jueves, 10 de diciembre de 2009

La Figura del Antihéroe en el cuento Ojo Silva de Roberto Bolaño

12/10/2009 08:40:00 a. m.

La Figura del Antihéroe en el cuento “Ojo Silva” de Roberto Bolaño

Roberto Bolaño, nació en Santiago de Chile en el año 1953 vivió en México junto a su familia durante su juventud, donde se convirtió en escritor, luego viaja a España donde reside hasta su muerte. Autor de extraordinario talento, forzó los límites de la literatura en una serie de novelas con las que se consagró como una de las voces más importantes y personales de la narrativa latinoamericana. En sólo una década, en una suerte de carrera contra la adversidad, Bolaño dejó atrás la marginalidad y “se convirtió en un cuentista y novelista central, quizás el más destacado de su generación, sin duda el más original y el más infrecuente”, en palabras del también escritor chileno Jorge Edwards.

Sus novelas se destacan por el subgénero policial, la novela negra hispanoamericana, donde se parodia al héroe-detectivesco e intenta fotografiar las vidas marginales, melancólicas, el lado oscuro y grotesco de la sociedad. Entre sus obras más destacadas se encuentra: “Los perros románticos”, un recopilatorio de la obra poética creada entre 1977 y 1990, la novela “La pista de hielo”. En 1996 presentó “La literatura nazi en América” y “Estrella distante”, y en 1997 la compilación de cuentos “Llamadas telefónicas”, que le valió el premio Municipal de Santiago de Chile, el más importante en su país. El año 1998 publica la novela Los detectives salvajes, más tarde publica uno de sus más acabados libros de cuentos “Putas Asesinas” (2001) donde se encuentra entre otros el cuento “El Ojo Silva” el cual trataremos a continuación.

Un fotógrafo vive una experiencia lejos de su país natal que lo lleva a la melancolía más profunda. El personaje del Ojo Silva es un personaje marginal que odia la violencia y que por eso muchos tildan de cobarde, además su homosexualidad es escondida a causa de de sus ideologías políticas:

“… Me dijo que durante algunos años había llevado con ¿pesar?, ¿discreción? Su inclinación sexual, sobre todo por que él se consideraba de izquierda y los compañeros veían con cierto prejuicio a los homosexuales…” (Bolaño, 2001:13).

Por lo tanto, el personaje principal que más tarde se convierte en semihéroe es en realidad un homosexual, artista (fotógrafo), socialista (en tiempos de dictadura en Chile) y considerado un cobarde, es decir Ojo Silva es un marginal y un hombre desarraigado, un viajero producto de su profesión, y con ello se exilia apenas empezada la dictadura en Chile.

Muy lejos de Chile, el personaje que narra y recuerda al “Ojo”, se vuelve a encontrar con él, y éste le cuenta una historia que no había contado nunca antes a nadie. En un viaje de trabajo a la India debe fotografiar a las prostitutas del lugar. Una noche el “chulo” le ofrece a una de sus muchachas :

“Una tarde lo invitaron a tener relación carnal con una de las putas. Se negó educadamente. El chulo comprendió en el acto que el Ojo era homosexual y a la noche siguiente lo llevó a un burdel de jóvenes maricas” (Bolaño, 2001: 12).

En esta escena la novela negra toma color pues se involucra el ambiente marginal y grotesco junto con los personajes tipos que se destacan en la novela policial “la prostituta”, el “homosexual”, pero el personaje se encuentra con algo aterrador y es ahí donde se transforma en un antihéroe, pues a pesar de su perfil de fracasado social logra, en parte, ser un héroe.

Como dice Simunvic Díaz, sobre la novela negra: “El realismo del mundo narrado aumenta en medida proporcional al abandono del juego lógico de las causas y los efectos. En todo caso se trata, como podrá suponerse, de un efecto realista, como ha sido siempre todo realismo estético. Las acciones tienen, ahora, resortes más ambiguos y éstos no se develan al final de la novela sino a través de todo el relato”. Es así como a través de cuento se va develando el caso que cobra un sentido real y verosímil.

El burdel de “maricas” corresponde a un tipo de “basurero” de niños que son castrados producto de un ritual religioso que dura un año, al término de la festividad, el niño pasa a ser de la representación de un dios, a un castrado que no sirve.

El cuento cuando Ojo se da cuenta de esto salva a un niño que estaban a punto de operar y a otro más que ya lo estaba. Sale de ahí escondiéndose, sin embargo, nadie lo persigue. Aquí surge nuevamente la figura del antihéroe:

“Lo único cierto es que hubo violencia y poco después dejo atrás las calles de aquel barrio como si estuviera soñando y transpirando a mares, Recuerda con viveza la sensación de exaltación que creció en su espíritu (…) la sombra que proyectaba su cuerpo y las sombras de los dos niños que llevaba de la mano sobre los muros descascarados. En cualquier otra parte hubiera concitado la atención. Allí, a aquella hora, nadie se fijó en él” (Bolaño, 2001: 22).

El hecho de que nadie se fije en él refleja la poca importancia que tienen los tres personajes, la falta de interés del resto del mundo por estas personas ocasiona que su preocupación posterior sea hasta ridícula:

“En sus pesadillas, no obstante, el Ojo soñaba que en la mitad de la noche aparecía la policía india y lo detenían con acusaciones indignas…” (Bolaño, 2001: 23).

Si bien la imagen del Ojo como un semihéroe de estos niños que nadie quiere es conmovedora también ocasiona la analogía de lo que sucede en Chile y en Latinoamérica, pues se transforma en un personaje simbólico de las utopías de Latinoamérica, ya que intenta luchar contra la adversidad, la injusticia y la violencia que envuelve cada entorno, como escribe el propio Bolaño al comienzo de este cuento:

“De la verdadera violencia, no se puede escapar, al menos no nosotros, los nacidos en Latinoamérica en la década de los cincuenta, los que rondábamos los veinte, cuando murió Salvador Allende” (Bolaño: 2001, 11).

Esa verdad homogénea, trasforma al antihéroe en un símbolo que endurece aún más el género de la novela negra, pues los personajes y el ambiente provocan una insatisfacción cruda hacia el mundo real, el viajero hace de este episodio en su vida, un episodio de injusticia que enarbola cualquier valor humano universal y requiere de un espíritu que refleje dicha verdad.

Además a través del personaje del Ojo se vuelve importante una serie de detalles que en una diversidad de factores que fluctúan en un puñado de guiños que llevan al personaje más allá de una marginalidad a una incomprensión propia del espíritu latinoamericano y oscuro que representa el genero negro policial en esta región.

Uno de estos detalles es el contraste de mundos y el espíritu viajero, lo mandan desde Francia, cuna de artistas y refinamiento, a la india país de discriminación, pobreza, enfermedades y hambre, lo que el va ha hacer es fotografiar, este recurso conlleva plasmar el dolor de las personas fotografiadas, es por esto que lo primero que él hace al ver al “marica” de diez años tiritando de miedo es fotografiarlo y así perpetuar su angustia y dolor.

El otro detalle importante es que el deja a su pareja en Francia por quedarse con sus “hijos” a los cuales ve morir producto de una enfermedad que asota la aldea en la cual viven, es decir, que su vida personal se transforma en algo distante y melancólico, lo cual se acrecienta aun más con el final del cuento donde se profundiza la ideología que expresa la obra, la relación de soledad y de angustia por el mundo:

“… sin dejar de llorar por sus hijos muertos, por los niños castrados que él no había conocido, por su juventud perdida, por los jóvenes que ya no eran jóvenes y por los jóvenes que murieron jóvenes, por los que lucharon por Salvador Allende y por los que tuvieron miedo de luchar por Salvador Allende (…) su amigo francés le dijo que se calmara. Y el Ojo se rió sin dejar de llorar y dijo que eso haría y colgó el teléfono. Y luego siguió llorando sin parar”. (Bolaño; 2001, 25).

En conclusión, aquí se demuestra un dolor a todo, el antihéroe latinoamericano llora de angustia no por su cobardía, sino por la falta de coraje del mundo entero. De esta forma su amigo francés pasa a ser una persona que no siente del mismo modo porque no ha vivido lo que él, tal cual como las civilizaciones “acomodadas” no ven, ni viven, ni sienten las crueldades y la violencia de los menos afortunados, sobre todo de aquellos que nacieron en Latinoamérica en los años cincuenta.

Bibliografía:

Semunovic Díaz, Horacio Gabriel; artículo: “Notas sobre la novela negra chilena” .

Bolaño, Roberto: “Putas Asesinas”, cuento “El Ojo Silva” (2001).

Opazo Carolina

Valencia Violeta.