jueves, 3 de diciembre de 2009

Análisis de la novela Carne de Perro de Germán Marín

12/03/2009 08:17:00 a. m.



Análisis de la novela “Carne de Perro” de Germán Marín

Autoras: Carolina Opazo y Violeta Valencia.

El escritor chileno Germán Marín nace en Chile en el año 1934. Es uno de los escritores más controvertidos de su época, pues pese a pertenecer a una familia acomodada de origen militar, une su obra a los pensamientos políticos de la Unidad Popular. Con aires de periodista y filósofo intenta dar una versión irónica y crítica de la realidad socio-política circundante. Acción que en el año 1973, tras el golpe militar, fue sancionada con el exilio. De este modo sus novelas tuvieron que callar la voz del esperpento de la historia nacional. A modo de ejemplo podemos mencionar escritos como: Fuegos Artificiales, Chile o Muerte, Una Historia Fantástica y Calculadora, Carne de Perro, entre otros.

Precisamente, Carne de Perro es un buen ejemplo de la novela social, ya que desde el testimonio del revolucionario Ronald, su protagonista, obtenemos una panorámica de Chile durante el Gobierno de Eduardo Frei Montalva y luego el de Salvador Allende. De esta manera, la prosa se articula en torno a dos crímenes: la masacre de Puerto Montt y el asesinato de Pérez Zujovic; causa y efecto, hilo conductor que nos lleva desde la objetividad política hasta la subjetividad de los afectados.

En efecto, una vez más se ven enfrentadas la derecha y la izquierda constituidas como un todo, pero materializadas en sus partes. Dicho de otro modo, ambas se presentan como partidos políticos de acción intelectual, mas también se constituyen de atracos ilegales rondados de muerte para despejar el camino de las decisiones. En el primer grupo se encuentran los rostros adinerados y en el segundo el pueblo, quienes se enfrentan por el ideal de mejora nacional, que en un caso es el poder y en el otro la dignidad.

En este contexto, surge el VOP, Vanguardia Organizada del Pueblo, organización de origen izquierdista e ideales revolucionarios, que:

“rechazaban el papel que el marxismo-leninismo asignaba a la clase obrera como vanguardia de la lucha social, muy por el contrario, tenían volcada su fe en aquellos desesperados que, al margen de cualquier compromiso, creían en la rebelión a través de la violencia” (Marín, 1995)

Es por ello que los personajes: Ronald, Arturo y el viejo, nacen como productos de los “maleficios” del gobierno de la época, donde el caos de la deshumanización identitaria los hace transgredir sus ideales de justicia con tal de conseguir materializar la utopía política o más bien su anarquismo que ni siquiera integra al comunismo. He ahí que éstos, “los sumergidos, no obedecían a nadie y apostaban sus vidas en cada acto”; puesto que “El que quiere ser revolucionario no tiene que esperar a que llegue la revolución”.

De esta manera, dichos personajes en conjunto con otros individuos del VOP cuentan que llevaron a cabo varias acciones armadas en el gobierno de Eduardo Frei que favorecían y se cohesionaban con la Izquierda. Mas luego del asalto a la sucursal del Banco Nacional del Trabajador, fueron acusados de asesinos al servicio de la Derecha y, en consecuencia, se les fue retirado el apoyo de la institución.

En esa instancia, solos y cavilantes de la traición, la revolución se transformaba en el “producto de un terrible engaño, nacido de la aspiración de cambiar el mundo”; pero advertían que ya no había vuelta atrás. Porque la historia no podía esperar más por justicia y el próximo político a pagar su crimen era Edmundo Pérez Zujovic, a quien se le acusaba de la matanza en Puerto Montt. Pecado más que de carne de espíritu, en efecto, castigado por priorizar el imperio de la ley y no el derecho de los ocho o diez individuos muertos.

Por consiguiente, en la descripción de la urbe se materializa la efervescencia ideal del frente popular y en el calificativo de hombres grises (Opazo, 2009) se vivifican los protagonistas de esta historia, características propias de la novela social y que su protagonista nos las presenta a continuación:

En primer lugar, Ronald Rivero, presenta la pugna dos fuerzas en su interior: su yo nostálgico del pasado y su otro alienado del presente (Opazo, 2009). Así pues en el estado nostálgico vive el placentero recuerdo de su mujer, Natacha, y en el alienado el de la hija de Zujovic, María Angélica. Sensaciones que son descritas envueltas en el ambiente y se presentan de la siguiente manera:

Natacha, en la ciudad de Arica en un periodo de descanso, donde la suavidad prima en la relación y cuyo efecto sexual amoroso se funde con el espacio cuando el protagonista

“al hundirse llevado por el éxtasis, sentía la invencía del paraíso junto con el rebullir del mar que se agitaba a la par de la respiración. Desbocado al fin el pensamiento de en una multitud de ideas parásitas, éste se mezclaba con el estallido de las olas al derrumbarse estrepitosamente, llenas de unos pedazos de espejos que brillaban al sol sobre la playa” (Marín, 1995).

En consecuencia, la concepción de un hijo. Por otro lado, María Angélica, en la localidad de Valparaíso en pleno invierno, justo en el momento del asesinato de Zujovic, cuando:

“el súbito horror blanqueaba su rostro… era barrido por las lágrimas. La falda de lanilla, perdida toda compostura en la mujer, mostraba después de las ligas, adornada con el encaje casi de agua, unos muslos abochornaos y abundantes, aplastados en la parte delantera del asiento…fascinado por esas piernas casi juntas en su desnudez…era una sensación inexplicable como orgasmo…Las gotas caían perezosamente a través de ese vidrio trizado por las balas” (Marín, 1995).

En efecto, la condenación a vivir perseguido o a morir.

En segundo lugar, Ronald afectivamente se sabe y siente culpable, por eso, manifiesta melancolía y elegía en su tono (Opazo, 1999). Así lo demuestra en un diálogo con su esposa, cuando éste intenta que ella se salve, “qué será de ti pregunto ella…Nada bueno como entenderás, estoy condenado en este asunto a ser carne de barata.”, puesto que tarde toma conciencia en su vida se ha marcado una antes y un después luego del asesinato de Zujovic, donde la muerte ya era su destino y ya era demasiado tarde para arrepentirse.

En tercero lugar, Ronald se retrae en una geografía urbana (Opazo, 1999). Como antes se ha hecho alusión en todo momento el personaje se funde con los lugares, tanto en su estado emocional “tragado por la noche de invierno” o en su estado físico “en el techo de Zinc”; porque precisamente en este último caso se presentan los escenarios de los sucesos, que en su mayoría son en Santiago y en lugares específicos, la avenida Vicuña Mackena, el Estadio Nacional, la población Anibal Pinto, entre otras.

En cuarto lugar, Ronald utiliza un lenguaje con adagios populares y criollos‘huevon’, ‘encañonar’, ‘rati’, ‘cagamos’, entre otras. En suma, por medio del testimonio agónico de Ronald Rivero (Opazo, 1999). Expresiones que representan su origen marginal y a modo de ejemplo mencionamos:

Es por esta razón que el personaje es un hombre gris tal y como lo menciona Opazo (2009), en este sentido las características envuelven el hilo de la novela social que más que crítica social pasa a ser una representación de la vida de individuos marginados por la misma sociedad producto de sus ideales libertarios y revolucionarios.

En este contexto el personaje como un caos se transforma en lo que Julia Kristeva llama “el texto como sujeto y el sujeto como textualidad en el proceso de reconstrucción de la subjetividad” (Rojas, 2008), es decir que el personaje representa la crisis social que la propia sociedad no es capaz de ver, así por medio de la historia la ficción cobra verosimilitud y la revolución de los personajes se convierte en el reflejo de esta historia que se intenta cambiar a través de la revolución por medio de la ideología. En palabras del propio Marín:

“lo más grave era que mucha gente de la clase obrera, llevada por el seguidísimo partidario, decían amen a todo eso cejándose representar. Tenía una fe de borrego en sus dirigentes, una tropilla de oportunistas que, tarde o temprano, se venderían al mejor postor” (Marín, 1995).

Así se representa la sociedad decadente y denigrada que no lucha y que no permite la revolución y por eso la repudia, sin embargo, estas personas se vuelven necesarias aunque sean vistos como despojos de la sociedad, pues mantienen una visión diferente, que no se sumergirse en la vida cotidiana y alzan la mirada sobre la clase social para lograr una perspectiva distinta, así se justifica la revolución como un futuro cambio.

Sin embargo, este cambio es siempre impredecible e insuperable, pues la brecha de las clases sociales siempre está latente a pesar de la lucha y la revolución, por lo tanto, el futuro si bien puede implicar una mejoría producto de la revolución esta no es siempre lleve a un cambio.

“de esta manera volvía a imponerse en Chile la ley del más fuerte existente desde la caída del hombre en la historia, en que unos pueden matar a otros”(Marín, 1995).

Ahora bien, el personaje, la historia y las emociones que allí se explicitan crean una atmósfera de sensaciones sociales que anudan en la crisis social e ahí su valor documental. La nostalgia que se crea en torno a la vida hacen de los hechos pasados una construcción del presente que arroja a la realidad una bofetada que se desprende de la mirada del autor y crea un espacio transitorio que despierta las psiquis a favor de la transformación de la sociedad, que mire desde el presente al futuro.

Finalmente, el estado marginal de la novela no es más que un síntoma de la decadencia social cuya intimidad y verdad se vuelve un susurro del revolucionario que es capaz de perfeccionar la mirada que se comprende como una concreción de ideología y una mejora entorno a la vida. Por que “sólo mediante la voluntad de encarar el pasado con todas sus crueldades podemos aspirar a pensar con más claridad en el presente” (Opazo, 2009).



Bibliografía:

1.- Marín Germán, 1995. El Palacio de la Risa; Carne de Perro.

2.- Opazo Cristián, 2009. Anatomía de los Hombres Grises: Reescrituras de la novela social en el Chile de Postdictadura.

3.- Rojas Daniel, 2008. Realidades Dialogantes; Arturo la estrella más brillante de Reinaldo Arenas y la desautomatización de la realidad a través del lenguaje poético.