental de Chile, pienso que Emar podría ser nuestro Kurt Vonnegut de la década del 30.

El episodio inicial del espectáculo de la ejecución de Rudecindo Malleco por un «crimen mental» en que se describe la decapitación con una minúscula guillotina, mezcla en dosis iguales lo cruel, lo ridículo, lo trágico y lo cómico. Nos sentimos dentro de un sainete, un sainete chileno. Emar apunta con lucidez implacable, pero al mismo tiempo a veces con impasibilidad a la pesadilla de nuestro «erial remoto y presuntuoso» (Chile), una pesadilla que no da para tragedia shakesperiana, sino que siempre deriva en comedia, pero que no deja de ser asfixiante y feroz.

Y el capítulo termina con el «¡Vamos!» del narrador, una elegante manera de «irse» o evadirse de esa realidad, un recurso típicamente emariano para transitar de un episodio a otro, de una dimensión a otra. Tal vez esta sea —también— una estrategia de la escritura emariana para enfrentar la censura y la pacatería de la época. Ayer es de hecho un libro que parte con una censura mental, una aplicación literal del viejo «si tu mano derecha fuera ocasión de caer, córtatela». La lectura del mundo de Emar —llena de distintos niveles de lectura— enfrenta a la lectura plana, «realista», ingenua, que tiene sus correlatos en la literatura (el criollismo, por ejemplo, que Emar tanto parodió) y en la moral imperante en Chile, cuya asfixia Emar explicita en el recurso de exacerbar la costumbre chilena de bautizar lugares públicos con nombres de santos. El mapa de San Agustín de Tango está repleto de «Avenida Benedicto», Calle de la Casulla y otros…

Junto con la certera ironía emariana, aparece también el desenfrenado onirismo poético de alguno de sus episodios. Emar en sus cuentos, relatos y novelas, nos fue acostumbrando a su ilimitada capacidad de asombrarnos con observaciones inesperadas de la realidad. Como si la mirada de un niño atravesara las cosas habituales y develara dimensiones ocultas tras el velo de la costumbre. El episodio de la visita del narrador con su mujer al zoológico es un ejemplo de este juego tan emariano, único en nuestra literatura. La simple observación de los movimientos de los leones va deviniendo en el descubrimiento de un resorte oculto que unifica esos movimientos y que termina en el peligro de la sobreexposición a las miradas simultáneas de los animales.

«¡Vamos, vamos! —díjele a mi mujer—. Si seguimos así, van a quedarnos en la sangre circulando, varias pedazos de sangre, circulando, varios pedazos de miradas de leonas y ello no es posible, pues aún tenemos, mitad mía, muchas cosas que hacer en esta vida…».

La obra de Emar abunda en momentos como éste, en que una simple observación de un hecho físico, o la experimentación de la temperatura o de un color, son el primer paso de viajes alucinantorios a realidades interiores, a paisajes interiores de sueño o a reflexiones metafísicas inauditas. El único referente que más se acerca —desde mi mirada— a ese estilo de «visiones», serían talvez las pinturas de Leonora Carrington y de otros pintores surrealistas. No hay que olvidar fue un crítico de arte de «La Nación» y un testigo privilegiado del intenso movimiento artístico y vital que sucedía en París en los años 30.

Uno de los momentos más altos de Ayer es la visita del narrador y su mujer al taller del pintor Rubén de Loa, en la Calle de la Inmaculada Concepción. Yo pienso que es un episodio axial de este viaje mítico por San Agustín de Tango. Las reflexiones sobre los colores, la ironía sobre el arquetipo del «artista», sobre la observación, la visión de la autonomía de la obra de arte frente a la realidad entregan indicios valiosísimos —y siempre con humor, sin gravedad— sobre la poética de Emar, elaborada en el silencio de tantos años en que el autor escribió de espaldas a su «rugosa» cotidianeidad.

Creo que es aquí —en estas escenas «vivas» y muy visuales— donde el arte de Emar brilla con absoluta originalidad. Es a través de esos episodios-visiones en los que el autor va construyendo un mundo absolutamente propio, en el que uno respira un aire único y pisa un suelo móvil, lleno de pasadizos interiores que conectan el microcosmos del autor y los personajes del autor con el macrocosmos, lo exterior con lo interior, lo físico con lo metafísico. Junto con ser un conocedor de la gran literatura de su tiempo, Emar leyó ávidamente autores esotéricos.
Muchas de esas lecturas son parodiadas en su obra y es posible encontrar referencias teosóficas revisitadas desde el humor. Sería interesante algún día buscar los «vasos comunicantes» (para usar la expresión de André Breton) entre esas lecturas esotéricas y las creencias y búsquedas interiores de Emar.

Es en ese mundo propio donde finalmente Emar se refugió y evadió, y se autoexilió de su realidad más directa, de ese Chile donde se decapitaba y se sigue decapitando —aunque sea más sutilmente— a los que sueñan, fantasean y desean. A aquellos genios que como Emar se asoman por encima de la línea media de reverberación para mostrar un horizonte que no cabe en los límites estrecho de una «naturaleza muerta».

Releer Ayer después de más de 20 años —cuando hice mi tesis sobre Emar para optar al título de Profesor de Estado en Castellano— me ha devuelto a placeres y fruiciones lectoras indescriptibles. Y he recordado con nostalgia las conversaciones que sostuviera —cuando apenas era un niño— con Eduardo Anguita, un pionero en el rescate de este «ave raris» de la fauna literaria local. Todavía lo veo paseándose como un bailarín por el living de mi casa contándome con entusiasmo algún episodio indescriptible de algún libro de Emar, que me hacía volar, y salir flotando por encima de mi barrio, mis estrechas calles y la cordillera hacia fronteras impensadas, donde pensar y reír son lo mismo.

Eso fue ayer… y Ayer sigue siendo hoy…


jueves, 21 de enero de 2010

Alto Hospicio, novela gráfica o la imaginería de la crueldad (por Eduardo Farías Alderete)

1/21/2010 12:24:00 p. m.


¿Qué enfrentamos cuando vemos hechos sangrientos? ¿El morbo?¿el ponernos en el rol de juez? ¿El disfrutar de nuestra cómoda butaca, ser observador? ¿Qué enfrentamos? ¿Tal vez un espejo? Somos a menudo espectadores que nos enfrentamos a esos hechos, de una manera séptica, gratamente higiénica. En Alto Hospicio, la novela de Rodrigo Ramos, se conjugan homogéneamente la cotidianeidad, la deshumanización, y el descenso al infierno de un protagonista que confiesa una a una sus faltas y crímenes, el desierto urbanizado sirve de fondo sólo para resaltar aún más lo descarnado de las emociones expuestas. El protagonista nos va relatando paso a paso en un blog, los detalles necesarios para caer en su juego de confesiones e imágenes desatando en nuestro interior una suma de sentimientos encontrados, lo que claro, no obsta a que nos mantengamos en nuestra butaca disfrutando un relato sostenido e interesante.En síntesis, una novela sólida que conquista la atención del lector inmediatamente, pero este comentario tiene otro objetivo, Alto Hospicio, convertida en novela gráfica. Carlos Carvajal , es quien tiene a su cargo la adaptación del texto homónimo, un trabajo que nos da la idea de un arduo estudio del mismo, la estructuración de la historia es distinta , entregando un relato , que no difiere del original pero en la obligación del lenguaje comic, se hace aún más dinámico, el hilo central de la trama no se pierde, el carácter del protagonista más que reposar en su propia intervención, es el elemento que se funde en un ambiente cotidiano y en general, sórdido. A diferencia de la novela de Ramos, esta adaptación busca una veta de crítica social patente que a ratos pareciese innecesaria. Ramos , maneja la misma como un pilar, como un antecedente que colabora con la miserias del ambiente, algo que para el lector llega a ser casi natural, por lo que pronto se acepta y no se requiere de ella por hallarse implícita. No obstante en la versión gráfica es gravitante, se puede pensar que por la brevedad de la obra se utiliza esta expresamente.Ahora, indistintamente y en un trabajo de separación mental entre el arte y el guión, nos encontramos con una imaginería admirable, las escenas nos hacen partícipes, son fuertes sin llegar a ser grotescas, ahí encontramos la similitud con el lenguaje de Ramos. La disposición de las viñetas lúdicamente ocupan espacios entre un vasto desierto y los ciber cafés , el trabajo de los tonos negros es balanceado dando la atmósfera precisa en situaciones determinadas.La brillante utilización de los textos insertos en ventanas operativas Windows es un acierto, ya que la mayor parte de la población esta “adiestrada” para leerlas, obligadamente. Era una apuesta peligrosa, a mi entender, el uso de textos más o menos extensos, pero el logro está en que la lectura no se hace pesada en ningún instante y nos convertimos, los lectores de la novela original, nuevamente en pasajeros del descenso a un infierno privado y a la vez público fruto esa extraña paradoja virtual propia del internet y sus códigos.El blog es el confesionario de un cómplice. Es el andamiaje perfecto en que el relato accede a nosotros, la familiaridad en que las escenas nos van entregando referencias y detalles, algo que siempre se le ha agradecido al comic: un poster de Night of the living dead, otro de los Who, un libro de Bolaño, una viñeta estupenda donde se representa un ciber café con distintos personajes, la inducción de ver cada detalle es imperiosa y dirigida al deleite de los amantes de ese arte, o también una viñeta de una pareja en un lecho reflejada por un espejo y en que nos entrega una visión que habla por sí sola.Lo negativo de esto, es que el lector común y el amante del comic, quedan con ansias de más, de una saga de al menos tres partes, las aristas de la historia daban para una empresa de esa magnitud, es lamentable que no fuera de ese modo, pero la entrega es un logro y de lectura y disfrute altamente recomendables.



domingo, 17 de enero de 2010

ROSAMEL DEL VALLE: EL POETA DE LA TRISTEZA LARGA por José Martínez Fernández

1/17/2010 08:15:00 a. m.


ROSAMEL DEL VALLE: EL POETA DE LA TRISTEZA LARGA

Autor: José Martínez Fernández.


¿Quién es Moisés Filadelfio Gutiérrez Gutiérrez?

Preguntado así, alguien me sorprendió.

No, no sabía quién era el tal Moisés Filadelfio.

Rosamel del Valle, me dijo.

Eso ya era otra cosa. ¿Quién entre los artistas de la palabra no conoce a Rosamel del Valle? Es un hito de la poesía chilena.

Nació en Curacaví, el hermoso valle que se encuentra entre Santiago y Valparaíso, en el año inicial del siglo veinte (1900), donde se cosecha la buena uva y se hace una de las mejores chichas del país.

Pensamos que de aquel bondadoso pueblo -que crece día a día- y donde hay mujeres muy hermosas, el poeta había tomado la idea de su seudónimo: del Valle.

No era así: el nombre provenía de un amor de su juventud. ¿Fue tan fuerte el mismo para que el poeta adoptara el apellido de esa mujer? De seguro que sí.

Aún llamándose Moisés Filadelfio abandonó su valle buscando trabajo, el que encontró como linotipista: esa vieja máquina de imprenta que permitía convertir el plomo en palabras.

Empieza dando a conocer sus poemas en diversas publicaciones “sueltas”, hasta que al fin, en 1920, edita su primer libro: Los poemas lunados. Es allí donde pasa a llamarse Rosamel del Valle.

El modernismo (el maestro de dicha escuela, Rubén Darío, era la figura más alta de la poesía en lengua española) y también el post-romanticismo, etiquetan sus primeros poemas, escuelas que Rosamel del Valle abandonará para meterse en el surrealismo y en la poesía metafísica.

La amistad con Humberto Díaz Casanueva, a quien conoce en época de su juventud, será duradera. Ambos compartían los mismos principios en la forma de hacer poesía.

Gracias a Díaz Casanueva consigue dos cosas: Un trabajo en Estados Unidos y una dama que se convertirá en su esposa en 1948.

Hizo unas revistas de poesía de muy corta duración: el problema de siempre: el económico mató esas publicaciones.

Regresó a Santiago en 1962 y falleció tres años después.

Sus libros fundamentales son: PAÍS BLANCO Y NEGRO, 1929; FUEGOS Y CEREMONIAS, 1952 y EL CORAZÓN ESCRITO, 1960.

Todo ello poesía, porque Rosamel del Valle también escribió y publicó narrativa y ensayo, pero ello nunca fue el don fuerte del artista.

Del Valle es un bardo fundamental en la poética metafísica chilena junto a Díaz Casanueva, Teófilo Cid, Gustavo Ossorio, Braulio Arenas y unos pocos más.

Y es una figura relevante en toda la historia poética del Chile del siglo veinte junto a grandes poetas como Pablo de Rokha, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Nicanor Parra.

El siguiente breve poema da cuenta del talante y del talento innovador del poeta del valle de Curacaví.

VOLUNTAD

Esta primavera de frías paredes y de presencias enfermas de sombra
es el ruido secreto que desata los pies en el clima largo tiempo nocturno.
Una paloma en el aire de la nada del pecho
derrama el mensaje sospechado en el temblor de alambre del sueño.
Que el libro de invisible escritura que nadie abre en el miedo de las venas
muestre por fin su dichoso o terrible resplandor de lengua desgarrada.
Que esté oscuro el hombre como el mundo está oscuro,
pero que abra para siempre sus inmensos ojos de viajero que regresa en el día.

En este texto se asoman las imágenes confusamente hermosas del quehacer estético-metafísico de Rosamel del Valle.

Dicen que fue un bohemio…que lo tenía atrapado una larga tristeza. Eso se lo escuché decir a ese maestro peculiar que era Luis Sánchez Latorre (Filebo), allí en las oficinas de LAS ÚLTIMAS NOTICIAS, en 1975 o 1976.

Fuentes:

cienpoemaschilenosclaves.blogspot.com

Otras.

sábado, 16 de enero de 2010

Gramma de Daniel Rojas Pachas o la errancia grotesca del verbo por Violeta Fernández Riquelme

1/16/2010 01:28:00 p. m.

Gramma de Daniel Rojas Pachas o la errancia grotesca del verbo.

Por Violeta Fernández Riquelme.

Rojas Pachas en su último poemario Gramma (Cinosargo 09) transita con desparpajo y sin pudor por lo más visceral y abstracto de la expresión. Como el mismo autor / hablante señala en “decurso” (a la manera de un prólogo) única muestra de un yo transparentable en la obra, el objeto de plantearse ante el lenguaje como poesía (como metaforización de lo existente) es lograr la (des) construcción y (re) lectura de rincones de olvido y asfixiantes recámaras esquizoides plagadas de (((ecos))) o transmisiones de un futuro a arcadas apocalíptico y ruinoso.

–ruidos guturales (((ecos))) inter-ferencia; una transmisión del futuro – un cíclico intertexto -(((ecos))) citas, ficciones verdaderas entrepiernas sudorosas, botellas, carne (((ecos))) desde infinito dolor, olor, fragmento invisible (del poema Texto)

(…)

ver todo desde esta pantalla, juntos… en este lugar transparente de ranuras… lubricadas… sí… siguen siendo la madre infesta de… y mis labios y los tuyos, tú… qué tal… cómo lo sientes, un ménage à trois ummmmmmmm Tal Vez un rápido cambio de versos, ensali-bando el juego. (quizá otro día) (del poema Comunicado)

Evidentes y sensibles son las imágenes y voces que se superponen y nutren de la imposibilidad antirepresentativa de la comunicación por ello la palabra fragmentada nace “interrumpida” y carente de verdad, aislada en la mudez, apelando bien a la intelectualidad y solipsismo de la lengua como única pulsión y realidad para el sujeto a constituirse como texto o texto a reificarse como hombre.

yo al escribir… pienso en el texto y siento el mundo como texto, la realidad como texto, los sujetos como textos y el texto como sujeto y realidad (Decurso)

Y es en este punto que aparece el soma como implosión. Concepto que en un texto anterior (Delusión) el escritor ya había detallado.

La existencia es una sola, una nada universal compuesta de múltiples nadas, entes vivientes entre los cuales se encuentra la realidad humana esa nada capaz de captarse a si misma y a su entorno, por tanto ella, además de ser una nada (necesidad vital, posibilidad infinita) carga con la necesidad de ser, una conciencia (necesidad de conocimiento, de verdad / capaz de captarse a si misma y definirse luego del impulso vital; absurdo y sin sentido). (Del prólogo de Delusión)

La carne asume como único medio de aterrizar el discurso, de percibir el universo. Así con errática violencia sexual y esperpéntica performance verbal, los principales términos que se suceden apuntan a una estética del mal y la degradación de toda corporeidad.

Sostenido abismo, carnosa exuberante, carnívora respirable… preciosa pasarela repleta de tripas y riñones …preciosos, precioso preciosísimo límite de carne frontera infranqueable …con razón, fuerte razón, filete carnoso…(Piececitos)

Esto lleva a pensar en una suma de variantes conjugados en Gramma todas de cualquier modo tienen en común el apuntar a la ficcionalidad de lo real y la realización de lo verbal en el cruce y juego de estilos, de propuestas y voces que desafían al tiempo y espacio que interpretará la obra inmediatamente y desde el cual se proyectara hacia posibles y futuros lectores.

No es azaroso que el libro empiece con un epígrafe de Enrique Lihn que señala: El estilo como la suma de todas las incertidumbres del hombre.

En torno a esa actitud resignadamente moderna y fracasada del aprovechamiento y manipulación que hacemos de la palabra, el arte y la creación y como estas, hacen uso de nosotros en una simbiosis en que parte y todo se confunden, autor y creación se mixturan, fluye la ambigüedad y la contradicción como una constante. Ciertamente lo metafísico y abstracto tiene su origen en la carne de acuerdo a lo que plantea el autor, pero esta a su vez no puede sustraerse del dominio de la nominación y los caminos a que ha sido llevada la materia desde la potestad de la razón y los significados.

…el texto, yo texto, el texto… es entonces, el único espacio, en que puedo concebir …una autentica verdad, flexible, ambigua, rizoma de sentidos, dialogante polisemia…. una verdad sin máscaras, una máscara que no es verdad …que no es la verdad que conocemos, que nos han enseñado, que nos imponen a diario y que dejamos nos… atraviese… (Decurso)

En tal caso, el libro somete a juicio los significantes y la manera que tenemos de aprovecharlos, si hacemos un parangón con la pintura, podemos señalar que aunque los colores son en esencia los mismos cada cual los percibe de un modo particular y más aun, como usuarios podemos optar por una pintura tradicional, naturalista, barroca o expresionista, este último caso es el de la poesía de Rojas Pachas, la búsqueda de la expresión libre y subjetiva y que en Decurso como una declaración de principios advierte, no pienso en épocas ni personas.

Sin ser arte por el arte, el compromiso es con el texto, con el sujeto como posible lectura y la lectura que en tal medida cada sujeto hará sin restricciones o condicionamientos. Es un modo directo de apertura a la polisemia e invitación a la estética del receptor. El placer personal que debiera promover un libro.

Desde luego es una apuesta ambiciosa y en frio, pues para lograr los efectos esperados se requiere de una cooperación activa y un deseo de exploración en la exégesis, en la interpretación que no muchos receptores están dispuestos a iniciar, por ello la elección de trabajar la poesía ya es un riesgo y en un país y continente donde el canon marca como el alpha y omega de la poesía a tres nombres a lo mucho, hacer cierto tipo de poesía, de textos en realidad es más avezado e incluso iluso. Gramma por tanto independiente de su calidad es un ejercicio tan sensato como un clavado contra las rocas.

Sin embargo, no puedo en esta reseña dejar de mencionar algunos otros elementos del texto y su aventurada intención, sin duda hay un enmascaramiento y contradicción en el juego textual, desde la elección de lo prosaico para versificar hasta el afán de posponer el yo y en lo posible mutarlo de página en página, ello se ve en la variedad de motivos que cada lectura del I al X de la obra desea sugerir.

Podemos ver cada poema de Gramma como una pintura distinta en una galería, incluso una de las imágenes en concreto puede desdecir a las otras, algunas se reafirman desde luego pero la mayoría desafían el intento de la que la precede o continua, quizá es más acertado entender esto desde la portada misma del libro, una ficha de biblioteca con una suma de nombres, vidas expuestas con una firma o rut, ampliando su significado aparece una fecha al lado, pero si nos detenemos a pensarlo son más que eso en verdad, son lecturas, son posibilidades de interpretación entonces desde el comienzo Gramma nos dice aquí subyacen miles de intereses, infinitas posibilidades de decodificación y cada texto en sí, también propone eso frente a sus hermanos. El índice del libro por ello podría entenderse como esas múltiples variaciones del sentido y el interés del autor por mimetizarse y mutar en cada arruga y plano de la palabra.

Entonces que da unidad al libro; la diferencia salta de inmediato a la vista, letras contra afirmantes con un carácter hiperbólico, escatológico, grotesco y sin duda esperpéntico. Parafraseando al autor: …un sentido posible, sobre todo posible y probable…

Pues como reitera en su textualidad sujeta, la incertidumbre ante todo agoniza y es el pulso escritural, el afán de no soltar la intención creativa la que sangra y suda y va pariendo monstruos y criaturas celestiales, fisuras y espejos paranoicos, horridos y pulverizantes, cercanos o ajenos según sea el caso a su propio padre, el autor oculto, cambiante, metamorfo, mal o bien intencionado, inocente o culposo del tránsito que cada uno de sus hijos/ poemas o mejor dicho textos/sujetos pueden tener de forma autosuficiente al igual que el destino del autor/texto que en principio dio origen a este calidoscopio de la creación y la palabra con la misma ingenuidad y soberbia de un demiurgo.

…vale la pena intentar, robar un poco de aquel placer, elevar algunos falsos testimonios, edificar algunas parábolas para completar el gran libro… no te parece… y pretendiendo, falseando la suma de incertidumbres, deleitar nuestros sesos en el ocio. (Muchos pasan por su lado) Muchos pasan y besan los pies de la esfinge, eso es lo correcto… se dejan bañar por sus jugos seminales y siguen firmando, afirmando la contramentira, la masacre, el trauma y en la esquina, sin ojos, la vuelta de mano construye la profunda negación, algunos tullidos hermanados se debaten bajo el cielo cubierto de matrices, bailan el fracaso, qué hermoso, qué bello, el milagro sincero de nuestra carnadura y trinidad, un masturbatorio vuelto cementerio… Qué hermosa tentación pintada de rojo con las llagas del tiempo. (del poema Comunicado)

Podrías decir entonces, que la voz que subyace es la de los demonios profundos de una conciencia ante la verdad que todos conocemos, defendemos y por la cual matamos y mentimos. Escritura en su fugacidad y acción y carne en su materialidad se oponen y sintetizan en esta poética de la nada y el todo. Relacionamos para concluir este principio de antagonismo y complementación con otro de sus poemarios, el mentado prólogo de Delusión,

Al desmitificar los íconos, símbolos y en última medida, los discursos culturales de mesura, moral, cortesía y autoridad, aceptando a la par del orden, el otro orden, la violencia innata, la ambigüedad de los géneros y dogmas, la escatología, el caos de las decisiones, la frustración, la ironía y cinismo, la imposibilidad de la comunicación, el dilema de la alteridad interna y externa y en el caso máximo de la realidad humana, que cómodamente abrazamos o dejamos de mala fe nos aplaste, podemos señalar las posibilidad libre y rizomática que acepta su nada, su sin sentido y absurdo. (Delusión)

y podemos visualizar el perfeccionamiento de la forma, esa exploración introyectiva que su voz declara buscar y que pretende llevar al límite de la incomunicación y al abismo de sus trabajos previos. Yendo atrás, lo explícito de su primera obra Música Histórica que declara su origen contestatario y adolescente que debe al beatnik y al realismo sucio, muta con un salto del contenido a la agitación y completa errancia del verbo, lo cual es una significativa evolución introspectiva hacia una poesía que ya no confía en lo golpes y enunciados performativos, el giro de 180 grados señala entonces un divorcio de textos iniciales como Rostros o La calle es… ambos de Música histórica, poemas tributarios de Ferlinghetti o Bukowski y que replegados no en intensidad pero si en mecanismos, dan paso a un anhelo indescifrable y críptico, grito amordazado que en su enigma resulta más desconcertante y en su disolución más poderoso que una amenaza o sentencia directa.



viernes, 15 de enero de 2010

Perro del Amor de Oliver Welden y la agonía como axioma vital por Daniel Rojas Pachas

1/15/2010 05:02:00 p. m.


Perro del Amor de Oliver Welden y la agonía como axioma vital.

Por Daniel Rojas Pachas

“Perro del Amor” es un poemario de culto dentro de la literatura chilena, su lenguaje rudo y desencantado, agónicamente sexual y abierto al desamparo más íntimo del ser, logra en su consecuente “parquedad de epitafio” como lo caracterizó en su momento Jorge Teillier, una profundidad extrema que con el correr de los años se ha macerado logrando en su comunión con el dolor, altas cuotas de expresividad.

Welden con su perro nos conmina a la soledad más personal sin ignorar el sufrimiento que implican las relaciones sociales. En “Cadáver con fruta” (primera parte del poemario) explora los lindes de la cordura y el abandono priorizando la idea de suicidio y vejez como una muerte lenta y eversiva. En “De un tiempo a estas partes” (sección media del libro) ata nuestras conciencias ante el desasosiego familiar y finalmente en “La Manzana del gusano” (último cuaderno del texto) deposita toda su desesperación y furia ante el fracaso de la comunión última con el otro.

Se prioriza de este modo una noción que a lo largo de todo el libro, gravita en torno al reconocimiento de la orfandad natural del hombre, agotando todas las posibilidades de interacción desde las más solipsistas hasta las que perciben en el clímax sexual, una condición previa a la languidez del espíritu que termina por asumir de modo abismal su incomunicación intrínseca.

Hay que destacar que el autor en la construcción de esta atmósfera de sincera asfixia y desgarro, gesta una voz peculiar y única para la poética del norte de Chile. Espacio ineludible al referirnos a Welden, pues su obra está íntimamente relacionada con el extremo desértico y fronterizo de esta región del mundo.

Esto de ningún modo le resta universalidad al libro y a la voz del poeta, todo lo contrario, su presencia marca un hito aún no superado en la continuidad creativa de estas latitudes.

La génesis de “Perro del Amor” es reveladora y digna de ser reseñada. El título se remonta a los setenta en el marco de los años previos al apagón cultural; fenómeno de fisura y supresión que traería la dictadura y que afectó de modo directo al autor y su generación.

Social y culturalmente numerosos proyectos fueron abortados, esto marcaría el sino y difusión de la obra y en paralelo el fin de Tebaida Poesía, revista editada entre el 68 y 73 por Welden y Alicia Galaz Vivar, compañera del escritor, fallecida en el 2003 y destacada escritora y académica de la ex universidad de Chile con sede en Arica.

Situados en aquel periodo de fertilidad previo al quiebre de lo que algunos han señalado como la época de oro de la poesía del norte grande y en específico de Arica, podemos captar la edición de importantes libros como GRRRR del grabador, editor independiente creador de libros Mimbre y poeta visual radicado en Antofagasta, Guillermo Deisler, otra obra imprescindible de aquella época es “Jaula grande para el animal hembra” de Alicia Galaz, y desde luego la que atendemos, Perro del Amor de 1970 y que aparece precedida por la obtención del premio nacional Luis Tello y por ende con un gran apoyo de la crítica que se prolongará positivamente con los años pese a su desafortunado destino, su desaparición de los anaqueles y bibliotecas. Pese a los avatares, Perro del Amor se vuelve un libro intertextualmente consultado por poetas. Así surge el carácter de leyenda del autor, al punto de gozar de una resonancia universal que por medio de la palabra libre y directa ha trascendido los pliegues de la memoria y las fronteras del imaginario.

Muchas historias se centran en torno a la obra, peregrinaciones erráticas coma la de Javier Campos y sus compañeros que cruzaron el desierto de Atacama en una odisea en pro de contactarse con el escritor, no hay que ignorar tampoco las señas y referencias de laureadas voces de la literatura latinoamericana contemporánea como Jorge Teillier, Roberto Bolaño Y Omar Lara que reconocen en Welden un referente ineludible.

Desde impensados rincones del mundo como Panamá, Argentina, España y Norteamérica recibimos noticias del autor. Carlos Marchant, Arturo Volantines y Rolando Gabrielli son algunos de los poetas que remarcan la importancia del autor, siendo Estados Unidos uno de los puntos clave para la difusión de la voz de Welden y Perro del Amor en las últimas décadas. Dave Oliphant, el mismo que tradujese a Lihn al inglés, nos entrega una cuidada y preciosa reedición bilingüe del libro la cual mantiene parte de la estética visual del texto primigenio al conservar las ilustraciones de Deisler. Esta versión se conoce con el nombre de Love Hound.

También es necesario mencionar en torno al estado del arte de Welden, que durante el incipiente discurrir de este nuevo siglo, la leyenda inubicable y sumida en un silencio de casi cuarenta años, reapareció durante el 2004 a través de Lar ediciones con el texto Fábulas Ocultas. Libro que inicia con una traducción libre hecha por Welden en torno a las ideas de Reiner María Rilke y que desde sus primeras páginas nos provee de un faro que nos ilustra al momento de reconstruir esos momentos escamoteados y pasos a ciegas que ante su voz, muchos lectores dimos.

Sin embargo, volviendo a Perro del Amor, podemos señalar que aquel libro de alma adolescente, sonido y furia plural, goza de un talante de delirio. Fruta codiciada por poetas jóvenes en busca de iluminación y que hasta hoy preguntan e indagan royendo las páginas de la historia como quien casca un hueso que permita esnifar la huella del legado del poeta. Ejemplar es el caso de los pasillos y cátedras de literatura de lo que hoy es la Universidad de Tarapacá en Arica, en esos edificios un rastro se sobrepone a la fisura y olvido que generó el violento tránsito que tomó de golpe a nuestro país.

El mordisco que la palabra de Welden hizo a nuestra realidad se impone y discurre como una imagen mítica que resuena en versos potentes como el que transcribo a continuación y que sirve como introducción para desarrollar un análisis al poemario de modo integral.

Las moscas ocultan el corazón

porque el corazón es una magnífica bosta (Axioma Vital)

Perro del Amor divido en tres cuerpos, cadáver con fruta, de un tiempo a estas partes y la manzana del gusano, cada una con una temática propia, mantiene sin embargo campos semánticos en común que se repiten y fomentan una asociación como estructuras independientes que definen de distintas maneras la agonía vital, biológica y existencial del hombre.

El punto que une los tres cuerpos es una concepción de mundo entendida como sufrimiento, Agon/ lucha. Allí el ser navega en la búsqueda y síntesis de sí mismo. El dolor parece ser en la obra de Welden lo único real y auténtico que queda para nuestra especie.

Cadáver con fruta, primera parte del libro compuesta por los poemas Credenciales, Advertencia, Axioma Vital, Sobremesa, Vaivenes, La fiesta y Superhombre, coquetea con la muerte y soledad presentándonos retratos de vidas situadas en un profundo abandono. Estas intrahistorias colapsan colgadas, pendientes como cuadros que delatan el suicidio y desahucio en amas de casa, ancianos y oficinistas. Gente común que libra su desencanto ante la existencia con las únicas armas que su devenir le ha permitido, lo cual no implica que estos cadáveres o enfermos terminales ostenten un mensaje trivial. Su decir perentorio y profundo vislumbra épicas miserias que han sido llevadas con un estoicismo mudo y que ante el agotamiento y el hartazgo del calendario y la superficial cotidianidad, tan dañina, tan punzante, persiguen resolver en la horca.

Fulano de Tal, de infeliz memoria,

acogido al desencanto y criado en la impostura,

(…)

Mientras se sube a la silla

y al cuello ajusta la soga.

Similar a la dupla de Beckett que espera a Godot, todo se vuelve en la vida de estas voces una dilatada pelea contra la nada, un tira y afloja contra algo que se desconoce y anhela y que ante la inminencia de su absurdo e inutilidad, sobreviene la amenaza de poner fin a la espera con la aparente sencillez y carácter categórico de la autoeliminación. La diferencia con la obra del irlandés está en que aquí la rama no se quiebra como un recurso de último segundo por tanto, la llamada de auxilio no llega jamás acrecentando con desnudez aquel grito dirigido al vacio que Welden irá aumentando en decibeles en sus poemas

Credenciales remata.

(…)

En alguna parte de la casa

el teléfono que llama, brevemente,

demasiado tarde. (Credenciales)

Otro texto de cadáver con fruta, advertencia, denota el cruel desamparo al mostrarnos como un hombre dialoga en vida con estériles objetos, seres acompañados en su inercia por sonidos pétreos y notas cargadas de nostalgia. La vida que antaño detento, un recuerdo y que hoy sólo es una emulación pobre de lo que puede significar para el ser humano la calidez y compañía y su trato con la alteridad. Anti-climáticamente el texto concluye en una mayor ausencia

Al cajón le ajustaron las manillas por dentro

para que esa mañana

se condujera solo al cementerio (Advertencia)

El poema Sobremesa repite la idea del ser colgado, amarrado entre días oscuros de una rutina preñada de muebles viejos y ruinosos como restos de una guerra, a la manera de Millán y con una economía del lenguaje, Welden edifica un apocalipsis doméstico desde la perspectiva de la mujer sepultada por utensilios y trastes que pusieron precio y determinación a su vida.

La fiesta y el superhombre en cambio llevan el desamparo domestico a los límites de la vejez, se expone el abandono de las fuerzas y la languidez del cuerpo a través de lo escatológico que juega un rol preponderante: diarreas, incontinencia, falta de control en las extremidades y el deterioro de la memoria, señales que rebanan y emasculan en estos casos al macho.

De este lado siempre estamos vivos,

con diarreas ocasionales, suaves úlceras abiertas,

la arteriosclerosis hasta en los testículos (El superhombre)

Un símbolo poderoso que vale la pena destacar es el mar como fondo abisal, como imagen del eterno retorno, las olas y en general el vaivén de los líquidos grafican un proceso tedioso, el regreso a uno mismo al punto de llevar al hablante hasta el contacto con su liquido amniótico y su desplazada biología. Una y otra vez como un ahogo necesario vemos en los versos de esta parte del libro imágenes como:

Mi vómito se arrastra remando cama abajo (La fiesta)

(…)

Pero estimo necesario esperar todavía

el amaino de la resaca

para amarrar mi cuerpo

a la roca semisumergida,

cerrar los ojos y abrir la boca

y esperar, nuevamente,

a que suba del todo la marea. (Vaivenes)

Por último cadáver con fruta pondera la noción de ocultamiento como parte de del axioma vital que determina la generalidad del libro, un corazón podrido que los hombres ostentamos. Motor depredado por moscas que ocultan su real materialidad.

A fin de cuentas, estamos ante pura biología, una bosta o pedazo de estiércol que nos mueve y duerme en nuestro interior y el hombre como proyección de aquel músculo recubre su posibilidad de ser con una coraza dura e impenetrable, un cáncer solitario hecho de trabajos, objetos y horarios que nos reifican.

La segunda sección del libro, titulada De un tiempo a estas partes compuesta por cinco poemas, Fotografía, Statu quo, Reincidencia, Las presas son y La muerte en boca de alguien, enfrenta la agonía desde otra perspectiva. Se trata del dolor y orfandad de aquel que en compañía se siente en un mayor abandono. De la frustración que este sentimiento provoca emerge la violencia al interior de la familia, en algunos casos ella resulta explosiva y en otros pasiva. Hay dos textos que nos sirven para graficar claramente la crisis en el seno de la civilización y sus gregarias instituciones.

En fotografía Welden juega con la iconicidad de la rabia implosiva albergada en el fuero del hablante, una especie de sino de odio y represión que se carga producto de un pasado de abuso y maltrato generado en el infante por parte de quienes mayor seguridad y cariño le debieron garantizar.

Lo que nunca nadie fue en mi familia

y todo lo que rechazaron (…)

lo tengo aquí en mí protegido

con la fuerza esa que tuvo mi padre

la noche que golpeo a mi madre

embarazada de mi hermana menor (Fotografía)

El otro texto la muerte en boca de alguien directamente nos habla de un retrato, un retablo de la familia y el juego de las apariencias. Todo lo que uno espera y no es, pulido ante el filtro que realiza el ojo ajeno, en este caso el del camarógrafo y el de aquellos futuros destinatarios de la imagen. Apreciamos un minuto congelado de pretensiones que el autor satiriza, describiendo con sorna las antípodas de cada miembro, niños en calma, padres unidos, para concluir con una sentencia que recuerda el popular adagio: No hay muerto malo.

Tuviéramos que reunirnos de nuevo de esa manera

Alguna tarde en estos años, nos encontraríamos

Con más de un cadáver peinándose para la pose

(La muerte en boca de alguien)

Reincidencia en cambio se adentra en otro sentimiento familiar de soledad y abandono el cual podemos entroncar con el eterno retorno que Welden ya dibujó en los primeros poemas del libro. En esta parte a diferencia de cadáver con fruta, la redundancia y reiteración ineludible se da en torno a las castas, como diría Márquez, como la condena de una estirpe llamada a la extinción y al olvido.

Y regreso para conocer a mi abuela:

mi abuela tuvo a mi madre, mi madre me tuvo a mí.

yo comencé a esperar sentado a que me llamasen, luego

me puse de pie, ahora

voy hacia allá pero no encuentro a nadie. (Reincidencia)

El autor además no elude el uso de la ironía en sus trabajos, el poema las presas son muestra un patético caso, la depredación del hombre sobre otras especies que por medio de un cotidiano mural la cena y preparación de un pollo nos evidencia la crueldad y separación del cuidado materno, la orfandad como una humorada familiar; síntoma de insensibilización.

Se rompe el huevo y sale el pollo dando píos

de infinita imbecilidad, tambaleándose por el nido,

(…)

Mamá dónde estás?

Alguien conto la historia al almuerzo.

Se rieron todos, se rieron mucho

Me reí yo, con la cazuela en la boca y pregunté:

La mamá, dónde está?

Por último el inconsciente y la represión infantil que presentara fotografía encuentra su entronización en el poema statu quo, en el cual se promueve la idea de no repetir los errores del pasado, enfrentar el símbolo y lo sagrado de ciertos ídolos e instituciones en este caso las imágenes paternas de las cuales se rehúye con tal de no regresar a su pasiva genética.

Vuelve a mí la terrible angustia

de la infancia, esa timidez

conocida, y es preciso que no me mueva

para no caer,

como mi padre y mi madre,

como tanto ídolo roto de esos años. (Statu quo)

Finalmente el último cuaderno del Perro del Amor, La manzana del gusano, compuesta por poemas como bitácora, autobiografía, sacrificio, aquelarre, Justina velocísima, la forma más rugosa del amor, los 28 días del árbol, el dorso de la mano, las intenciones, el apóstata y me hubiera gustado quedarme aquí, trabaja la noción agónica central pero atendiendo a las relaciones interpersonales. El dolor en estos casos sobreviene no tan sólo producto de la ruptura sino debido al encuentro y lo que implica, la imposibilidad de sintetizarse y hacerse uno con el otro. El autor aquí expande la idea inicial, pues si en cadáver con fruta vemos la degradación del núcleo humano, su corazón y los móviles que finalmente lo encierran y consumen como una suma de insectos carniceros, en la manzana del gusano comprendemos los remanentes de esa fruta, de ese núcleo también intervenido por seres carroñeros, gusanos que se alimentan del amor y sus aspiraciones. Por ende las relaciones que nos expone Welden, nacen con un germen de caducidad, son una forma de proyectar el desasosiego y la compañía en tal medida no soluciona el desarraigo, el ser sigue invadido y domesticado producto de su soledad y al final parearse sólo consigue acrecentar el desazón, suma dos y sucesivas soledades en cada intento de vinculación con el otro.

De cualquier modo, esto lejos de ser una visión pesimista y moral, nos demuestra que la ética de Welden es con la palabra, con su propuesta estética y la manera que tiene de detallar los senderos artificiales que han encerrado al hombre en un camino extenso y sin regreso que desemboca por muchos atajos y desvíos que se tomen, en la confrontación misma del abandono al que hemos sido arrojados y el cual alimentamos con nuestra agonía diaria.

En bitácora dice:

Amo la coronta de la manzana comida por ti,

dejada en el cenicero, entre mis colillas,

(…) como para que yo simplemente los mire

y recuerde que donde ahora estas no es lejos,

pero que nunca conoceré el camino.

Y en autobiografía remata:

Noches de insomnio y las más

de locura gravitando

en torno a tu presencia

siempre viajera pero

no eres culpable ni

yo lo soy

así es que sigamos en lo mismo:

huyendo

y persiguiéndonos con palabras.

Welden muestra en este poema como las rutas del hombre siempre rozan desde lo biológico las trampas de lo inmaterial. La abstracción como una cárcel, como un escudo que oculta la esencia real que es tan solo somática y no desesperadamente metafísica. Por ende usamos aquellos instrumentos de nuestra lógica para la negación y la palabra aparece como una superstición como un paliativo para el dolor y un amuleto, recordatorio de aquella agonía, una carta del pasado que será leída en otro contexto tal como aparece en los poemas iniciales advertencia o credenciales, lo cual refleja el eterno circulo de perpetrarnos, trascender en nuestras creaciones y conceptos para luego ser guillotinados por la insustancialidad del mecanismo y su incapacidad para explicar, para resumir una vida y sus necesidades.

Una canción de boda compuesta de aire inmóvil

de tierra seca, para darte una nueva dimensión

de amor, deposito en un embudo de papel

por la cerradura de la puerta de tu casa, mientras

me vuelvo viejo regresando a mi polvo y a mi noche.

(Me hubiera gustado quedarme aquí)

Estas voces además nos presentan formas peculiares de aproximarse a la inmensidad que representa la mente y cuerpo femenino, su calor e incertidumbre. Hay junto a las formas tradicionales que podemos vincular al lirismo más tradicional y a los ámbitos oníricos de la poesía vanguardista, un elemento propio y característico de la poesía de Welden que llama la atención y que podemos reconocer en la escatología, desgarro y ámbito hedonista que se comunica con los flujos y la carne primariamente. Por ejemplo en aquelarre nos dice:

Tu llamamiento es lupino: acudo a la carnada

tendida de tus senos y arrojo mi hocico

como gubia dislocada en tu blandura feroz. (Aquelarre)

En sacrificio añade:

Ahora que los dioses

han desechado la sangre mía

por la leche de tus senos (Sacrificio)

Y finalmente el onanismo y la autocomplacencia, Welden la vincula a una forma suprema de estimación y nostalgia desafiando las expectativas del lector y las miradas canónicas y limitadas del amor. Esa admiración que se puede tener ante el objeto del deseo.

En la forma más rugosa del amor dice:

Resto soy de una terrible masturbación

(…) y quise entonces vaciarme enteramente

(…) prolongue mi acto más y más

lo más que pude y comencé a recordar

tantas cosas de otro tiempo:

que no voy a enumerar aquí ni en ninguna otra parte…

Welden en definitiva consigue plasmar en este libro de veintitrés poemas, un compendio de la existencia como lucha, la vida como dolor, y explora en tres dimensiones diversas pero conectadas, el sufrimiento personal y desde allí la relación que cada hombre y mujer tiene con los otros, la familia y su pareja, desarrollando las implicancias y efectos con una visceralidad perentoria libre de retoricas no sólo en la elección de los cuadros sino en el manejo del lenguaje lo cual da un carácter propositivo a la obra y a la relación del texto con su lector pues más que aleccionarlo o intervenir en su forma de pensar la realidad con la soberbia de grandilocuentes versos, busca la exuberancia en la parquedad dejando las cicatrices de una mordida directa a la sensibilidad.

Autor: Daniel Rojas Pachas.