miércoles, 4 de junio de 2014

De la Pantalla al papel: Chile del Terror, una antología ilustrada

6/04/2014 07:01:00 a. m.

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De la Pantalla al papel: “Chile del Terror, una antología ilustrada”

Introducción

        Chile del Terror, es un colectivo dedicado a la difusión de la literatura de terror en Chile. Llevan haciéndolo varios años, teniendo su base de operaciones en su sitio WEB: http://chiledelterror.blogspot.com y el 2014 saltan de la pantalla y concretan su primera antología de cuentos; tomando del blog los 10 mejores relatos publicados hasta ahora, un cuerpo seleccionado y editado por Aldo Astete Cuadra.
En términos generales, Chile del Terror, una antología ilustrada, es de tapa a contratapa una edición sólida, aglomerada, que llama la atención sobre todo por la calidad de los textos y lo adecuado de su portada.
Lo peor y lo mejor
        Los puntos débiles de esta antología son en primer lugar, las ilustraciones interiores, las cuales no siempre reflejan la calidad de los relatos, ni aportan atmósfera, ni constituyen un patrón conductor. En segundo lugar están las reseñas de las biografías de los autores después del título de los cuentos y antes que el texto. Lo cual nos predispone a leer de cierta forma; nos dan pistas de los temas, los finales, los giros, las inspiraciones; lo cual en mi opinión va en desmedro del impacto que el texto causa por sin esta información. Recomiendo ignorar las biografías y atacar el texto sin dilación cuando lo tengan entre sus manos, esto les permitirá saborear de manera prístina las historias antologadas.
Y por último, hay un solo relato, que a mi juicio, desentona del resto: El Trato de Argahan es confuso e inconsistente de principio a fin, no logra interesar y el giro final no es sorpresivo. Clásico del relato que es parte de un corpus más grande y necesita ser contextualizado, lo que lo convierte finalmente en un cuento que no se entiende.
Cabe mencionar que, no existen en este compilado de cuentos problemas de redacción, ni ortográficos, ni situaciones estúpidas o inverosímiles. Existe aquí, a pesar de lo anterior, un profesionalismo editorial que se agradece.
Lo mejor de la antología es:
          Su portada mate, elegante, con una extraordinaria ilustración, una impecable diagramación y composición que deja perfectamente clara la naturaleza de los textos interiores.
El tamaño de bolsillo es perfecto para llevarlo a cualquier parte sin que estorbe.
El prólogo es fluido, se pasea por la historia de la literatura de terror de nuestro país y se convierte en el contexto teórico necesario para una antología con estilos tan variados, Este texto es la argamasa conceptual que mantiene unida esta antología.
Y por último, los textos, de los cuales los mejores en orden de aparición son los siguientes:
Tricofobia
Un joven llega a un pueblo para pasar la noche y termina durmiendo en una escalofriante residencial.
Quid Pro Quo
El relato de una violación en un mundo post apocalipsis zombi.
Plan Ciego
Un estudiante con resaca intenta recobrar la memoria de la noche anterior, mientras trata de salir de un cuarto completamente oscuro.
Todos de excelente factura, dinámicos con buenos giros y atmósferas bien logradas.
 
Conclusiones
         La compilación es al menos una muestra geográfica de lo que se está haciendo en Chile en el género del terror, variedad literaria más bien despreciada por la academia, los medios oficiales y el mainstream, y sin embargo, el placer culpable de muchos adolescentes y adultos.
Si pensamos que compramos bien, cuando obtenemos la mejor calidad al menor precio. Chile del Terror, una antología ilustrada, es un producto que los dejará satisfechos, porque propone un piso cualitativo interesante a un precio marginal. El papel sin duda es un valor agregado para la lectura de estos textos.
Austrobórea Editores es una editorial que demuestra que viene a abrir un nicho y a ocuparlo de manera profesional, con un equipo preocupado de cada detalle del producto, del objeto que llamamos libro. Asunto no menor en un escenario en que la gran industria editorial agoniza, (se publican menos títulos en papel cada año). Una agonía que obedece al cambio de paradigma: en un mundo donde la producción masiva era la norma, las impresoras 3D y la Internet nos permiten personalizar los contenidos que queremos ver y leer, y muy pronto, personalizar todos los productos que deseemos comprar. Se generan los espacios que están ocupando las pequeñas y medianas editoriales, más ágiles económicamente hablando, y más en contacto con los lectores que las grandes casas. Estos pequeños espacios son solo el comienzo, el producto del caos de la tormenta del cambio en el mundo editorial, en donde hoy por hoy cualquiera que tenga los contactos o la cantidad de dinero necesaria puede publicar, llenando el mercado de libros nacionales mediocres o malos.
Cuando este cambio de paradigma productivo y comunicacional se complete, y el poder se asiente en la opinión de los consumidores individuales, y la comunicación de masas desaparezca. Quienes aseguren un estándar de calidad alto, y hayan identificado y explotado su nicho, saldrán airosos y empoderados de la crisis. Este es el momento de las editoriales independientes.
Finalmente, Chile del terror, una antología ilustrada, es un producto que se gesta en base al nuevo paradigma; con escritores de diferentes zonas de nuestro país, unidos en la Internet, con un producto que se masifica primero en las redes sociales y depurado por el filtro editorial, salta de la pantalla al papel, germinando en este libro que reúne las tres B: bueno bonito y barato.
Martín Muñoz Kaiser.
El Martillo de PillánWBK Warm Blooded Killers [Asesinos]Evento Z

viernes, 16 de mayo de 2014

Sobre Magenta, de Fernando Ortega [por Carlos Henrickson]

5/16/2014 01:48:00 p. m.
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Sobre Magenta, de Fernando Ortega

Para los pocos que pudimos conocer Cian (autoed., 2012) de Fernando Ortega (Viña del Mar, 1983), la aparición de Magenta (Santiago: Libros del Pez Espiral, 2014) es una buena noticia, tanto al situar una escritura llena de riesgos en un circuito de lectura más expuesto, como porque, de algún modo, esta nueva unidad obligaba a ampliar los desarrollos del primer poemario. Allí ya se veía una voluntad abierta a desnaturalizar poéticamente la experiencia de la percepción, poniendo en una difícil estacada no sólo al arte como posibilidad de representación, sino al mismo autor como “demiurgo” de algo ya indefinible. Remito al interesado a mi presentación: http://henricksonbajofuego.blogspot.com/2012/11/la-molesta-percepcion-presentacion-de.html.
Magenta entrega la muestra amplia de registros poéticos que, siendo distintos, confluyen en su voluntad de síntesis y en la situación de radical despojo de la poesía como posibilidad de belleza. El libro se inicia con poemas de transparente evocación personal, en que Ortega parece hacer genealogía de la especial distancia que debe expresar con la realidad. La fría decisión del funcionario del cementerio y la búsqueda del hablante en los videos de Arrau de youtube, respectivamente, en los textos iniciales, tienen en común el especial trato con la muerte que puede abrir un enfrentamiento seco con la realidad, en plena conciencia de que la aparición o desaparición de entes en el mundo deja de ser algo personal para pasar a ser un tema de observación investigativa. El ajuste de cuentas con la poesía lírica difícilmente se puede expresar de modo más nítido.
Ver la experiencia propia con este desasimiento entrega pronto las señas de un nihilismo que bien aspectado técnicamente puede ser poderoso y sugerente:

Intento agarrarlas
como quien se saca una espina de tuna
pero en mi torpeza
las mato.

Pronto, otras hormigas ocupan
el lugar de las muertas
caminan lento entre mis dedos.

No importa qué tan fuerte las mire.

Sin embargo, varios textos de carácter experiencial parecen caer en una excesiva sequedad que los neutraliza, dejándolos sin efecto estético alguno. La habilidad de Ortega para síntesis poéticas breves y efectivas puede llegar a excesos en este plano que no parecen corresponder a lo mejor del libro.
Tal como en Cian, el punto fuerte de este libro es la crítica poética a la realidad aparente. Heredero, en este sentido, de Juan Luis Martínez, Ortega entrega textos de real poder inquietante, como Límites de migración específica Tao, ya presentes en el libro anterior. El último de los textos nombrados sabe revelarse como una suerte de umbral de arte poética, asumiendo el riesgo de despojo que supone la permanente y asumida duda sobre lo percibido:

Los poetas chinos podían hablar de la nieve
con la propiedad de un habitante de la nieve.
Solían cantar en ella; imponerle colores.

Cómo llegar a la nieve
            desde mi cómoda habitación
si acaso pensar sirve, si el blanco sirve
y entonces cae el sendero.

Piedras que bordean el arroyo,
el sopor intimidado por su ruido fresco.

-Pero de qué nieve estamos hablando-
me dice un chino, tendido sobre un peñasco
y vemos el pasar del agua un día entero.

Piensa en un cuadrado blanco.

No es exageración, en este sentido, asumir una pulsión mística en la mejor escritura de Ortega, tal como se desprende de poéticas con análogos saltos al vacío estético -piénsese en Gonzalo Millán, por ejemplo. Desde esta pulsión resultan naturales ciertos rasgos de ironía que el autor sabe manejar con propiedad, sin caer en el ingenio de estirpe parriana, ya tan aprendido por el oído educado literariamente en nuestro país que hasta asombra verlo aparecer impunemente.
Si sumamos el manejo de tonos precisos y sin impostación, se puede plantear a Ortega como uno de los autores jóvenes de más proyección en un escenario poético nacional que parece a la espera de alguna sorpresa trascendente e imposible -como un adicto en fase terminal ya casi incapaz de reconocer escrituras realizadas. Con mayor motivo, además, corresponde felicitar a Libros del Pez Espiral, que en poco tiempo ha ido armando uno de los catálogos más desafiantes en el universo de las editoriales independientes.     
        

miércoles, 23 de abril de 2014

Actividades de Editorial Independientes FILZIC 2014 (Narrativa Punto Aparte, Cinosargo,La Calaquita)

4/23/2014 11:16:00 a. m.

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Viernes 25
A partir de las 18:00 horas - Charla sobre Edición a cargo de Marcela Kupfer de Narrativa Punto Aparte, Claudio Castañeda de La Calaquita y Daniel Rojas Pachas de Cinosargo Ediciones en Balmaceda Arte Joven en el marco de la Filzic
Ubicación: Espacio Cultura Fundación Minera Escondida O´higgins #1280

Sábado 26
A partir las 11:00 am - Taller sobre Fanzine a cargo de Claudio Castañeda en Balmaceda Arte Joven en el marco de la Filzic
Ubicación: Espacio Cultura Fundación Minera Escondida O´higgins #1280 

A partir las 18:00 pm - Lectura nueva narrativa del norte: Marcelo Cheloi, Rodrigo Ramos Bañados, Daniel Rojas Pachas y Víctor Escobar Diaz.
Ubicación: Espacio Cultura Fundación Minera Escondida O´higgins #1280 

sábado, 19 de abril de 2014

Una resistencia humanista: País sin territorio, Bruno Serrano Ilabaca. [por Carlos Henrickson]

4/19/2014 01:42:00 p. m.
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Una resistencia humanista: País sin territorio, Bruno Serrano Ilabaca.


No ha sido capricho el retrazado incesante de nuestra historia literaria reciente: procesos absolutamente conscientes en que participaron instituciones gubernamentales y no gubernamentales (de carácter político y de estudios sociales, más que netamente literario), editoriales y, por último, ciertos autores que escogieron un rol particularmente insidioso (pero bien pagado), fueron los responsables de decretar la anulación simbólica de una serie de poéticas, sabiendo que pasado el efecto de la operación de shock, éstas quedarían en una zona de exclusión, junto con sus nociones generales y las experiencias que fueron su origen. Es así como la representación cultural del Chile de la Dictadura tiende a presentársenos bajo la perspectiva del testigo externo -sea desde el extranjero o desde sectores sociales para quienes la política sigue siendo sólo, y estrictamente, un problema ideológico-, quedando en un crítico segundo lugar la producción que se vinculó a la experiencia misma, vital, de la represión política y la violencia social desatada.
Este carácter consciente e interesado de una operación político-cultural organizada y financiada institucionalmente, con fines específicos de reformulación simbólica, es lo único que me podría explicar el silencio sobre autores como Bruno Serrano Ilabaca (Chillán, 1943), que fue durante largos años una referencia imprescindible al pensar en la creación poética del sur de Chile. Por cierto, Serrano reúne aún todas las condiciones para no ser invitado al banquete permanente de autocelebración de la cultura de la transición: no sólo por haber pertenecido a la seguridad del Presidente Allende, haber sufrido persecución real y haber sido parte de la ONG Ser Indígena, sino por dejar en su poética un testimonio de su experiencia de vida comprometida en lo social y lo político.
Este testimonio, por supuesto, no es, no puede ser, reflejo fiel, si es que queremos hablar de una poética en sentido propio. La verdad de la poética de Serrano no surge de una pretensión de objetividad, sino de una puesta en sujeto profunda del devenir histórico. Vemos esto funcionando en “El antiguo ha sucumbido”, poema que da nombre a su primer libro, editado en 1979, en que una degradada situación social, marcada por la cesantía y la incertidumbre, determina un cambio en la conciencia del hablante hacia una responsabilidad ética radical, marcada por el autorreconocimiento:

Estoy contento Mujer de ser poeta
De amarte a ti entre todas las mujeres
Y tener hijos que berrean su derecho
a ser alimentados
           
            Estoy satisfecho de ser Hombre
            Y de sufrir cambiando el mundo

Ahora estoy aquí
Y sé que mi corazón se ha dado vueltas
caminando por las púas de esta vida
Entre un golpear de remos y de palas
            Entre un coger de peces y enterrar semillas
En un avanzar y retroceder contradictorio
            En un ser hombre al fin
            En un ser hombre al fin
    EN UN SER HOMBRE AL FIN

Las decisiones estilísticas, incluso, están marcadas por esta conciencia, que sitúa al hablante en un más acá del proyecto vanguardista de cambiar el mundo desde la creación, de algún modo, indisoluble a una historia particular que no es en absoluto la del hablante:

Ahora son mis poemas largos y concretos
No son Rimbaud
No son Baudelaire
Son poesía escrita en Chile
con más de mapuche aprisionado
que de Europa
Con manos callosas de trabajo
y no finas de descanso existencial

Es desde acá que la figura del poeta, sin dejar de considerarse como tal, se sabe parte de una comunidad: en la medida de reconocerse situado en un desplazamiento que ha dejado a lo propiamente humano reducido a la experiencia neta. Esto, en la radicalidad de su subjetividad, termina paradójicamente devolviéndole su vocación universal, por debajo de una adscripción a una supuesta “comunidad literaria”. Este desplazamiento de la situación de lo propiamente humano, la cultura y la comunidad posible, presente en varios autores que escribieron en la primera etapa de la Dictadura, con múltiples analogías a momentos históricos determinados -la literatura francesa durante la ocupación alemana, la española bajo el franquismo, etc.-, no ha sido quizás estudiado de una forma decidida en nuestro país; muy probablemente por haberse impuesto desde los 90 la visión de que era una poesía “mentirosa”, fruto de una impotencia vana ante la aniquilación completa y definitiva del pueblo como sujeto posible -la idea está enunciada de manera clara ya en 1979, en la Presentación de Raúl Zurita a La cultura autoritaria en Chile (Santiago: FLACSO, 1981) de José Joaquín Brunner. Sin embargo, ya es momento de asumir una lectura más profunda y situada desde la coyuntura actual, en que a nivel global podemos ver tensiones análogas bajo el signo de la penumbra posmoderna y lo que parece la crisis final de la posibilidad humanista.
En el caso de Serrano, el desplazamiento de lo humano bajo la Dictadura sabe tomar como paradigma al pueblo mapuche, que deja ver además un nuevo acento en la naturalidad de la experiencia contra una cultura de muerte. No se trata sólo de un sujeto histórico determinado, sino de una plena visión de mundo -en “Los mapuche antiguos no conocían el reloj” (de Olla común, 1984), la esclavitud del tiempo winka se hace equivalente a la noche, y a la enajenación de la tierra. Esta enajenación, en la plenitud del concepto, se marca poderosamente en los primeros libros de Serrano: no es sólo la enajenación del territorio ancestral mapuche, es el despojo del exiliado y la alienación del ser humano con respecto a su propia realidad social. De algún modo, el país entero se transfigura y se traslada hacia la utopía, es el Chile imaginario / en el territorio gris de la esperanza (en “País paralelo”, en Exilios, de 1983).
Entonces, el enfrentamiento en el que se compromete esta poética se trata, no del poder político ni de la mera supervivencia, sino de la lucha entre concepciones de mundo. Plena conciencia de esto se tiene ante “La otra guerra” (en Olla común, de 1984), esa enmascarada,

que nubla los ojos con slogan
y oferta modelos de cartón
con pies de barro.

Poema que se ofrece como síntesis de la determinación del compromiso de esta poética, en que lo visible -el consumismo, el materialismo, la entrega de los recursos del país- se hace una amalgama con procesos más profundos, que tocan la raíz de la identidad personal, cultural y nacional:

La destructora
que permuta el corazón
por otro importado desechable.
  
Es desde este lugar que hay que pensar lo erótico en la poética de Serrano, que se plantea como afirmación de una pulsión vital que señala una voluntad de resistencia. Si en los primeros libros la compañera toma la figura de un otro acompañante, que empuja a las definiciones de la acción -seña bastante común en la literatura comprometida-, desde Fin de muslo (1991) lo erótico va definiendo un espacio de libertad y autoconciencia que puede llegar a altos planos de lirismo, especialmente en El corazón tiene alas de ave de paso (2002), en que se despliega la experiencia de universalidad posible a través del cuerpo.
País sin territorio (Alquimia: Valdivia, 2013) resulta una referencia necesaria en el redescubrimiento -especialmente para la isla santiaguina- de Bruno Serrano Ilabaca, que ostenta una voluntad poética definida y justa, más allá de las mutaciones de coyuntura y forma que son, en él y otros autores testigos del impacto más violento de la Dictadura, especialmente marcadas. Resulta particularmente notable el prólogo de Michelle Riveros Celis, que recorre con atención y comprensión profunda los temas fundamentales de su poética, además de ser la responsable de una atinada selección de textos, que entregan una perspectiva integral en breves páginas.