lunes, 9 de febrero de 2009

Murciélaga de Verónica Quense

2/09/2009 05:32:00 p. m.

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Murciélaga de Verónica Quense

Murciélaga que según Lemebel “hace cantar las claves poéticas en el jardín huraño de la palabra” palabra subvertida y subversiva que la autora conduce y que en el poema sálvese quien pueda a modo de acróstico,

Q de sálvese quien pueda
U de huir a la frontera
E de elefante sosteniendo al mundo
N de mil palabras negras
S de surge nuevamente
E de aburrida eternidad
(Sálvese quien pueda)

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Quense, jugando con su apellido revela -sometiendo a juicio del lector- parte honda de su inquietud, temas y voces que reposan y bullen en el imaginario de fotopoemas y fotogramas ungidos por la autora.

El sálvese quien puede de la Q es una salvaje invocación que expone el desamparo del hombre -solos como dividuos- estamos cortados de raíz del mundo y en guerra con nosotros mismos; desmembrados peleamos por una oportunidad como depredadores hambrientos sin importar más que la supervivencia

En la calle
hay mujeres indígenas
que hacen dormir a sus hijos
envueltos en cartones
mientras intentan vender collares
que nadie compra (Misa)


-el yo profundo y desensibilizado se debate en un hoy en que la empatía es un hocico de perro rabioso.

De tanto andar en avión los ricos
nos convirtieron en piedras del paisaje
nuestros pueblos sombras en quebradas (la tierra de allá abajo)


Espaldas apuntando a la tierra
curvas curvándose lentas
pesadas de abuso y pobreza
(…) Nuestro ataúd un horroroso cubo (Espaldas)


h- U -ir a la frontera: La periferia y frontera se presenta a lo largo del poemario como un símbolo que evoca la idea de salida, refugio de una racionalidad e injusticia recalcitrante que se puede entender y juzgar mejor desde los bordes;

me escondo en una micro
después en el metro
me pierdo en el parque forestal
(…)
compro un libro de Silvia Plath
me escondo en su bosque de invierno
(Me escondo en una micro)


En las postrimerías, mientras más lejos se encuentra el hablante del centro y su fuerza gravitatoria la mirada, como hombre y sociedad, está menos intervenida en su lógica y sentir y aunque no se goza de los privilegios del sirviente y el esclavo, se puede pensar y pensarse panorámicamente.

Por un momento se borró la ciudad
con su crueldad con sus fronteras
con su injusticia y su impunidad (…)
por un momento el mar
inundo mi ciudad y mi memoria (Un viento marino)


El “ser periférico” al no constituirse como siervo o entidad reprimida por el sistema siempre será un ser proscrito ante aquellas ideas fuertes y violencia represiva del centro y su ideario de normalización. Esto se produce por la calidad de rebelde de aquel que habita en los extramuros . De modo que se atacan sus actos directos, manifestaciones y despliegue de sus deseos más íntimos.

¿No fueron sus dioses
los que silenciaron a mis diosas
y quemaron la voz
en sus castigos retorcidos y morbosos? (No hicieron lo posible)

O se castiga lo que simplemente representan sus elecciones más básicas y vitales, creencias, convicciones; la expresión de su sexualidad por ejemplo.

Si nos movemos nos cachan
abrázame
y nos cagan por lesbianas
entonces suéltame la mano
conversa normal (Disimula que viene un paco)


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La memoria se evoca en la obra a través de aquel animal solemne E-lefante que sostiene como un atlas al mundo. Pese al raspado y las fisuras que el hombre hace al omitir, olvidar y manipular su transito reseñado en las páginas de la historia, no podemos negar que nuestro minúsculo universo humano gira por obra y gracia de los testimonios y la inmortalidad que confiere la palabra y los discursos –su represión o hiperbolización, premeditada o fortuita, van creando consciencias, identidad y distribuyendo los roles de cada quien.

¿No fueron sus filósofos
los que me nombraron perra
encerrándome el pensamiento
y callándome la palabra? (No hicieron lo posible)


N de mil palabras Negras: Páginas enlodadas y que son la vergüenza de nuestra caminata por el mundo, estás son producto de la conjunción de las tres voces anteriores, la furia carnívora del hombre siendo el lobo de su par; ante ello sálvese quien pueda de aquel ejercicio de un poder central; jerarquía que somete a los que no comulgan con su decir, enviándolos a la periferia
como prisión, celda, exilio u hogar, la frontera en ese caso, huir, es la salida de un demencial mundo falocéntrico y un logos asesino que se completa en la historia, en ese elefante lleno de cicatrices y al cual se dispone a cumplir nuestras desviaciones quemando su piel, raspando su carne para ver cuanto más podemos re-escribir con la comodidad del olvido y la sangrienta mecánica del palimpsesto como gatillo del silencio.

Hombre blanco decir matar malos
y mundo asesino
hombre blanco decir comprar
y mundo consumir (Hombre blanco decir comer)


La historia se presenta como un proceso macro que el poder y sus detentadores utilizan cual gran maquinaria discursiva que aplasta al individuo, produce mudos, historias pequeñas que se consideran intrascendentes y dispensables.

Muda
sin palabra que me salve (No hay)


Aquel S-urge nuevamente podemos entenderlo como la muestra fiel de un eterno retorno y ciclo absurdo en que resumimos nuestro diseño espiritual y social como especie. La tarea de sufrir, de repetirnos hasta la saciedad es una predecible caminata en círculos por el mismo paisaje en el cual lo único que se sucede y cambia es el rostro de los viajeros, ellos han dejado sus testimonios, sus acciones que son rescatadas como hazañas o infamia en la historia. De ese modo influyen y pasan la posta a nosotros los sucesores que haremos lo mismo, retomar sus pasos, a veces desviando la ruta, en otros casos como meras copias aprovechando el mapa trazado de antemano…

En mi país nada cambia
pasa lo que tiene que pasar
la tendencia es la tendencia
la estadística es la estadística
y las cosas humanas siguen siendo
cosas perdidas en el tiempo (Todo sigue casi igual)


…y al final, tarde o temprano, llegaremos al mismo resultado, la misma meta que da fe del recorrido, ese cauce que nos arrastra a todos; y que la autora sintetiza como idea en la última letra de su apellido y elemento del acróstico: E- de aburrida eternidad, destino que por falta de invención y coraje para salir de los límites, comunicaremos a los que vendrán para dejarlos repitiendo la comedia sin sentido.

Calle que desaparece islas
calle como cuenca de río
que nos contiene a todos
en una corriente humana
que no dejará de moverse (Calle)

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El aludido poema Sálvese quien pueda termina:

Si alguien conoce el remedio por favor llámeme
Salgo en la guía.


El llamado en verdad lo hace Quense con este animal poético llamado murciélaga que recorre las noches y silencios en un vuelo que da fluir lingüístico y visual a tierras eriazas, espacios, tiempo y voces que se suceden en una bitácora que recobra la presencia de aquellas bastedades, al parecer, sacadas de otro mundo, infierno y paraíso cotidiano (olvidados por negligencia) Inmóvil spleen y ternura que la poeta eterniza y da cauce en una imagen que busca deslizarse ante nuestros ojos indiferentes, logrando por encima de la represión; herir con belleza el trémulo suspiro de no poder lidiar con una lágrima, -impotencia hecha silencio por la crueldad- y que en cada poema, verso y palabra del libro, gracias al acto agónico de leer y mirar, se confronta –pues más allá del miedo y la violencia- logramos reconocernos en ese espejo que expone todas las máscaras infinitas y denuncia las gratuitas e incomodas omisiones

Autora: Soledad E. Díaz

Textos y fotografías: Propiedad de Verónica Quense

Publicado originalmente en: La Santísima Trinidad de las cuatro esquinas

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