lunes, 30 de marzo de 2009

Nota preliminar, por P. L de Al bello aparecer de este lucero.

3/30/2009 10:20:00 p. m.

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Nota preliminar, por P. L de Al bello aparecer de este lucero.

noticia preliminar*


Al bello aparecer de este lucero es, en un cierto sentido, un primer libro de Enrique Lihn. Afirmación desconcertante para sus lectores de Hispanoamérica que han leído muchos otros del autor en sus lugares propios, pero en la que debo insistir porque este libro es el primero en las condiciones actuales: las del ingreso de este poeta en el ámbito hispanoparlante de los Estados Unidos, casi otro país cuyas cercanías y diferencias son sin duda algo más que la suma o laresta de las cercanías y diferencias que hacen posible el diálogo de un espacio y un texto, en un sitio y en un tiempo específicos.


Hay también otras razones para reducir la afirmación inicial. Deja intocada esta evidencia: E. L. es conocido en USA a través de numerosas traducciones en revistas y libros, el último de los cuales y — el más abarcador — es The Dark Room and Other Poems, editado por New Directions en 1978. Pero no es ése el tipo de difusión al que me refiero en el párrafo anterior.


E.L. es uno de los poetas actuales más importantes en lengua española. De esto vienen dando cuenta, desde la década del sesenta, las antologías más exigentes, las revistas especializadas que solicitan y acogen reseñas y ensayos críticos sobre su trabajo, las diversas ediciones que se suceden en Chile, en México, en el Perú, en España. Los premios recibidos y esas otras formas de reconocimiento que son las becas de fundaciones extranjeras indican asimismo un consenso valorativo.


* Por su interés informativo, se reproduce la nota de Pedro Lastra a la primera edición,

publicada en 1983 en Hanover New Hampshire, por Ediciones del Norte (N. del E.)


En 1966, E.L. obtuvo el premio Casa de las Américas por Poesía de paso, un libro escrito cuando era becario de la UNESCO. En un orden parecido de azares favorables, una nueva estadía del poeta de paso en New York como becario de la Guggenheim Foundation coincidió con la edición antológica de New Directions. Ese mismo año escribe A partir de Manhattan, un volumen con el que la Editorial Ganymedes se asoció al año siguiente a la celebración del cincuentenario de E.L. Los testimonios de este suceso del exilio interior fueron recogidos en Derechos de autor (1981), un libro manufacturado de considerables proporciones, simultáneo en su aparición y desaparición (la tirada de ochenta ejemplares estaba destinada a los amigos literarios de E.L.)


En cuanto a las antologías, no es fácil nombrar una que omita la presencia de E.L.: los lectores avisados de la poesía hispanoamericana tendrían un fundado derecho a disentir de tal improbable omisión.


Y entre las compilaciones significativas en otras lenguas debe mencionarse aquí 16 poetas hispanoamericanos, publicada en Atenas por Rigas Kappatos (1980).


Como narrador, el cuentista de Agua de arroz (1964) ha vuelto a la prosa en el pasado decenio con novelas decididamente experimentales, en las que el lenguaje se representa a sí mismo distribuyéndose los roles que la tradición ha asignado a los personajes y a los acontecimientos. Las define bien el título de la última: El arte de la palabra (1980). Como ensayista sobre temas literarios no sólo interesan los artículos y notas que E.L. publica con frecuencia en Hispanoamérica y en USA. Considero legítimo incorporar en este rubro al conversador y remitir a un libro que lo confirma: mis Conversaciones con Enrique Lihn (1980).


La esquemática figuración del quehacer de E.L. que he intentado esbozar para los lectores de Ediciones del Norte debe completarse con otras observaciones. Me las sugiere la disposición misma del diario de poemas que es Al bello aparecer de este lucero. Los días intercambiables que lo conforman me inducen a la anotación marginal, asistemática. Un resumen de la idea motivada por el diario: lectura en movimiento suscitada por un conjunto de textos que en este caso no podrá detener la materialidad del libro que lo contiene. E.L. nos empezó a familiarizar con estos procedimientos desde Poesía de paso, diario de viaje o registro de situaciones, que al verbalizarse como respuestas fragmentarias e inmediatas a los estímulos y provocaciones de lo desconocido abrían el espacio de un paradojal reconocimiento: el que alcanza una mirada oblicua, distanciada y ajena, para la cual la percepción de un lugar produce lamemoria del mismo. Una primera vuelta de tuerca, en la que se revela entonces una diferencia: las fascinaciones del viajero encubren las tentaciones de una instalación imposible fundada en un saber negado de antemano. Porque el poeta de paso no conocerá nunca los lugares de que habla: se limitará a recorrerlos. Sus andanzas "dan cuenta más bien de un cierto desarraigo, que se extiende a la propia existencia sentida como un viaje". (E.L., Conversaciones).


"El viaje es un cambio de escenario que corrobora la persistencia del sujeto que viaja", agrega E.L. Y así lo sentimos en los variados espacios que sus libros parecen escribir, pero en los cuales sorprendemos de pronto a un sujeto que es escrito por ellos, circunstancia insinuada en los títulos al determinar las menciones espaciales con ciertas marcas —ambiguas— de ruptura de la univocidad: Escrito en Cuba (1969); París, situación irregular (1977); A partir de Manhattan (1979); Estación de los Desamparados (1982). Creo que París, situación irregular ilustra con plenitud la eficacia de estos modos escriturales de E.L. y las proyecciones logradas.Carmen Foxley describió en su oportunidad esa escritura en un estudio ejemplar, modestamente titulado "Prólogo", y al que deberá regresar sin tardanza el lector cuidadoso. Porque cambiando lo que hay que cambiar (actitud que esa clase de lector siempre está dispuesto a asumir), advertirá que el diseño del diario de viaje, dibujado con tanta precisión por Carmen Foxley en su lectura de aquel libro, traza también algunas líneas aplicables al diseño de este diario de poemas. Otro dibujo, desde luego, pero de un sujeto igualmente "en situación irregular" con respecto al asunto que genera el discurso de Al bello aparecer de este lucero. Resumo los avatares de la escritura de E.L. en los últimos veinte años, tomando de más atrás la corrida.


La pieza oscura (1963) explora centralmente "la relación entre la memoria y el lenguaje poético, algo así como una misma actividad que se desarrolla en planos homólogos" (E.L. Conversaciones). En particular el poema que da título al libro y los de la serie que se despliega allí como una constelación, manifiestan una imposibilidad del sujeto reminiscente o evocador en busca de un tiempo perdido: la infancia sólo existe gracias a la memoria en un presente que es el texto. Ese viaje es ilusorio: no hay más infancia ni más tiempo pasado que los que produce la memoria en el lenguaje. Comprobación sombría, pero que tiene su contrapartida en el mismo carácter ilusorio del rescate: una forma del deseo, un desquite contra la ominosidad de lo real.


De modo semejante, o mejor, homólogo, se constituye el viajero denodado que discurre por Poesía de paso y los otros libros (escenarios) de ese género. Sus desplazamientos se resuelven como desencuentros que originan un discurso antiutópico, corrosivo, disfórico, crítico de sí mismo y del contorno que registra sin la menor complacencia.


Una imagen une, para mí, la figura de ese viajero con la del personaje que habla en La musiquilla de las pobres esferas (1969): la muerte de los coribantes y el eco —ahora sólo un ruido— de la música a cuyo son realizaban sus movimientos "descompuestos y extraordinarios". Ese ruido es el sonsonete vacuo, la lira envilecida que Waldo Rojas sintió fluir por la única y desvencijada ventana que acaso persiste de la luminosa caverna de Blake ("Nota preliminar" a La musiquilla...).


Al bello aparecer de este lucero puede leerse como un entramado de las varias direcciones recorridas por E.L. hasta llegar a este punto. Pero como un entramado no es una suma, se trata aquí de una resultante singular y extrema respecto de algunos procedimientos puestos en práctica en los libros mencionados, y no sólo de poesía (téngase presente una vez más El arte de la palabra). Recurrencias y resonancias de diversos lenguajes —prestigiosos y llanos— sustentan la escritura de un emisor supuestamente instalado en una seguridad. Este hablante cree o simula creer mientras escribe su pasión que eso y no otra cosa es la literatura. Doble seducción: la de un referente (posible) que lo atrae hasta el borde de un vacío que desearía llenar, y la de un distanciamiento que lo niega mediante el reenvío irónico a la literatura. De ahí el juego de intertextualidades (el título del libro procede de un poema de Fernando de Herrera), al que no es ajeno la obra anterior de E.L.: como un eco del verso "una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies" (de La musiquilla...) surge esta anotación en un poema presente: "esa misma muchacha a quien amé / en silencio hace cosa de cien años".


De manera parecida: "Un gran amor, la perla de su barrio / le roba el corazón alegremente /para jugar con él a la pelota" (de La pieza oscura) prefigura o recuerda prospectivamente estos versos actuales: "El corazón partido en dos por un mordisco / palpitaba melancólicamente por ti y alegre...". Intertextualidades reflejas. A lo largo del libro, el sujeto que describe este cortejo erótico compara su experiencia con la de otros sujetos textuales (desde la poesía medieval a Neruda, pasando por Sade y Masoch), sin advertir que esos sujetos, anacrónicamente, también podrían reconocer la suya en Al bello aparecer de este lucero. En el círculo (descentrado) que es el acto literario escenificado en este libro, el hablante distancia la experiencia propia remitiéndola a textos ajenos que lo devuelven a ella y lo inscriben en la dilatada escritura de la poesía amorosa. El lector descubre que —como ocurre a menudo en este género— esa comunicación privada con una destinataria única solapada en el artificio de las atribuciones, citas y referencias que se trenzan a veces con el improperio, es en última instancia la coartada consustancial al arte de la palabra:


"Todo está hecho de palabras

no te asustes: son tropos: pavoneos de nada.

Por ti y no de ti está hecho el poema".

P.L.

Santiago de Chile, julio de 1983.